POSADAS.- “La democracia da la posibilidad, no la obligación de alternar”, dijo en diciembre de 2022 Hugo Passalacqua, cuando fue ungido por 12° año consecutivo a Carlos Rovira, el verdadero jefe político del oficialismo provincial, en la Legislatura de Misiones.
El actual gobernador, Hugo Passalacqua, se animó a plantear que era “una contradicción” tener que votarlo a Rovira cada año para confirmarlo al frente de la Legislstura, como si debiera tratarse de un acto natural. Desde ese lugar, Rovira construyó un poder descomunal.
Unos meses después de aquellas declaraciones, Passalacqua fue ungido por Rovira para ser nuevamente gobernador y convertirse en el primer misionero en ocupar ese cargo en dos mandatos no consecutivos.
Fue una decisión que, como todas las importantes, Rovira tomó sin necesidad de acordar nada con nadie, ni siquiera con el propio Passalacqua.
Los dichos del gobernador bien podrían aplicarse a las elecciones generales que, cada dos años, debe enfrentar la Renovación Neo (el “Neo” es un agregado de Rovira) para confirmar su hegemonía en las urnas.
Rovira, de enorme influencia también en el Poder Judicial, controla a 77 de los 78 intendentes de la provincia. Sin embargo, cada dos años, el caudillo tiene que convencer a la mayoría de los misioneros, en especial a quienes no tienen relación laboral con el Estado, de que sigue siendo la mejor opción.
“La población, en general, avala la gestión de la Renovación y también el pasado, sus logros, pero a Rovira cada vez le cuesta más representar un futuro promisorio para los misioneros, en especial para los jóvenes”, explica Nehuén Fariña, de la consultora política Analytix, que ha realizado varios trabajos con Mario Riorda.
“La Renovación se quedó sin figuras nuevas, sin líderes, por la dinámica del partido a todos los conviene más la obediencia y no aparece algo nuevo que atraiga, sus candidatos no enamoran”, explica Fariña.
Para el especialista, quien analiza permanentemente encuestas, el candidato oficialista Sebastián Macías se impondría el domingo, pero ya no por amplio margen.
Este domingo, el caudillo, que cumplirá 70 años en febrero y maneja políticamente a Misiones hace más de un cuarto de siglo, afrontará un nuevo test electoral. Un millón de misioneros habilitados a votar elegirán a 20 diputados provinciales (la mitad del Poder legislativo unicameral) y concejales en media docena de localidades importantes, como Posadas, Eldorado, Iguazú y Alem.
El gran desafío para Rovira, además del desgaste natural de tantos años en el poder y la falta de figuras convocantes, será la irrupción del mileismo en Misiones. Sobre todo en los pueblos del interior, hay una fuerte adhesión al Presidente y todo lo que representa en términos de romper con las viejas estructuras políticas.
Para Rovira, sus manuales políticos quedaron desactualizados cuando el domingo 12 de agosto de 2023 explotó la “bomba” Milei en Misiones, con su sorprendente triunfo en las PASO, que en la tierra colorada mostró un nivel de adhesión altísimo.
Sin militantes en territorio, sin poner un pie en Misiones, sin invertir un centavo ni siquiera mandar un mensaje por redes sociales, Milei también arrasó en las generales y en la segunda vuelta, que lo depositó en la Casa Rosada.
“No la vimos venir”, le dijo a LA NACION un operador político que supo trabajar estrechamente con el líder misionero.
Fue tal el nivel de adhesión a Milei que en la categoría diputados y senadores en Misiones ganó el voto en blanco.
Pocas semanas después, Rovira entendió el mensaje y en otra muestra de su notable capacidad de adaptación y cambio, tiró su propia “bomba” política: anunció que le dejaba la presidencia de la Legislatura al gobernador saliente, Oscar Herrera Ahuad.
Herrera Ahuad, quizás la única figura popular de la Renovación, se enteró como el resto de la sociedad, cuando leyó el mensaje de Rovira en X.
Así, el hombre que maneja los destinos de la política misionera, pasó a diputado “raso” y empezó una lenta pero cada vez más ostensible retirada de la escena pública.
En el año y meses que lleva como diputado, jamás pronunció una palabra en el recinto, aunque cada proyecto de ley que se sanciona tiene su aval, su impulso o su anuencia.
“Los proyectos que nos aprobaron fueron los que ustedes eligieron”, dijo el año pasado Ariel “Pepe” Pianesi, el jefe de la bancada radical y una de las pocas voces que planteó disidencias en la Cámara legislativa.
Pero además, Rovira abandonó sus contadas y estudiadas apariciones en público, en actos y ceremonias de gran significado político que servían para bajar línea a la tropa y recordarles a todos quién manda en Misiones.
Hasta Milei, Rovira solía realizar cuatro o cinco de esas apariciones por año, incluyendo largas conferencias de prensa que en realidad eran un monólogo matizado por cinco o seis preguntas.
Lenta retirada, pero sin sucesión
“Rovira se está retirando lentamente”, le aseguró a LA NACION uno de los empresarios más importantes de la provincia, que lo conoce desde que era secretario de Ramón Puerta, a cuyo lado fue elegido titular de Vialidad Provincial, intendente de Posadas y luego gobernador en 1999.
Esa percepción es generalizada en el mundillo de los negocios y la política, aunque todos se preguntan cuánto podrá durar esa retirada y a nadie se le ocurre quién podría tomar las riendas del oficialismo.
Hoy por hoy, la percepción generalizada es que Rovira ni siquiera permanece en territorio misionero la mitad de los días del año. Incluso en las decisivas PASO de 2023 no fue a votar porque estaba de viaje en Europa, a donde suele ir varias veces al año. El mismo blanqueó más tarde ese viaje y dijo que había sido invitado a disertar sobre la política de conservación de la selva misionera.
