En un mundo en el que el mal sueño es un problema común y con graves efectos para la salud, desde la obesidad hasta enfermedades cardiovasculares, la búsqueda de soluciones naturales es más urgente que nunca. A raíz de esto, un estudio reveló el potencial de un alimento económico y fácil de cultivar en casa.
Según un estudio realizado con 76 adultos jóvenes y publicado en Food & Function, se conoció que consumir 40 gramos de nueces diariamente con la cena tiene resultados sorprendentes.
- Dormirse más rápido: la gente que consumió nueces se durmió más rápido. En solo cuatro semanas, el tiempo para conciliar el sueño bajó de manera significativa y esa mejora se mantuvo hasta la octava semana.
- Mejor calidad de sueño: después de dos meses, los participantes experimentaron una gran mejora en la calidad general de su descanso.
- Menos sueño durante el día: el consumo de nueces ayudó a reducir considerablemente la sensación de somnolencia durante el día, lo que se tradujo en más energía.
- Descanso más profundo: la eficiencia del sueño, que mide el tiempo real que se duerme, también aumentó después de ocho semanas.
Asimismo, los investigadores creen que los efectos beneficiosos de las nueces se deben a su perfil nutricional único, en particular a su contenido de triptófano y melatonina de origen vegetal.
- Triptófano: es un aminoácido esencial, una pieza clave que el cuerpo necesita para funcionar, pero que no puede producir por sí solo. Por eso, es vital obtenerlo a través de la comida. Una de las funciones más importantes del triptófano es que es el precursor de la serotonina (la “hormona de la felicidad”) y la melatonina.
- Melatonina: es la hormona que regula el reloj biológico del cuerpo, es decir, el ciclo de sueño y vigilia. Cuando oscurece, el cuerpo empieza a producirla, lo que nos hace sentir cansancio. Cuando amanece, su producción se reduce y nos despertamos.
La magia de las nueces no termina ahí. También son una buena fuente de vitaminas B5 y B6, y de magnesio, nutrientes clave para que el triptófano se transforme en serotonina y, finalmente, en melatonina.
Pero hay un dato más: los expertos plantean que, al ser ricas en fibra, las nueces podrían mejorar la flora intestinal. Esta conexión, conocida como el eje intestino-cerebro, es fundamental para que el cuerpo produzca serotonina y melatonina, dos sustancias cruciales para un buen descanso.
Sin embargo, eso no es todo. Los hallazgos del estudio van más allá de la mejora directa del sueño, ya que mostraron un impacto positivo en los ritmos circadianos y la actividad diurna.
El ritmo circadiano es el reloj interno de nuestro cuerpo que controla los ciclos de sueño y vigilia, pero también la temperatura corporal, el apetito y otros procesos. Cuando este ritmo se desajusta, por ejemplo, por la luz de la pantalla del celular o por un viaje, sentimos fatiga, insomnio y otros malestares.
Asimismo, la investigación muestra que las nueces no solo acortan el tiempo que uno tarda en dormirse, sino que reforzaron y ordenaron el ritmo circadiano de los participantes, lo que explica por qué se sintieron con más energía y menos somnolientos durante el día.