Javier Milei enfrenta, por acumulación y tiempo, un nuevo desafío en su aprendizaje sobre la marcha del oficio presidencial.
Una larga lista de reclamos de distinto tamaño, intensidad y justificación coinciden en este tramo de su mandato, justo cuando además de decidir recortes y concentrarse en la compleja evolución del plan económico debe dar tiempo al diseño y ejecución de la campaña electoral.
La vida política parece sonreírle al Presidente por motivos económicos, pero no es una película a punto de terminar sino, al contrario, apenas las primeras escenas
En nombre de la necesidad de gastar menos para encuadrar los números del Estado, Milei actuó sin miramientos, motosierra en mano, contra los salarios de los empleados públicos, los haberes de los jubilados, la obra pública y un largo etcétera.
El Presidente y el ministro Luis Caputo pudieron celebrar la velocidad y los efectos de la drástica reducción de los gastos. Y, más importante todavía, la confirmación de que gastar menos de lo que ingresa y restringir la circulación de la moneda baja la inflación.
Con esto último, la reducción de la inflación, Milei tiene su carta de triunfo para las elecciones de medio término.
Es posible que los libertarios sean la fuerza que gane en una buena parte de los distritos, incluida la enorme provincia de Buenos Aires y las otras seis circunscripciones más pobladas del país: ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Tucumán y Entre Ríos. Pasaría lo mismo en otras provincias de menor peso electoral como San Luis, Corrientes, Chaco, Chubut y Neuquén.
La vida política parece sonreírle al Presidente por motivos económicos. No es una película a punto de terminar sino, al contrario, apenas las primeras escenas de un largo rodaje. Luego del primer enamoramiento del público, a la nueva estrella empiezan a aparecerle dificultades.
El ejercicio de la burla hacia los afectados por el ajuste no siempre tiene los mismos efectos ni resultados
Por imperio de la estructura del Estado que heredó y el sistema extendido y diverso del reparto de fondos, Milei tiene la necesidad de seguir haciendo recortes.
En el primer año y medio como Presidente, utilizó sus impulsos viscerales para decir que no y celebrar la frustración ajena por reclamos anulados. Los despidos de decenas de miles de empleados públicos nunca fueron lamentados por una mayoría sólida de argentinos que considera que todavía hoy al Estado le siguen sobrando demasiados puestos de trabajo improductivos.
Tuvimos un adelanto de lo que vendría cuando el año pasado se produjeron las marchas en defensa de la educación pública. Aún quienes defienden los recortes en otros sectores dejaron claro que hay un límite que no están dispuestos a cruzar. El alejamiento del populismo de los votantes que hicieron presidente a Milei no incluye abandonar la firme creencia de que acceder a la educación superior es una de las pocas alternativas de superación social que le quedaron a la Argentina.
El kirchnerismo le ha dejado a los libertarios y a los gobiernos que vendrán una agenda intensa al cabo de 20 años de inflar al Estado de gastos insostenibles y prebendarios
Uno de los dibujitos ultraconservadores importados para Paka Paka afirma lo contrario, y dice que no es imprescindible ir a la universidad para ganar dinero y progresar. Dicho al margen, el gobierno gasta lo que no tiene para adoctrinar niños, tal como hizo el kirchnerismo. ¿No sería mejor ahorrar o gastar en otra cosa?
La secuencia incluye los reclamos de Ricardo Darín, a quien el ministro Caputo pretendió desairar por un comentario sobre el precio de las empanadas. El actor hablaba de lo caro que resulta vivir en la Argentina. Los turistas extranjeros dejaron de venir por esa razón, de la que los argentinos de a pie no pueden escapar. ¿El problema no es el precio de las cosas sino, como hizo Darín, que se hable del precio de las cosas?
Las demandas tienen distinto peso y generan sentimientos con los que todo gobierno debe tener cuidado en jugar.
Una cosa es que el Estado investigue la existencia de una enorme cantidad de pensiones por discapacidad y si detecta irregularidades actúe en consecuencia. Otra, distinta, es angustiar a miles y miles de familias que tienen entre sus miembros a una persona que necesita cuidados y atención especiales.
¿Tendría los mismos votos Milei si transparentara como alguna vez insinuaron algunos de sus dirigentes que el Estado no debe hacerse cargo de ayudar a los discapacitados? El ejercicio de la burla hacia los afectados por el ajuste no siempre tiene los mismos efectos ni resultados.
Ocurre otro tanto con el emblemático caso del hospital Garrahan. La discusión sobre cuánto tienen que ganar los médicos nunca debió mezclarse con la observación de la existencia de empleados que no trabajan.
Aquí y allá surgen advertencias de que la motosierra puede producir cortes costosos. El martes, los gremios del campo se reunieron para expresar su preocupación por los recortes y la pérdida de la autonomía del INTA. Tal vez los libertarios consideren que la investigación científica no debe ser sostenida por el Estado. Es una discusión que podría ser encarada si los resultados que organismos como el INTA no hubieran aportado como lo hicieron al desarrollo privado del único sector competitivo del país.
De nuevo, como en el caso de los discapacitados o el del Garrahan, el asunto es preservar lo necesario y hacerlo eficiente.
El kirchnerismo le ha dejado en ese sentido a los libertarios y a los gobiernos que vendrán una agenda intensa al cabo de 20 años de inflar al Estado de gastos insostenibles y prebendarios.
Hay reclamos corporativos de otra escala que se enredan con estos planteos sectoriales. El martes se reunieron los gobernadores y acordaron presionar para recuperar parte de la recaudación impositiva nacional perdida. Un día después, esos mismos jefes provinciales habilitaron a sus diputados a integrar una fuerte mayoría para votar un aumento a los jubilados y más fondos para los discapacitados.
Milei ya dijo que aplicará el veto. Más allá del reclamo de los gobernadores, en los costos sociales del factor de éxito del Presidente –la baja de la inflación por la reducción del gasto– se esconden también factores conflictivos y oportunidades para la oposición.
El ajuste no terminó, pero la permanencia del método original hará que las resistencias sigan creciendo a medida que la motosierra confunda flores con malezas.