El desafío cultural de la IA

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Mientras que la frontera de la investigación en inteligencia artificial avanza rápido, su adopción y difusión lo hacen mucho más lentamente. A pesar de algunas capacidades asombrosas, la IA hasta ahora no penetró profundamente en la sociedad. Para 2025 sí logró tomar nuestra atención colectiva: millones las personas ya interactuaron con algún modelo como Chatgpt, Gemini, Grok, Claude, etc, jugaron y se armaron su muñeco tipo estudio Ghibli o un avatar propio que habla otros idiomas, pero pocos son todavía los que cambiaron su forma de trabajar. La IA se metió en la conversación de la sobremesa del domingo, pero aún no ha alterado significativamente nuestra economía, trabajos o nuestras vidas cotidianas, con algunas pocas excepciones.

La paradoja de la acción

Dándole vueltas al asunto me encontré con la siempre reveladora reflexión de Kevin Kelly, futurólogo, experto en cultura digital y fundador de la revista Wired. Su tesis es que el elemento faltante en la previsión del futuro de la IA es entender que la IA necesita cultura tal como los humanos necesitamos cultura. Según el experto, la nueva tecnología se suele ver sólo en términos genéticos y no culturales. “El código binario de la IA se copia, implementa y mejora. Los nuevos modelos se crean a partir del código de modelos anteriores y luego se distribuyen a los usuarios. Sin embargo, esta versión genética de la IA ha sido limitada en su influencia sobre los humanos hasta ahora”, dice.

Kelly cree que la IA no alterará la vida cotidiana humana hasta que también migre de un sustrato similar al genético basado en código a una plataforma generalizada y heterodoxa similar a la cultura. “La IA necesita tener su propia cultura para evolucionar más rápido, tal como lo hicieron los humanos. No puede seguir siendo solo un hilo de funciones de software/hardware que mejoran; debe convertirse en un ecosistema integrado de entidades que se adaptan, aprenden y mejoran por fuera del software”, advierte.

La civilización comenzó con canciones, historias e instituciones. Con los abuelos y chamanes transmitiendo cualidades muy importantes no contenidas en nuestros genes. Más tarde las religiones y escuelas transmitieron más. Luego la escritura, la lectura, tribunales, calendarios y matemáticas, trasladamos una enorme cantidad de nuestra herencia a esta plataforma colaborativa y distribuida de cultura que no era propiedad de nadie. Kelly imagina una evolución similar para la IA. El cambio comienza con humanos usando la IA todos los días. “Una IA solitaria y desnuda no hará mucho por sí sola. Necesita estar rodeada e integrada en una cultura de IA, así como los humanos necesitan cultura para prosperar”, enfatiza Kelly. Que la IA sea capturada por la cultura humana llevará tiempo, quizás décadas, porque ese es el ritmo de la cultura. No importa cuán rápido avance la tecnología, la cultura de IA avanzará más lento, lo que según Kelly es una buena noticia, porque nos permitirá adaptarnos a los complejos cambios venideros. Por eso, para prepararnos para las consecuencias plenas de la IA debemos prestar atención a la emergente cultural y no solo a la mejora técnica.

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