El futuro de la Corte: el nombre de Fernández Sagasti divide aguas en el peronismo, que redefine su mapa de poder en el Senado

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El peronismo en el Senado mide cada movimiento. Con la nueva composición del Congreso todavía asentándose, sus referentes evitan pronunciarse sobre candidaturas a la Corte Suprema de Justicia y se aferran a las discusiones más urgentes: cómo ordenar la convivencia interna sin profundizar la fractura entre el kirchnerismo y el PJ ortodoxo.

Este fin de semana LA NACION reveló que la mendocina Anabel Fernández Sagasti es la preferida de Cristina Kirchner para cubrir una vacante en el máximo tribunal. El oficialismo, en paralelo, promovería al camarista Mariano Llorens.

Pero ninguno de los dos nombres -surgidos de comentarios sobre una negociación incipiente entre libertarios y kirchneristas- tiene aval del sector del PJ que integra Unión por la Patria. Sin esa porción del peronismo, cualquier acuerdo para ocupar cargos judiciales luce improbable: se necesitan dos tercios del Senado, es decir, al menos 48 de 72 votos.

Mariano Llorens, Anabel Fernández Sagasti

“Ya tenemos suficientes diferencias internas como para sumar una más con ese nombre”, admitió un referente provincial sobre la posibilidad de que Fernández Sagasti sea candidata. La senadora, espada judicial del cristinismo, hoy es vicepresidenta de la Comisión de Acuerdos, la llave del laberinto institucional por el que transitan los pliegos judiciales, militares y diplomáticos. Desde el 10 de diciembre, esa comisión volverá a reconfigurarse y se disputará férreamente su conducción.

“Esta es la temporada de cargos, despachos, comisiones y estructura administrativa”, sintetizó un legislador experimentado que descree de que las conversaciones sobre pliegos estén lo suficientemente maduras. La palabra que más se repite es “cautela”.

El nuevo Congreso alteró el equilibrio interno. Los libertarios pasaron de seis a 21 senadores y la expresidenta perdió margen: de los 34 que supo reunir en los últimos dos años, quedará con 28 a partir del recambio.

Ese universo está fragmentado en tres bloques -Convicción Federal, Unión Ciudadana y Frente Nacional y Popular- pero solo 12 senadores responden de manera directa a San José 1111. El resto se mueve con más autonomía y con prioridades provinciales que buscan recuperar centralidad. “Hasta ahora hubo una unidad dogmática donde la única provincia que existía era la de Cristina Kirchner”, ironizó un senador peronista. “En esta etapa, la identidad provincial ganará volumen”, vaticinó.

Fernando Salino (San Luis) es el presidente del bloque Convicción Federal, donde anidan los peronistas alejados del kirchnerismo; Juliana Di Tullio (Buenos Aires), es una referente de Cristina Kirchner en el Senado

El interrogante es qué forma adoptará ese reordenamiento y cómo evitará el justicialismo “romperse en mil pedazos”. Todos miran con atención lo que ocurra en Buenos Aires con el Presupuesto 2026. Axel Kicillof necesita aprobar gastos, proyecciones y endeudamiento. El año pasado el kirchnerismo duro se negó a acompañarlo y dejó a la provincia sin ley. Si la historia se repite, la tensión escalaría y debilitaría aún más los puentes ya endebles entre los gobernadores y Cristina Kirchner en el Congreso Nacional.

Lo más probable es que en el Senado termine de consolidarse un polo de gobernadores peronistas que no se alinean con la conducción de la expresidenta. Hoy esa expresión se ve en Convicción Federal, con Fernando Salino (San Luis), Guillermo Andrada (Catamarca), Carolina Moisés (Jujuy) y Fernando Rejal (La Rioja). Daniel Bensusán (La Pampa) es uno de los que podría sumarse.

Con juego propio

Todos observan el rol que adoptará Gerardo Zamora, jefe político de Santiago del Estero, que desembarca con volumen propio en el Senado y evalúa jugar por afuera del armado kirchnerista junto a Elia Moreno. En Diputados controlará seis de siete bancas de su provincia y será una pieza clave para articular mayorías.

Gerardo Zamora fue uno de los gobernadores peronistas que se reunió con Javier Milei en Casa Rosada; el 10 de diciembre asumirá como senador

Los peronistas sin tierra, aún alojados en Unión por la Patria pero con lealtades ancladas en sus provincias y no en la interna bonaerense, cotizan en alza. Son los que asoman como posible bisagra para despegarse del kirchnerismo duro y articular un nuevo orden.

En ese terreno intenta moverse el gobernador salteño Gustavo Sáenz, distanciado de Cristina desde hace años. Busca reunir a legisladores peronistas con identidad propia en un espacio común. Ya conversó con senadores y diputados, pero por ahora ese esquema es más anhelo que realidad. Entre quienes exploran ese armado, sin embargo, hay un objetivo claro: construir un espacio que pueda convertirse en la llave para reunir dos tercios sin depender del kirchnerismo duro.

Los números cierran: si Convicción Federal y los santiagueños se apartaran del paraguas que hoy conduce José Mayans, ese bloque quedaría con 22 senadores, menos de un tercio de la Cámara. “Si es para votarle todo al Gobierno, no”, advierte un peronista ortodoxo. La intención, dicen, es armar un espacio “con mirada crítica”, que negocie caso por caso y se desmarque de la lógica dogmática del kirchnerismo, esa que muchos resisten y resumen así: “Oponerse solo por oponerse”.

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