Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Cádiz desenterró uno de los descubrimientos más sorprendentes del megalitismo europeo, una tumba de más de 5000 años de antigüedad con restos humanos y valiosos objetos rituales. El hallazgo tuvo lugar en la necrópolis de La Lentejuela, situada cerca del municipio de Teba, en Málaga, y se suma al patrimonio monumental prehistórico de la península ibérica.
El lugar excavado de casi 13 metros de longitud fue construido con enormes losas de piedra, algunas de más de dos metros de altura, utilizadas para crear muros, cámaras internas y compartimentos funerarios. Esta estructura, que estaba bien conservada a pesar del paso del tiempo, permitió a los especialistas reconstruir su diseño original y comprender con mayor precisión las prácticas funerarias de las comunidades neolíticas que las utilizaron.
Durante la excavación, liderada por los investigadores Eduardo Vijande y Serafín Becerra, el equipo identificó distintas áreas de la tumba que contenían restos óseos humanos, lo que confirma su uso como fosa común. Además, se hallaron puntas de flecha de sílex, hojas de piedra, una alabarda finamente trabajada y ornamentos confeccionados con materiales poco habituales en la región como ámbar, marfil y conchas marinas.
La presencia de las conchas marinas tan lejos de las zonas costeras sugiere la existencia de rutas comerciales a larga distancia y la circulación de bienes con fuerte carga simbólica. Según los expertos, el mar pudo haber representado un elemento de prestigio, vinculado al estatus social o a creencias religiosas de la época.
Más allá de su función como tumba, este descubrimiento representa una pieza clave para entender el universo simbólico y social de las comunidades prehistóricas ibéricas. Los dólmenes, que es como se llaman estas estructuras construidas durante el Neolítico y el Calcolítico, se encuentran diseminados por toda Europa. Los mismos fueron utilizados no solo como lugares de entierro, sino también como espacios rituales, marcadores de propiedad de la tierra o incluso instrumentos vinculados a fenómenos astronómicos, como los solsticios de invierno y verano.
Precisamente, España es una zona rica en monumentos megalíticos, que contiene pequeños dólmenes, como otros más complejos como el Dolmen de Guadalperal, también conocido como “el tesoro de Guadalperal”. Esto los hace un importante patrimonio cultural que distintas organizaciones tratan de proteger.
El equipo que llevó adelante este descubrimiento era parte del proyecto Monumentalidad, Tiempo y Sociedad: El Fenómeno Megalítico en la Necrópolis de La Lentejuela, que se desarrolló en cuatro etapas. Algo que remarcaron los especialistas es que en la carrera por descubrir mayores avances en la investigación se convocaron a gran cantidad de estudiantes universitarios, quienes pudieron formarse mientras desentrañaban historias del pasado.
De esta manera, jóvenes arqueólogos ganaron experiencia con la cultura material prehistórica y las técnicas de excavación. “Este aspecto educativo subraya la amplia contribución del proyecto al avance de la investigación académica y la preservación del patrimonio en Andalucía”, señalaron desde la Universidad de Cádiz.