El destino nominado a ser uno de los mejores pueblos turísticos del mundo

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Fue lo más parecido a una redención y ocurrió en los Esteros del Iberá. A principios de los ochenta, un grupo de cazadores -llamados mariscadores- se pasaron literalmente al otro bando para convertirse en guardaparques baquianos. Es decir: depusieron las armas y ofrecieron su saber para cuidar a las especies que ellos mismos habían acechado durante décadas.

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Esta es una de las historias que se cuentan en Colonia Carlos Pellegrini -provincia de Corrientes-, uno de los ocho pueblos argentinos nominados por la ONU Turismo a ser los más bellos del planeta. Ubicada en el corazón de nuestra Mesopotamia, esta localidad abraza el Portal Laguna Iberá y ofrece un puñado de excursiones fascinantes, desde canotaje bajo las estrellas hasta noches de chamamé, paseos náuticos, cabalgatas y senderos con monos, ciervos y una paleta increíble de aves. Aquí los mejores planes.

Colonia Carlos Pellegrini es una de las ocho localidades argentinas nominadas para ser los mejores pueblos turísticos del mundo

Colonia Carlos Pellegrini es un pueblo de 1120 habitantes, al que la mayoría de los turistas arriba desde la ciudad correntina de Mercedes (son 120 kilómetros de distancia, de los cuales 70 son de ripio consolidado). Lo primero que se ve al llegar a Pellegrini es el inmenso espejo de agua –6000 hectáreas tiene la laguna Iberá– a uno y otro lado de un puente de madera. Son las antiquísimas huellas del río Paraná, en donde viven 4300 especies de flora y fauna. Es el paisaje mesopotámico por excelencia y un universo mágico, de sonidos, tonalidades y cadencias que solo se ven en estas latitudes.

Para tener una idea de la magnitud del paño, los Esteros del Iberá abarcan un área de 1.300.000 hectáreas, de las cuales 600.000 forman parte del parque y reserva provincial, y otras 183.000 pertenecen al parque nacional. En total son nueve los portales para entrarle al humedal más grande del país.

El chajá con sus crías

Un puma sin complejos

De repente todo se enrareció: los monos carajá se movieron inquietos, cada vez más nerviosos, un zorro salió a los piques como si escapara de un demonio y las corzuelas se paralizaron, temiendo lo peor. Y entonces apareció un puma, muy a sus anchas, en la mismísima entrada del parque provincial. El guía Mario Martins lo vio y logró grabar un video con su teléfono; el puma no se inmutó y se echó un rato a descansar, muy pancho de haber impuesto su ley.

Esta es una de las tantas especies que, casi medio siglo atrás, estuvo a punto de desaparecer y que ahora vuelve a mostrarse de tanto en tanto. Toda la historia de la fauna y flora local se cuenta en el Centro de Interpretación Iberá Salvaje, uno de los primeros planes para hacer cuando se llega a Pellegrini (está justito en la entrada, en donde se buscan las pulseras que permiten hacer las actividades dentro del parque).

Una nutria en su horario de almuerzo

En las salas del centro se narra la redención de los mariscadores y un video muy triste y bello cuenta cómo en las décadas del 70 y 80 se extinguieron tapires, jaguares, pecarís de collar, nutrias gigantes, osos hormigueros y dos especies de ciervos, solo por citar algunos greatest hits de la fauna local. El cuento tiene final feliz, gracias al trabajo de guardaparques y conservacionistas, porque muchos animales han vuelto a estas tierras o fueron reinsertados, como el yaguareté -ya hay más de una treintena en Corrientes- o el oso hormiguero gigante.

Luego de visitar el centro es hora de lanzarse a los senderos. El primero es el Sendero Pasarela, un puente de madera que bordea la costa y sorprende desde el minuto uno: dos ciervos de los pantanos se alimentan mientras un carpincho mira la escena con parsimonia de buda. También hay garzas blancas y el avistaje de aves en general es fascinante: se ven tacuaritos, espineros, boyeros negros, pepiteros grises, jacanas. La lista es inagotable.

En otro de los senderos, llamado Carajá, se distinguen a los monos en la copa de los árboles; un macho dominante con dos a cuatro hembras con sus crías. Es, sin dudas, el sueño húmedo de cualquier conservacionista que se precie de tal.

A fuerza de tacuara

Los planes para hacer en tierra son muchos, pero desde el agua el encanto es distinto. El plan entonces es subirse a una canoa a botador, empujada solo por una tacuara (un palo de bambú hueco).

El guía, Mario Sánchez, comanda el navío y se interna en los juncos para descubrir a decenas de yacarés tomando sol, completamente inmóviles, quizá sabiendo que el tiempo de los cazadores ha quedado muy atrás. Algunos llevan a sus crías diminutas en el lomo.

Los yacarés descansan inmóviles en el agua

Se han visto yacarés de más de dos metros y se sabe que son muy longevos: algunos llegan a vivir 80 años. Los carpinchos también son moneda corriente en la zona (pero por suerte no son plaga como en Nordelta).

Mario aprendió a usar la tacuara cuando era niño; lo heredó de su tío, que era cazador. De hecho, este guía se convirtió en guardaparques en 1993 y vivió en carne propia la evangelización de los mariscadores. Mientras va contando la historia, el paisaje es tan pacífico que emociona: un biguá carretea para levantar vuelo, los yacarés toman sol y los gallitos de agua se mueven hiperactivos, en contraste con la quietud revelada de los carpinchos.

Si este paisaje es fascinante con el sol bien arriba, al atardecer todo se potencia aún más. Por eso también vale la pena visitar la Reserva Camba Trapo, a pocos kilómetros de Pellegrini. Aquí hay una enorme laguna que se recorre en kayak con la última gota de sol, luego de caminar un sendero de 1,2 kilómetros. Lo más impactante es que, en las noches despejadas, la nitidez de las estrellas alcanza niveles superlativos.

