El dilema de las dos orquestas

admin

Dícese que, en un concurso musical, el jurado debía elegir entre dos orquestas que tocarían en forma sucesiva. Habiendo oído a la primera, que lo hizo de forma desafinada, llena de pifies, fallos y disonancias, resolvió de inmediato entregarle el premio a la segunda, sin escucharla. Suele usarse este artificio literario para mostrar cómo algunas elecciones colectivas yerran por actuar en forma impulsiva sin evaluar alternativas ni comparar consecuencias.

Bien podría decirse que en 2023 los argentinos, extenuados por la inflación, la pobreza, los piquetes, la corrupción y la falta de perspectivas, optaron por votar a Javier Milei, quien era un outsider de la política y cuyo discurso prometía un cambio radical, no en el sentido de la Declaración de Avellaneda de 1945, sino a la inversa, declarando una guerra contra el Estado intervencionista. Tocaba tan mal el terceto integrado por Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa, que la población prefirió echarse a la pileta del “bueno por conocer” sin conocerlo, pero con suerte afortunada ya que el novato alcanzó sus primeros objetivos y el país disfruta la olvidada melodía de la estabilidad aún contra los esfuerzos de aquellos por impedirla.

En la actualidad, el dilema podría plantearse nuevamente. Disipado el fantasma de la inflación anual de tres dígitos, desaparecidos los piquetes y reestablecida una cierta normalidad en la vida cotidiana, se han puesto sobre el tapete varios aspectos negativos de la gestión libertaria. Como si la reducción dramática de la pobreza y la recuperación del poder de compra de la moneda fuesen ya datos inamovibles, la crítica se centra en la falta de reactivación, en “la plata que no alcanza” y en sospechas de corrupción que podrían dañar el fundamento ético de quien recorta gastos sociales invocando una cruzada moral contra prebendas y privilegios.

En las idas y venidas del péndulo argentino, ahora movido en tiempo preelectoral, atacar a Milei parece más fácil que pegarle a un chico. Desde la derecha liberal se lo cuestiona por sus errores no forzados, su falta de respeto a las instituciones y por censura previa a la prensa. Sus voceros intentan preservar principios republicanos en peligro por un eventual fracaso de la gestión libertaria que podría arrastrarlos si cayese. Por otro lado, el peronismo en todas sus versiones, repite su consigna secular: los programas de ajuste con apertura económica y repliegue del Estado, siempre terminan en fracasos pues solo benefician al capital financiero en detrimento de la producción y el trabajo. No aclaran que ellos mismos son autores de esa profecía autocumplida a través de su alianza histórica con dirigentes sociales, gobernadores enquistados, sindicalistas corruptos y empresarios prebendarios.

Esa convergencia de críticas podría hacer aplicable aquí la metáfora de las dos orquestas, pues el estrépito de esas objeciones superpone censuras a la gestión de Javier Milei, como gobernante, con un tema de fondo que no debe confundirse con errores o traspiés del Presidente. El diagnóstico de la crisis argentina, tan profunda como arraigada, sigue siendo el mismo, así como único el camino para superarla. En las próximas elecciones se pulsará si los votantes recuerdan cómo tocaba la primera orquesta y si están dispuestos a profundizar las transformaciones indispensables para hacer sustentables los cambios que tanto aprecian y que toman como ya cimentados.

No se puede regresar al plan platita, ni a la reactivación con emisión monetaria, ni a los aumentos de salarios por decreto, acompañados de controles de precios, cierre de las importaciones y brecha cambiaria

El problema de fondo está ahí delante, cualquiera fueren las partituras y sus ejecutantes: un gasto público que asciende al 50% del PBI, la mitad dedicada a gastos sociales, con un déficit que era del 15% en 2023 y que, potencialmente, podría replicarse en cualquier momento, al igual que un estallido inflacionario. En la base del gasto hay un sistema jubilatorio desfondado sin aportantes suficientes y con exceso de beneficiarios. Lo mismo con la salud, donde la pobreza y la prolongación de la vida aumentan los costos de prevenir y curar sin correlato de ingresos para sufragarlos.

Esas necesidades de financiación crecientes por la proliferación de derechos adquiridos, empleos estatales y subsidios sin controles, requiere una economía muy competitiva para hacerlos viables, pero no es así. La productividad del esfuerzo nacional es bajísima por falta de inversión en sectores que generen divisas y esta carencia, a su vez, es causada por falta de seguridad jurídica. Estas próximas elecciones pueden, o no, mejorar esa perspectiva de estabilidad institucional reduciendo el riesgo país y poniendo en marcha un ansiado círculo virtuoso.

Esa realidad es tan obvia, que cualquier orquesta debería partir de igual diagnóstico y proponer remedios racionales para que el país se encauce. Son las famosas reformas estructurales sin las cuales ningún concertista tendrá viabilidad, de cualquier signo que fuese y cualquiera los instrumentos que tocase.

Lamentablemente, en la Argentina no se ha desarrollado una tercera vía, al estilo europeo, que pueda conciliar banderas de progreso social con conceptos básicos de equilibrio fiscal, lógica de mercado, inversión privada y noción de productividad. Eso permitiría una sana alternancia en el poder, como ocurre en la vecina Uruguay, preservando los pilares fundamentales del bienestar general.

De allí el temor de que, por cansancio o por ignorancia, los votantes premien a la segunda orquesta, aumentando el poder legislativo y territorial del terceto expulsado en 2023 o sus versiones aggiornadas para la ocasión, en la errónea creencia de que la estabilidad está asegurada y que, sin tanta severidad fiscal, será posible alcanzar el mejor de los mundos. Si eso ocurriera, la reactivación se demorará, el malhumor aumentará y alguna nueva orquesta pretenderá ganar el próximo concurso…sin ser escuchada.

Deja un comentario

Next Post

Aprovechar la riqueza del suelo para una salud mejor

El financiamiento de la salud se está agotando en los países en desarrollo. Registra los mismos recursos que antes de la pandemia mientras enfrenta demandas y costos crecientes. Una parte del problema radica en los modelos históricos de financiamiento, de inspiración bismarckiana. Los aportes y contribuciones salariales resultan cada vez […]

NOTICIAS RELACIONADAS

error: Content is protected !!