Rafael Guijosa, ex internacional español de balonmano y actual seleccionador nacional de Irán, logró salir del país persa en pleno agravamiento del conflicto bélico con Israel. Tras varios días de encierro en un hotel situado en el distrito 3 de Teherán, una de las zonas más amenazadas por los bombardeos israelíes, Guijosa aguarda en Ereván, la capital de Armenia, la llegada del avión de la Fuerza Aérea Española que debe repatriarlo junto con otros ciudadanos evacuados.
Guijosa, de 56 años y natural de Alcalá de Henares, asumió la dirección técnica del equipo nacional iraní en septiembre de 2024. Desde el inicio de la tensión entre Israel e Irán hace una semana, siguió las instrucciones del Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Embajada de España en Teherán, manteniéndose refugiado en su hotel a la espera de una oportunidad para abandonar el país. El espacio aéreo de Irán permaneció cerrado durante la escalada del conflicto, lo que complicó cualquier intento de evacuación hasta que las autoridades optaron por una salida terrestre por Armenia.
Los días de Guijosa en Teherán estuvieron marcados por la incertidumbre y el temor constantes. El Gobierno de Israel había ordenado la evacuación urgente del distrito donde se alojaba el técnico español, ante los ataques contra posiciones militares y civiles iraníes. “Han caído bombas cerca”, relató Guijosa en un correo electrónico, que fue durante días su única vía de comunicación. La situación se volvió especialmente angustiante el miércoles, cuando las explosiones no cesaban, la ciudad aparecía desierta y algunos cristales del hotel del entrenador terminaron rotos por las ondas expansivas. “Estábamos horas y horas en silencio y, de repente, empezaban las explosiones. No sabías cuándo ni dónde. Era muy difícil encontrar un coche o taxi para acercarme a la embajada. Pero el personal del hotel y la federación iraní me tuvieron muy bien cuidado”, recuerda el exjugador internacional.
En la víspera de la evacuación, las comunicaciones se volvieron más complejas. Las restricciones en el acceso a internet limitaron el contacto con España. Guijosa recibió varias llamadas directas de la Embajada en Irán, en las que explicaron los pasos a seguir para una salida segura. “Me confirmaron que salíamos a la mañana siguiente; a las 5 o 6 teníamos que estar en la embajada”, detalló el técnico poco antes de completar el check-in en Ereván y subirse al avión militar. El propio Guijosa había lanzado días antes un mensaje de SOS a su círculo del balonmano español para alertar sobre la gravedad de su situación y agilizar los procedimientos de evacuación.
La travesía desde Teherán hasta Armenia se extendió durante más de 30 horas y fue organizada en un convoy de tres autobuses, en los que viajaron alrededor de cuarenta personas. “Éramos cuarenta y tantas personas repartidas en tres autobuses por si alguno tenía un problema y había que reubicarnos. De hecho, así fue. Uno sufrió una avería y seis fuimos a un autobús y los otros seis, al otro. Pero todo transcurrió muy bien, no había casi tráfico”, explicó en diálogo con EFE Guijosa, ya en territorio armenio, agradeciendo la labor del personal diplomático español y de la federación iraní.
El cruce de la frontera supuso el tramo más tenso de la ruta, aunque no se registraron incidentes relevantes. Tras llegar tarde a la frontera, el grupo cruzó caminando un pequeño río hasta el control de pasaportes armenio, donde una diplomática española los esperaba con alimentos y otro autobús hacia Ereván. “El viaje al aeropuerto ha durado toda la noche. Y aquí todo muy fácil”, resumió el seleccionador nacional.
Guijosa reconoció que la principal angustia durante la crisis venía de las dificultades para comunicarse con su familia y la posibilidad de quedar incomunicado por la ausencia de internet. En sus mensajes, pidió prudencia y calma, priorizando siempre estar seguro y transmitir tranquilidad a sus allegados.
Rafa Guijosa, además de su experiencia como seleccionador de Irán, ha dirigido a la selección de Ruanda y clubes como Alcobendas y Ademar León. Como jugador, militó en Guadalajara, Juventud Alcalá y Barcelona, y es uno de los nombres más reconocidos del balonmano español.