El joven que escuchaba tras una puerta entreabierta: Leandro Illia recuerda desde adentro el gobierno y la caída de su padre

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Leandro Illia y el libro sobre la historia y las ideas de su padre, Arturo. (Jaime Olivos)

¿Se parece? Imposible no mirar a Leandro Illia y buscar en él los rasgos de su padre, Arturo, ese presidente argentino que en la memoria quedó como un símbolo de la democracia y, también, de sus complicaciones. Acá está el hijo para contar, en Arturo Illia. Mi padre, un libro que acaba de publicar, que el político radical planteó un programa económico con soberanía nacional dentro del marco del capitalismo. Pero, se sabe, las cosas no fueron fáciles, sus adversarios lo apodaron “la tortuga” y un golpe militar encabezado por Juan Carlos Onganía lo derrocó en junio de 1966. Leandro estaba ahí.

-¿Dónde?

-En la Casa de Gobierno con mi padre. Esa noche, el 28 de junio, estuve desde las siete de la tarde. Estábamos, con los ministros y con mucha gente amiga. Entraron tres o cuatro generales y coroneles. Mi viejo los sacó volando. “Salteadores nocturnos”, los llamó. Y después, el único que hizo ostentación de armas fue (el coronel Luis) Premoli. Yo lo quise tirar por la ventana, le decíamos “cobarde, basura”, y de todo, te imaginás. Me agarraron, nos separaron. Mi viejo los echó. Y después, como a las seis, siete horas, entra (Luis César) Perlinger, que es el que trae la policía y nos desaloja.

Así, en primera persona, es como Leandro Illia cuenta ahora los entretelones de la Historia argentina. Tenía 17 años cuando asumió su padre, 20 cuando lo sacaron del poder. Estudiaba Derecho. Y había estado muy cerca de los acontecimientos, a veces como espiando en la Residencia de Olivos. “Me gustaba dejar la puerta entornada porque me interesaba escuchar”, cuenta en el libro.

Ahora que es grande, Leandro Illia recibe a Infobae en el living de su casa, en el barrio de Belgrano. Va a la cocina, calienta el café. En un rato mostrará algunas de las fotos del aparador: su padre en funciones, su madre, él mismo, muy jovencito.

Arturo Illia, presidente entre 1963 y 1966.

-¿Y cómo siguió la vida después del golpe? ¿Con amargura?

– No, mi viejo era un tipo muy íntegro, muy valiente. ¿No te digo que los sacó zumbando? A uno le dijo: “Usted es un cobarde que mano a mano no se atrevería”. Y, cuando salimos, le digo: “¿Y dónde vas a ir, papá?” Si no teníamos ni un metro cuadrado nosotros en Buenos Aires… No teníamos casa. Se fue a lo de su hermano y yo a lo de unas tías.

Pero esto es el final de la entrevista. Illia no escribió el libro sólo para hablar del golpe -aunque lo cuenta- sino, sobre todo, para mostrar la figura política de su padre. Para decir que se puede construir un país y hacerlo crecer con democracia y atendiendo a los intereses nacionales. En el fondo, el libro se trata de eso.

-Es habitual que se recuerde a su papá por la honestidad, pero usted en el libro va más allá de eso.

-Es mucho más. La honestidad es una característica de él, pero la principal característica de la honestidad es la honestidad intelectual. Esa es la que yo trato de destacar, fundamentalmente. ¿Por qué? Porque él cumplió todo lo que prometió.

“Se armó una especie de discusión violenta, porque Perón defendía al fascismo, toda esta idea totalitaria”

-Se puede ser honesto y mal presidente.

