El crimen organizado y el narcotráfico en México han dado un salto cualitativo al incorporar tecnologías de última generación para expandir y sofisticar sus operaciones. De acuerdo con análisis recientes de la unidad de investigación de SILIKN, la adopción de herramientas avanzadas –desde inteligencia artificial hasta drones armados– ha transformado la forma en que los cárteles operan, creando una preocupante asimetría frente a las autoridades.
Los cárteles utilizan inteligencia artificial (IA), especialmente modelos generativos, para producir deep fakes y suplantar identidades, lo que facilita fraudes financieros y extorsiones altamente convincentes. Esta misma tecnología optimiza campañas de phishing y ayuda a evadir controles aduaneros. Desde 2020, el uso de IA por estos grupos ha crecido de manera exponencial.
El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y otras organizaciones recurren a drones modificados para vigilar territorios, transportar drogas e incluso ejecutar ataques con explosivos, reduciendo el riesgo para sus operadores. Paralelamente, las criptomonedas como Bitcoin, Tether y Monero se han convertido en un canal privilegiado para el lavado de dinero: un análisis de la unidad de investigación de SILIKN reporta un aumento del 55.8 % en las transacciones vinculadas al narcotráfico en los últimos años.
En la dark web, los criminales coordinan ventas de armas, drogas y datos robados, además de reclutar personal especializado. Utilizan aplicaciones de mensajería alteradas con cifrado reforzado para evitar la interceptación. A esto se suman los inhibidores de señal de grado militar, capaces de bloquear comunicaciones y neutralizar drones de vigilancia, y una creciente ola de ciberataques y hackeos contra sistemas gubernamentales y empresariales, incluidos fraudes bancarios y secuestros virtuales.
La innovación no termina ahí: los cárteles han desarrollado submarinos semiautónomos capaces de transportar hasta 10 toneladas de droga y emplean análisis de datos potenciados por IA para estudiar patrones policiales y optimizar rutas de tráfico, minimizando el riesgo de detección.
Esta capacidad tecnológica se explica en gran parte por la enorme liquidez del narcotráfico, que genera miles de millones de dólares anuales. A diferencia del gobierno, limitado por presupuestos y procesos burocráticos, los cárteles pueden invertir de inmediato en drones armados, redes de comunicación privadas, spyware o kits de hacking adquiridos en la dark web. También reclutan desarrolladores y hackers, tanto locales como extranjeros, para diseñar malware a medida y operar campañas de espionaje o robo de datos.
El resultado es una carrera armamentista en la que el crimen organizado avanza con rapidez, mientras las autoridades se ven frenadas por trámites, desconocimiento, falta de preparación, regulaciones y recursos insuficientes.
La brecha tecnológica no solo aumenta la eficacia del narcotráfico, sino que también erosiona la soberanía digital y la capacidad del Estado para proteger la infraestructura crítica. Sin acciones inmediatas, esta ventaja criminal puede escalar la violencia, dificultar la persecución de delitos y afectar la seguridad regional.
En este sentido, México requiere un enfoque integral que combine inversión, capacitación y participación ciudadana:
– Inversión en ciberdefensa y tecnología avanzada. Incrementar el presupuesto para herramientas de IA, análisis de datos y monitoreo de criptomonedas. Fortalecer la cooperación con aliados como Estados Unidos para bloquear rutas financieras y compartir inteligencia.
– Formación de personal especializado. Ampliar la capacitación de la Policía Cibernética y reclutar miles de profesionales en hacking ético, análisis forense digital y respuesta a incidentes, con salarios competitivos que reduzcan el riesgo de corrupción.
– Cultura de ciberseguridad y regulación. Impulsar campañas masivas de educación digital, reforzar leyes contra deep fakes y malware, y regular la venta de spyware y armas tecnológicas.
– Participación ciudadana. Mantener dispositivos actualizados, usar autenticación de dos factores, proteger datos personales y denunciar actividades sospechosas. Rechazar la piratería y la glorificación de la cultura narco también debilita las finanzas criminales.
Es un hecho: la lucha contra el crimen organizado en México ya no se libra solo en las calles, sino también en el ciberespacio. Sin una respuesta coordinada, sostenida y libre de trabas burocráticas, los cárteles continuarán ampliando su ventaja tecnológica. Para el Estado y la sociedad, el reto es claro: cerrar la brecha digital y construir un ecosistema de seguridad que resista a organizaciones criminales que operan como verdaderas corporaciones de alta tecnología.
* Víctor Ruiz. Fundador de SILIKN | Emprendedor Tecnológico | (ISC)² Certified in Cybersecurity℠ (CC) | Cyber Security Certified Trainer (CSCT™) | EC-Council Ethical Hacking Essentials (EHE) | EC-Council Certified Cybersecurity Technician (CCT) | Cisco Ethical Hacker & Cybersecurity Analyst | Líder del Capítulo Querétaro de OWASP.
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