Este lunes por la madrugada en Roma, Italia, falleció el papa Francisco a sus 88 años en su residencia de la Casa Santa Marta del Vaticano, según informaron desde la Santa Sede.
“Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados”, comentó el cardenal estadounidense Kevin Farrel, camerlengo de la Santa Sede y el encargado de administrar la sede vacante, quien además está a cargo de presidir el rito de certificación de muerte.
Francisco: El papa sencillo del fin del mundo que rompió moldes y abrió la Iglesia como nunca antes
Su pontificado había iniciado en marzo de 2013, cuando fue elegido como el primer papa latinoamericano. Su liderazgo estuvo marcado por un impulso de renovación dentro de la Iglesia, con ejes en la inclusión, el diálogo interreligioso, la preocupación por la crisis ambiental y el compromiso con la paz.
Los gestos que Francisco tuvo a lo largo de su papado fueron señal de los cambios que buscaba para la Iglesia. En ese 2013, Francisco sorprendió al Vaticano —y al mundo— conduciendo un modelo blanco de un histórico auto francés por las calles del pequeño Estado.
Se trata de un Renault 4 modelo 1984 que tenía 300.000 kilómetros recorridos y que fue obsequiado por el sacerdote italiano Renzo Zocca, entonces párroco de la periferia de Verona, a Francisco, según informó en su momento el diario El País.
Durante más de dos décadas, ese Renault había sido su herramienta de trabajo pastoral en zonas golpeadas por la droga y la exclusión social. Convencido de que el auto tenía una misión más por cumplir, el cura le escribió una carta al Papa proponiéndole el inusual obsequio, que en principio fue rechazado por el sumo pontífice.
Al final, el Papa accedió con una condición: que el cura tuviera otro vehículo disponible para movilizarse. El 7 de septiembre de ese año, el Renault 4 llegó en grúa al Vaticano, acompañado por una caravana de vecinos del barrio Saval. Francisco, enterado del gesto colectivo, fue él mismo hasta la puerta a recibir el regalo. No solo agradeció la ofrenda: se subió, encendió el motor y lo condujo personalmente hasta su residencia.
El Renault 4, producido entre 1961 y 1992, es uno de los autos más emblemáticos para múltiples mercados. Conocido por su simpleza mecánica, bajo consumo y confiabilidad, fue símbolo de movilidad accesible durante décadas. La unidad que manejó el Papa había sido fabricada en 1984 y, a pesar de sus más de 300.000 kilómetros de uso, seguía en funcionamiento gracias al esmero de su dueño original.
El gesto de Francisco fue leído como un acto de coherencia con su visión del papado: cercano, despojado de lujos, comprometido con los márgenes. Y aunque los vehículos oficiales del Vaticano solían ser de alta gama, aquel modelo tan conocido por los argentinos quedó en la memoria colectiva como un emblema de sencillez.