-Exactamente. O ineficaz. Y es lo que trato, de alguna manera, de resaltar en el libro. Yo, como hijo, lo he vivido desde el año 62, cuando él fue electo gobernador de Córdoba, aunque después se anularon las elecciones. Vi su visión estratégica del mundo. Ya había dicho en una entrevista: “Vamos a comerciar con todos los países del mundo, con todos”. Y en esa concepción incluía a Asia, fundamentalmente. Es decir, no se plegó a la teoría de la bipolaridad que regía en ese momento, Estados Unidos o Rusia. No era tan fácil romper esa bipolaridad. Le vendimos alimentos a China en un momento en que ellos lo necesitaban mucho y todavía se lo acuerdan; me hablaron de eso cuando fui hace unos años, antes de la pandemia. Y con esa plata, la plata de China, se pagó la deuda externa en los años 64, 65 y 66. Se disminuyó la deuda externa de 3.400 a 2.800 millones de dólares. Y algo que no sabe nadie.

-¿Qué es lo que no sabe nadie del gobierno de Illia?

-Le propuso a Eduardo Frei, el presidente de Chile, hacer una confederación entre los dos países. Donde cada país tuviera su autonomía. La sede iba a estar en Córdoba. Nosotros necesitábamos un puerto en el Pacífico, con la visión de abaratar los costos y la logística a China. Y los chilenos necesitaban los puertos en el Atlántico. Frei se embala. Dice: “Sí, sí, nosotros lo necesitamos”. Incluso por el cobre. Pero son cosas que no saben porque no se publicitaron.

Leandro Illia con las foto de sus padres. (Jaime Olivos)

-Tampoco se conoce mucho su encuentro con Perón en Alemania.

-Como médico, en Cruz del Eje, él le había salvado la vida a un amigo que tenía tifus. Era dinamarqués y le pagó con un viaje a Alemania. Era el año 33, mi padre todavía era, soltero. Y ahí vivió todo el fenómeno del nazismo y del fascismo.

-Hasta estuvo preso.

-Fueron a la famosa cervecería de Múnich (donde Hitler intentó dar un golpe en 1923). Esto me lo contó mi padre, por eso lo cuento. Había un grupo importante de gente nazi que cantaba una marcha. Y todo el mundo de pie, por supuesto. Entonces, mi padre les dice a los dos: “Ustedes se quedan sentados, nadie se levanta acá”. La cuestión es que se quedan sentados y cuando termina la marcha se le vienen al humo. Tal lío se armó, que los meten presos. Casi una semana preso.

“Duró dos minutos la conversación con el embajador de Estados Unidos”

-¿Y Perón?

-El amigo de mi padre tenía un amigo alemán, que lo sacó de la cárcel. Y los invitó a cenar. Y ahí se encuentran al cónsul argentino en Italia y al ayudante militar, que era Perón.

-No congeniaron.

-Se armó una especie de discusión violenta, porque Perón defendía al fascismo, toda esta idea totalitaria. No se llegó a las manos, pero casi.

-¿Y se volvieron a encontrar?

-No. No, que yo sepa.

-En el libro se ve que usted anda mucho por la Rosada, en cosas de gobierno… ¿Por qué? ¿Era asistente de su padre?

-Yo trabajaba en la facultad a la mañana, estudiaba la tarde y a las seis y media me iba a la Casa de Gobierno. ¿Por qué? Porque mi papá vivía en la Casa de Gobierno, no vivía en Olivos. Él venía los sábados o venía conmigo los viernes a la noche. A veces comía con él, a veces íbamos al Café Tortoni. Yo andaba por todos lados, me metía en todo, me iba al Ministerio del Interior… No para contarle a mi viejo, con la intención de aprender.

Leandro Illia defiende la gestión de su padre, dice que fue mucho más que un político honesto. (Jaime Olivos)

-¿Por qué lo votaron a su padre? ¿Para que hiciera qué?

-Creo que lo votó mucho el peronismo..

-El peronismo proscripto.

-Sí, el peronismo proscripto.

-Aunque el voto en blanco hizo una gran elección, lo leí en su libro.

-Creo que lo votan primero, bueno, por su conducta, su apego a la soberanía nacional. Ya era un hombre conocido, más allá de que cuando es electo gobernador en el 62, le gana al peronismo sin proscripciones, porque el peronismo en ese momento tenía otro nombre en Córdoba, y le gana, le gana ahí, pero le gana. Y en las elecciones presidenciales saca ell 25,8 % de los votos. Es cierto que se proscribe el peronismo, pero lo proscribió el militarismo, no Arturo Illia. Más bien, Arturo Illia levanta la proscripción del peronismo en el año 65.