Cómo llegó a tener el control político total
Tras un primer mandato a los tumbos y signado por el reparto de poder con Puerta y la crisis económica, Rovira por fin blanqueó la ambición descomunal que supo ocultar astutamente mientras fue secretario.
El resto de la historia es más que conocida, en su segundo mandato Rovira rompió con Puerta y armó la Renovación, convocando a peronistas, radicales, independientes y una enorme cantidad de oportunistas que olieron “sangre” y se dieron cuenta que el nuevo jefe político llegaba para quedarse mucho tiempo.
Sin duda, a la hora de analizar la acumulación de poder, hay que tener en cuenta que el arranque de la Renovación, coincidió con el período de crecimiento a “tasas chinas” más importante que tuvo la Argentina, que vino aparejado por obras públicas cuantiosas, transformaciones decisivas sobre todo en Posadas y el paulatino y fuerte agrandamiento del Estado provincial.
Los primeros años de Rovira como jefe hegemónico se caracterizaron por una enorme cantidad de obras entre las que se destacan la Costanera de Posadas financiada por la EBY y gran cantidad de urbanizaciones del Instituto Provincial de la Vivienda (IPRODHA).
También tuvo lugar una fuerte ampliación del tamaño del Estado provincial y la consecuente contratación de personas que adhirieron a la Renovación como forma más fácil de encontrar un lugar en la administración pública.
Sin embargo, los 10 años que arrancaron cuando llegó Mauricio Macri al poder, fueron mucho más difíciles para la Renovación.
Las grandes obras de Yacyretá se terminaron, y también los fondos para barrios y barrios de viviendas del IPRODHA. El Estado provincial prácticamente no amplió su dotación de empleados de planta permanente desde entonces, que hoy oscila en los 51.000 agentes.
A esto se sumó una política impulsada por Rovira y ejecutada por el Ministro de Economía, Adolfo Safrán, que luego “copió” Milei en la Casa Rosada: Misiones siempre cuida el superávit fiscal y arma el Presupuesto de atrás para adelante. Es decir, el equilibrio fiscal no se negocia por nada del mundo.
A esto se sumó la prudente decisión de no tomar deuda en dólares, sobre todo durante el Gobierno de Mauricio Macri, cuando muchos distritos volvieron al mercado de bonos.
Para lograr el equilibrio fiscal, Rovira no apeló a la “motosierra” pero sí a la “licuadora”. Sometió a los empleados estatales a un lento e inexorable achicamiento del salario real, aprovechando la persistente inflación.
El resultado fueron dos estallidos encabezados siempre por la policía. El primero fue corto y controlado en el año 2020. Tras el acuerdo con los policías, el Gobierno tuvo que abrir la billetera con otros estatales, como docentes y médicos. Misiones terminó ese año como la primera provincia en recomponer salarios a estatales.
El segundo estallido llegó en 2024, con el efecto de la “motosierra” del Gobierno nacional en las transferencias a provincias, la suba de precios producto de la devaluación de diciembre y la caída en los ingresos de coparticipación y recaudación propia.
Esta vez, el estallido fue mucho más fuerte. La chispa arrancó en la madrugada del viernes 17 de mayo del año pasado, cuando un grupo de policías retirados, en un acto violento, secuestraron un móvil policial cargado de cubiertas y armaron un piquete en la Avenida Uruguay frente al Comando Radioeléctrico.
“Yo me enteré a las 8 de la mañana y me fui para allá”, le dijo a LA NACION, Ramón Amarilla, quien terminaría siendo la cara visible de aquella masiva protesta de estatales, que incluyó un campamento de casi seis cuadras con policías, docente,s personales de salud.Fue el mayor desafío al poder de Rovira desde que el exobispo Joaquín Piña lo enfrentó (y lo derrotó) en el plebiscito de 2006, que le impidió la re-reelección como gobernador.
Ese conflicto marcó un punto de inflexión y la pérdida del miedo de muchos ciudadanos y dirigentes en Misiones que hoy se atreven a criticar a Rovira y a la Renovación en voz alta.
Como forma de adaptarse al nuevo contexto, donde debe defender su hegemonía ya sin una billetera como la de los primeros 10 años, la Renovación no oculta su influencia decisiva en la Justicia.
Pasó durante el juicio por tenencia y tráfico de material de abuso infantil contra el exdiputado Germán Kiczka o con la designación en tiempo récord de un nuevo ciberfiscal ideado por Carlos Rovira que tiene la potestad de intervenir celulares, e introducir la figura del agente encubierto. La oposición llama a esa Ley, ideada por Rovira, como “mordaza”.
La otra gran carta de triunfo que guarda el oficialismo es su capacidad para “operar” en la oposición y diluir cualquier posibilidad de una verdadera disputa de poder en las urnas.
Rovira acordó con el mileísmo que el armador por La Libertad Avanza en Misiones fuera un abogado, Adrián Nuñez, que trabajó durante años para la Municipalidad zanjando acuerdos extrajudiciales millonarios con empresarios morosos.
También permitió que el exsuboficial Ramón Amarilla, sea candidato desde la cárcel, no sin antes sembrarle candidatos “parásitos” sospechados de ser funcionales a la Renovación.
Con Amarilla, además, el oficialismo busca restarle votos a Martin Arjol, el diputado radical “peluca” que es el único dirigente misionero, además del gobernador Passalacqua, que se reunió con Javier Milei.
Arjol sueña con tener revancha de su candidatura a gobernador, cuando en 2027 perdió con Passalacqua.