El libro donde el papa Francisco responde preguntas “difíciles” de chicos: ¿qué pasa después de la muerte?

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“Pongo en funcionamiento dos grabadoras y comenzamos. Lo sé, lo entiendo: al Papa le gustaría tener a estos niños frente a él. Ahora, sin embargo, solo me tiene a mí enfrente, y claramente la mía no es la cara de ningún niño”, escribe Antonio Spadaro, director de la revista jesuita La Civiltà Cattolica, en el prólogo del libro Querido Papa Francisco (Agape Libros-Ediciones Mensajero, 2016), el primero que un pontífice les dedica a los chicos.

El periodista italiano fue el encargado de acercarle al Papa 30 cartas de niños de todo el mundo para que él las conteste. “De vez en cuando, el Papa mira a lo lejos y responde al niño a quien trata de imaginar -describe Spadaro-. Responde, no mirándome a mí, sino mirando a la imagen hipotética de Ryan, João, Nastya, Emil, Tom, Ivan…”.

La consigna fue la misma para todos: Si le pudieras hacer una pregunta al Papa Francisco, ¿qué le preguntarías? Sacerdotes jesuitas y laicos esparcieron la instrucción a través de 26 países. El resultado fueron 259 cartas, entre las que se seleccionaron las 30 que luego llegarían a Francisco. Algunos le escribieron al Papa desde la comodidad de sus casas, otros desde un campo de refugiados.

Las preguntas no son enrevesadas ni están decoradas con verbos y adjetivos encumbrados. Todo lo contrario. Con la curiosidad honesta y sin tapujos que solo un niño puede tener, los chicos hicieron preguntas simples y llanas: “¿Cómo hizo Jesús para caminar sobre el agua?”; “Nuestro familiares fallecidos, ¿pueden vernos desde el cielo?”; “¿Cuál fue la decisión más difícil que tuviste que tomar?”; “Mi abuelito, que no era católico, ¿irá al cielo cuando muera?”; “¿De chico te gustaba bailar?“, entre muchas otras.

Tras la publicación del libro, los niños que participaron con sus cartas fueron invitados a tener un encuentro con el Papa en el Vaticano

Spadaro se sorprendió con la respuesta del Papa al hojear las cartas por primera vez: “¡Pero estas preguntas son muy difíciles!”, exclamó. El periodista, que ya las había leído, y asintió.

En su simplicidad, muchos de los interrogantes planteados por los niños esconden una profundidad que Francisco supo capitalizar en respuestas que interpelan, no solo a los niños, sino también a los adultos.

LA NACION replica en esta nota algunos de estos diálogos epistolares.

Familiares fallecidos

Querido Papa Francisco: Nuestros familiares fallecidos, ¿pueden vernos desde el cielo? (Emil, 9 años, República Dominicana)

Francisco: Querido Emil, ten la seguridad de que sí te pueden ver. Imagino que estás pensando en tus parientes que están en el cielo. Tú no los ves, pero sí, cuando Dios lo permite, ellos nos ven, por lo menos en algunos momentos de nuestra vida. No están lejos de nosotros, ¿sabes? Ellos rezan por nosotros y cuidan de nosotros con cariño. Esto es lo importante.

Puedes imaginar así a tus parientes fallecidos: sonriéndote desde el cielo. Tú los dibujaste volando junto a mí, pero ellos «vuelan» junto a ti y te acompañan con cariño.

El cielo

Querido Papa Francisco: Mi mamá está en el cielo, ¿le crecerán alas de ángel? (Luca, 7 años, Australia)

-Querido luca: ¡No, no, no! Tu mamá está en el cielo hermosa, espléndida, llena de luz. No le crecieron alas. Es exactamente la mamá que tú conoces pero más hermosa, como nunca antes. Y ella te mira y te sonríe a ti, que eres su hijo. Tu mamá está contenta cuando ve que te comportas bien. Si no te comportas bien, ella te quiere igualmente y le pide a Jesús que te ayude para que seas más bueno. Piensa así en tu mamá: hermosa, sonriente y llena de amor por ti.

Querido Papa Francisco: mi abuelito, que no es católico pero que tampoco está dispuesto a hacer el mal, ¿irá al cielo cuando muera? Quiero decir, si una persona nunca hace penitencia, ¿cómo de grande tiene que ser el pecado que cometa para que vaya al infierno? (Ivan, 13 años, China)

Francisco: Querido Ivan: Jesús nos ama muchísimo y quiere que todos vayamos al cielo. La voluntad de Dios es que todos nos salvemos. Jesús nos acompaña hasta el último momento de nuestra vida para que podamos estar siempre con él. Las apariencias pueden engañar, claro. Por ejemplo, hay quien imagina que si uno no sigue todas las reglas de la Iglesia al pie de la letra, irá con certeza al infierno. Pero en cambio, Jesús está junto a nosotros hasta el último momento de nuestra vida para salvarnos.

Una vez, una señora acudió a un sacerdote santo que se llamaba Juan María Vianney, párroco de Ars en Francia. Se puso a llorar porque su marido se había suicidado tirándose de un puente. Estaba desesperada porque imaginaba que su marido seguramente estaba en el infierno. Y sin embargo, el padre Juan María, que era un santo, le dijo: «Mira que entre el puente y el río está la misericordia de Dios».