El guía, Nico, cuenta que en la cosmogonía guaraní le dicen Camino de Tapekue a la vía láctea; simboliza un camino mítico por el cual los ancestros llegaron a la Tierra y al que eventualmente regresarán… El final de la excursión es sublime, porque Nico convida pepas de maracuyá y guayaba junto a un brebaje caliente, típico del noreste argentino, que se llama quemadillo de ambay.

Los carpinchos también son moneda corriente en la zona

Cocineros del Iberá y Guías culturales

Existe en los Esteros una oferta gastronómica muy interesante, con restaurantes de comida bien casera, como Don Marcos, Yacarú Porá y Dalmacio Bar; el Café de los Pájaros, por su parte, propone platos gourmet de cocina típica guaraní, como el mbaipy, el yopará, la sopa paraguaya el pastel mandió, el chipá so’o y el chipa guazú, entre otros.

Una de las iniciativas más interesantes a nivel gastronómico es la de los Cocineros del Iberá, la primera red de cocineros populares del país. Son más de 60 chefs activos de la región que se capacitaron para perfeccionar y recuperar las recetas y sabores que dejaron sus abuelos. En Pellegrini viven dos Cocineras del Iberá: Vivi Pavón, que heredó los pastelitos con mamón y guayaba; y Elsa Itatí González, experta en empanadas de cordero y pastelitos rellenos de arroz con leche (eran su torta de cumpleaños y los hacía su abuela, con leche recién ordeñada).

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Otra de las excursiones posibles es la de las guías culturales. Es un grupo de mujeres que durante años se juntó a investigar sobre el pasado de los Esteros y ahora se dedica a narrar estas historias a los visitantes. La iniciativa despertó el interés del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que terminó financiando la construcción de un moderno centro cultural en el pueblo. Tres mujeres -Sara, Mercedes y Marilin- son actualmente las guías culturales de Pellegrini. “Quisimos rescatar la memoria de los ancianos”, explica Diana Frete, guía local e impulsora del proyecto.

Los Esteros del Iberá abarcan un área de 1.300.000 hectáreas

Como ejemplo de lo interesante que es dejarse guiar por estas mujeres, se puede contar el caso de Sara, que cocina en su casa para los visitantes. Solo hay que mensajearla al celular para saber cuál es el menú de la cena: algunas de las opciones son la sopa paraguaya o el preciado mbaipy. Mientras Sara revuelve la olla, su marido, Beto, recuerda los tiempos en que cruzaban en balsa para llegar a Pellegrini. Toda la velada transpira la mística de un tiempo antiguo, mientras crepita un fueguito en una parrilla vacía. Si a alguno de los comensales se le va la mano con la comida, Sara cura el empacho con sus palabras secretas.

Cabalgatas y noches chamameceras

Quedan dos planes para terminar de sacarle el jugo a los Esteros. El primero, imperdible, es una cabalgata de cuatro kilómetros– unas dos horas en total- por un paraje que se llama El Quebrachal. Guiados por Dardo y Cristian, los caballos sumergen las patas en el bañado y avanzan lentamente. Reina un silencio absoluto, apenas interrumpido por las historias de Dardo, que cuenta las andanzas de su tío mariscador arrepentido.

Después de bajar del caballo, se cruza una calle de tierra para entrar a Café de los Pájaros, en donde arranca la noche chamamecera. Después del mbaipy de rigor, arranca un show de chamamé con tres músicos en escena y tres parejas de jóvenes bailarines. Un repertorio de chamamé, valseado, rasguido doble y chamamé arrabalero enciende al público. Algunos incluso terminan bailando y zapateando como locos.

Diana Frete, la cantante, cuenta más historias de Pellegrini y uno se siente embriagado de la mística de los Esteros. Quien tenga que partir al día siguiente conservará esta paz mesopotámica por varias semanas más. Eso dicen que pasa cuando el destino se cruza con los Esteros del Iberá.

Una postal típica del humedal más grande del país

Datos útiles

Cómo llegar

En auto desde CABA a Mercedes (679 km). Y desde Mercedes a Carlos Pellegrini (120 km, de los cuales 70km son de ripio consolidado).

En avión a Posadas y 204 km en auto hasta Carlos Pellegrini.

Alojamiento

En Pellegrini funcionan más de 30 establecimientos hoteleros, desde cabañas hasta hosterías, camping, etc. Algunos ofrecen pensión completa con actividades. Los precios varían entre 50.000 a 180.000 pesos la noche por persona, dependiendo de la categoría del alojamiento.

Se realizan navegaciones diurnas y también nocturnas

Excursiones

  • Safari náutico por la Laguna Iberá, 30.000 pesos por persona. Paseo en carro por el pueblo, un recorrido de hora y media, 15.000 pesos. Cabalgatas, recorrido de dos horas, 25.000 pesos. Paseo en canoa a botador por la Laguna Iberá, 35.000 pesos. Kayak nocturno por la Laguna de Camba Trapo, 40.000 pesos.
  • Paseo con guías culturales para conocer las historias del pueblo, entre 10.000 y 15.000 pesos.
  • Caminatas nocturnas en los parques provincial y nacional, 15.000 pesos. Kayak en la Laguna Iberá, 20.000 pesos.

Gastronomía

  • Show de chamamé en la Café de los Pájaros (9000 pesos el derecho a espectáculo).
  • Buenas opciones para comer: Comedor Don Marcos, Dalmacio Bar, Yacarú Pora, Destino Iberá, Costa Iberá.

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