Los golden retriever se destacan por ser animales sociables, afectuosos y muy compañeros tanto con las personas como con otros perros. Así, se caracterizan por su entusiasmo para jugar y por su capacidad para incorporar órdenes con rapidez. Ahora, un equipo de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, logró localizar una docena de genes en esta raza que también participan en procesos vinculados al temperamento, los procesos cognitivos y la salud mental en humanos.
El trabajo se difundió en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) y tomó como base el análisis del ADN de más de 1343 golden retrievers, junto con la observación de sus conductas cotidianas. “Los hallazgos son realmente sorprendentes, ya que aportan una fuerte evidencia de que humanos y golden retrievers tienen raíces genéticas compartidas para su comportamiento”, afirmó Eleanor Raffan, veterinaria y docente de fisiología de sistemas en la institución británica.
En la investigación participaron especialistas de la Fundación Morris Animal, de la Universidad de Lincoln y de diversas entidades de Europa y el Reino Unido. Se combinaron muestras sanguíneas y cuestionarios para profundizar en los estados emocionales, hábitos y temperamento de cada animal.

El estudio surgió a partir de la inquietud de los científicos por comprender por qué algunos golden retriever muestran temores o nerviosismo, mientras otros resultan más tranquilos y seguros. Los investigadores contemplaron que veterinarios y familias que conviven con esta raza registraban diferencias entre perros criados bajo condiciones similares. Entonces, se plantearon el desafío de determinar hasta qué punto influye el ambiente y qué preponderancia tiene la genética.
Los científicos trabajaron en la elaboración de un mapa genético del comportamiento que permita identificar el origen de determinados miedos, la facilidad para aprender y ciertas dificultades de interacción. Para avanzar, el equipo estudió a perros de entre tres y siete años, donde cada dueño respondió el cuestionario internacional C-BARQ, que evalúa 73 tipos de conductas.
Además, los especialistas tomaron muestras de sangre para obtener el ADN y localizar variantes relacionadas con emociones y comportamientos. Los resultados de los golden se compararon con datos genéticos y emocionales de humanos. Esa contrastación permitió detectar genes coincidentes asociados con el miedo, la agresividad, la facilidad de aprendizaje y los niveles de energía entre ambas especies.

El análisis identificó doce regiones genéticas clave. Así, por ejemplo, el gen PTPN1 se relacionó en los perros con comportamientos agresivos hacia otros animales y, en humanos, con rasgos de inteligencia y depresión. En tanto, el gen ROMO1 incidió en la facilidad de entrenamiento para los golden y en la sensibilidad emocional humana.
Para los investigadores de Cambridge, los genes pueden influir en tendencias como el temor, la energía o la capacidad de aprendizaje, pero no definen por completo la personalidad. El ambiente, la crianza y las experiencias individuales también ejercen un impacto notable en la formación de la personalidad.
Por ese motivo, los científicos recomendaron que veterinarios y cuidadores contemplen tanto el perfil genético como la historia de vida del animal. Comprender esta combinación facilita ajustar el adiestramiento y los cuidados a cada caso particular, con el fin de alcanzar el perro más adecuado para cada familia.
