Mientras la guerra de Israel en Gaza entra en una nueva y más violenta fase, cada vez más personas dentro del país se manifiestan en contra.
Yair Golan, político de izquierdas y excomandante adjunto de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), generó polémica el lunes al afirmar que “Israel va camino de convertirse en un estado paria, como lo fue Sudáfrica, si no volvemos a comportarnos como un país sensato”.
“Un estado sensato no libra una guerra contra civiles, no mata bebés por afición ni se fija el objetivo de despoblar a la población”, declaró en el popular programa matutino de noticias de la radio pública israelí.
Como respuesta, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, calificó estos comentarios como un “libelo de sangre”.
Pero el miércoles Moshe “Bogi” Ya’alon, exministro de Defensa israelí y exjefe de gabinete de las FDI, fue más allá.
“Esto no es un pasatiempo”, escribió en una publicación en X, “sino una política gubernamental cuyo objetivo final es aferrarse al poder. Y nos está llevando a la destrucción”.
Israelíes hastiados de guerra
Declaraciones como estas habrían sido impensables hace algo más de 19 meses, cuando hombres armados de Hamás cruzaron la valla hacia Israel y mataron a unas 1200 personas, en su mayoría civiles, y se llevaron a otras 251 a Gaza como rehenes.
Pero ahora Gaza está en ruinas, Israel ha lanzado una nueva ofensiva militar y, aunque también ha acordado levantar su bloqueo de 11 semanas sobre el territorio, hasta ahora solo ha entrado una cantidad limitada de ayuda.
Una encuesta reciente del Canal 12 de Israel reveló que el 61% de los ciudadanos de este país quiere poner fin a la guerra y ver a los rehenes liberados, mientras solo el 25% apoya la extensión de los combates y la ocupación de Gaza.
El gobierno israelí insiste en que destruirá a Hamás y rescatará a los rehenes restantes; Netanyahu asegura que puede lograr una “victoria total” y mantiene un fuerte núcleo de apoyo.
Sin embargo, el estado de ánimo en la sociedad israelí “es de desesperación, trauma e incapacidad para cambiar nada”, afirma Gershon Baskin, exnegociador de rehenes israelí.
“La abrumadora mayoría de las familias de los rehenes cree que la guerra ha de terminar y que debe haber un acuerdo”, indica.
Asegura que “una pequeña minoría cree que el objetivo principal es acabar con Hamás, y entonces se liberará a los rehenes”.
Crecientes protestas
El domingo, unos 500 manifestantes, muchos de ellos con camisetas con la inscripción “Alto a los horrores en Gaza” y fotos de bebés muertos por ataques aéreos israelíes, intentaron marchar desde la ciudad de Sderot hasta la frontera con Gaza en protesta por la nueva ofensiva militar.
Estaban liderados por Standing Together (Permaneciendo Juntos), un pequeño pero creciente grupo pacifista de ciudadanos judíos y palestinos de Israel.
Tras intentar bloquear una carretera, el líder del grupo, Alon-Lee Green, fue arrestado junto con otras ocho personas.
“Creo que es evidente que se observa un despertar en la opinión pública israelí. Se puede ver que cada vez más personas se posicionan”, declaró Green a la BBC desde su arresto domiciliario.
Otro activista de Standing Together, Uri Weltmann, consideró que existe una creencia cada vez más extendida de que continuar la guerra “no solo es perjudicial para la población civil palestina, sino que también pone en riesgo la vida de los rehenes, la vida de los soldados y la vida de todos nosotros”.
En abril, miles de reservistas israelíes de todas las ramas del ejército firmaron cartas exigiendo que el gobierno de Netanyahu detuviera los combates y se concentrara en alcanzar un acuerdo para el regreso de los rehenes restantes.
Presión sobre Israel
Sin embargo, muchos otros en Israel tienen opiniones diferentes. El miércoles, en el cruce fronterizo de Kerem Shalom hacia Gaza, la BBC habló con Gideon Hashavit, miembro de un grupo que protestaba contra la entrada de ayuda humanitaria.
“No son personas inocentes”, dijo sobre los habitantes de Gaza, a quienes acusó de haber “elegido a una organización terrorista”.
Reino Unido anunció nuevas sanciones el martes contra algunos de los sectores más extremistas de la sociedad israelí, en específico los grupos de colonos.
En su medida más contundente hasta la fecha, Londres también suspendió las negociaciones sobre un acuerdo comercial con Israel y convocó al embajador del país.
El ministro de Asuntos Exteriores británico, David Lammy, calificó la escalada militar en Gaza de “moralmente injustificable”.
La UE, por su parte, anunció que está revisando su acuerdo de asociación con Israel, que rige su relación política y económica.
La jefa de política exterior, Kaja Kallas, afirmó que una “amplia mayoría” de integrantes del bloque europeo se mostró a favor de revisar el acuerdo vigente desde hace 25 años.
El lunes por la noche, Reino Unido firmó junto a Francia y Canadá una declaración conjunta para condenar enérgicamente la acción militar de Israel y advirtiendo de “nuevas acciones concretas” si la situación humanitaria en Gaza no mejora. “El ambiente está cambiando”, afirma Weltmann; “el viento empieza a soplar en la otra dirección”.