-Entonces… ¿lo votaron para que llevara adelante su plataforma? Plantea por ejemplo la derogación de toda represión a actividades política y gremiales, además de la denuncia de los acuerdos “que subordinan el manejo de la economía nacional a decisiones del FMI” y la “nulidad de los contratos petroleros y eléctricos”. También protección a la industria nacional y sustitución de importaciones…

-Primero, la anulación de los contratos petroleros de Frondizi, que eran nulos de nulidad absoluta porque no habían pasado por el Congreso. Se había prometido su anulación en defensa de la soberanía nacional. Porque YPF tenía que volver ser el instrumento insustituible para la soberanía nacional a través de un recurso geoestratégico que es el petróleo. Acá hubo tres personajes en la Argentina que defendieron el petróleo: Yrigoyen, Mosconi y mi padre. Y cuando lo hizo, YPF no dejó de producir lo que estaba produciendo con las empresas privadas.

El presidente Illia, al abandonar la Casa Rosada, el 28 de junio de 1966.

-Pero eso generó un ruido con Estados Unidos.

-Mi padre había hablado con Kennedy. Pero apenas firma la anulación el embajador McClintock pide una reunión urgente con mi padre. Y esa así yo la la escucho porque se hace un sábado a la tarde en Olivos. Yo estaba solo con mi padre, porque mi madre estaba haciéndose revisar el tratamiento por un cáncer en Córdoba. Bueno, yo lo recibo. A las once de la mañana en punto. Y… baja mi papá, hace los saludos protocolares, y dice: “Venga, pase por acá”. Porque el escritorio estaba en una parte del living. Al lado del despacho había un cuartito muy chiquito, que tenía una puerta que daba al despacho y otra puerta que daba al living. Entonces yo empiezo a escuchar ahí las conversaciones. Ni mi viejo sabía. Dejo entreabierta la puerta. La conversación con el embajador empieza más o menos así: primero, el embajador dice: “Presidente, si usted no anula la anulación de los contratos, Estados Unidos no va a ayudar más a la Argentina”. Entonces, mi padre le dice: “¿Usted habla en nombre del Gobierno de Estados Unidos?“. ”Sí, hablo en nombre del Gobierno de Estados Unidos y de las empresas que han sido perjudicadas». Y mi padre le dice: “Bueno, eso que usted me está diciendo me lo va a tener que decir por escrito. Y acá terminó la conversación”. Era un tipo muy valiente. Duró dos minutos la conversación. Y ese mismo día fue reemplazado el embajador de Estados Unidos.

Leandro y Arturo Illia

-Le pregunté por qué lo habían votado. Ahora le pregunto por qué lo derrocaron.

Ah, los grandes intereses, los grandes intereses. Primero, obviamente, la CGT. Perón también estuvo en el golpe. Decían que era lento. Porque era lento. Claro, lo que pasa es que tocó intereses muy poderosos. El petróleo, los medicamentos, la autonomía internacional. Y Malvinas. El tema de Malvinas es muy, muy importante. Porque Argentina consigue en Naciones Unidas la resolución famosa 2065. En ese momento, se empezaba a configurar en Naciones Unidas todo el grupo anticolonialista, donde participaba África, participaba la India. Se ponen de acuerdo en que todas las delegaciones de estos países iban a votar lo que proponía Argentina. ¿Qué proponía Argentina? Discutir la soberanía. Y se gana. En enero del 66, llega el canciller inglés acá y se pone a trabajar con el argentino. Inglaterra de ninguna manera quería, pero estaba obligada por Naciones Unidas. Mirá lo que se hubiera evitado. Las muertes, la aventura de Malvinas. Pobres héroes de Malvinas. Y bueno, lamentablemente en 1966 se quebró todo.

-¿Cómo se imagina a su padre en la política de hoy?

-No, no me lo imagino. Esto es la negación de la política, para ser breve. Estamos viviendo una decadencia de los valores, totalmente.

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