Ángel de la guarda

Querido Papa Francisco: ¿Las personas malas también tienen ángel de la guarda? (Karla Marie, Nicaragua, 10 años)

-Querida Karla Marie: todos tenemos un ángel de la guarda. Una forma de ayudar a las personas que hacen algo malo es rezar a su ángel de la guarda para que las ayude a hacer el bien. También podemos rezar a nuestro propio ángel de la guarda para que se haga amigo del ángel de la guarda de la persona que hace algo malo, porque su ángel puede ayudarla a entrar en razón. Los ángeles de la guarda tratan de hacernos entender en qué nos equivocamos, nos hacen sentir las cosas que no están bien, nos ayudan a pensar en cosas buenas, en una palabra: nos cuidan. Los niños deben saber que todas las personas, ya sean buenas o malas, tienen un ángel de la guarda al que pueden rezar para que las ayude a mejorar.

Dios nos da ángeles para ayudarnos a mejorar, cambiar y ser personas que se comportan como a él le gusta. Pero claro, hay personas que no siempre escuchan a sus ángeles de la guarda, en algún caso casi nunca, pero aun así, su ángel siempre las acompaña. Siempre.

“Ganar una guerra es no hacerla”

Querido Papa Francisco: ¿Cómo puedes solucionar los conflictos que hay en el mundo? (Michael, 9 años, Nigeria)

–Querido Michael: hay que ayudar a las personas de buena voluntad a hablar de la guerra como algo malo. La gente quiere hacer la guerra para tener más poder y más dinero. La guerra es solamente el fruto del egoísmo y de la avaricia. Yo no puedo resolver todos los conflictos del mundo, pero tú y yo podemos tratar de hacer de esta tierra un mundo mejor. La gente sufre y tu dibujo también muestra tristeza. Tú conoces el conflicto, lo veo. Pero no hay una varita mágica. Hay que convencer a todos de que la mejor manera de ganar una guerra es no hacerla. No es fácil, lo sé. Pero yo lo intento. Inténtalo tú también.

“Conocer mejor a tu amigo Jesús”

-Querido Papa Francisco, ¿por qué crees que los niños tienen que ir a catequesis? (Ana María, 10 años, Brasil)

-Querida Ana: vas a la catequesis para conocer mejor a Jesús. Si tienes un amigo te gusta estar con él y conocerlo mejor. Te gusta jugar con él, conocer también a su familia, su vida, dónde nació y dónde vive. Y eso es lindo.

La catequesis te ayuda a conocer mejor a tu amigo Jesús y a conocer a su gran familia que es la Iglesia. Pero hay muchas, muchas maneras de conocer a Jesús. Tengo que decirte una cosa: no es tanto que se aprenda sobre Jesús sino que se le busca para conocerle como persona. Cuando buscas a Jesús, es él quien viene a tu encuentro y te ayuda a conocerle.

El dibujo de la tapa del libro fue extraído de una de las 30 cartas que contestó el Papa

Yo puedo saber también muchas cosas sobre Jesús, pero esto no es suficiente. Aunque puedes conocer su historia, lo que ha hecho…, a Jesús no se le conoce solo estudiándolo. Se conoce a Jesús leyendo el Evangelio, rezando, buscándolo en todo lo que haces, haciendo el bien a quienes están necesitados, ayudando a los enfermos. Entonces, si haces eso, será precisamente Jesús quien se acerque a ti para que tú lo puedas encontrar y conocer.

¿Qué más quieres hacer en tu vida para que el mundo sea más bello y justo?

-Querido Papa Francisco: tú ya no eras muy joven y ya has hecho muchas cosas. ¿Qué más quieres hacer en tu vida para que el mundo sea más bello y justo? (mellizos Hannes y Lidewij, 9 años, Holanda)

Queridos Hannes y Lidewij: me gustaría hacer muchas cosas. Me gustaría sonreír siempre, sonreír a Dios ante todo para agradecerle todo el bien que hace a la gente. Quisiera dar las gracias a Dios por su paciencia. ¿Habéis pensado cuánta paciencia tiene Dios?

Dios es muy paciente. Dios nos aguarda, nos espera. Quisiera ayudar a la gente que sufre, hacerlo de manera que no haya más injusticias, o por lo menos que no haya tantas. Quisiera ayudar a los niños a conocer a Jesús. Me gustaría que no hubiera más esclavos en el mundo. Hay muchos esclavos todavía en el mundo. Muchos. Eso es lo que me gustaría hacer, pero soy viejo y me queda poco hilo en el carrete así que… Dios dirá.

El detrás de escena

Spadaro recuerda con cariño la tarde calurosa de verano de 2016 en que llegó al Vaticano para reunirse con Francisco, para entregarle las cartas de los niños y para grabar sus respuestas. Dice que el Sumo Pontífice en persona le abrió la puerta de su despacho, y que le ofreció un jugo de durazno que sacó de su heladera. La reunión duró una hora y media, cuenta en el libro. El Papa contestó las 30 preguntas y, al finalizar, le dijo que se quedó con ganas de contestar todas las demás.

Tras apagar el grabador, Spadaro vio a Francisco satisfecho. La tranquilidad en su rostro le hizo recordar un discurso que el Papa había dado un tiempo atrás, en el que había rememorado una anécdota del papa Pablo VI, canonizado en 2018: “Pablo VI había recibido una carta de un niño con muchos dibujos. Dijo que, con un escritorio al que llegan solo cartas con problemas, la llegada de una carta así le hizo mucho bien. La ternura nos hace bien”.

“Me doy cuenta de que el lenguaje del Papa Francisco es sencillo y de que él vive en palabras sencillas. Porque Dios es sencillo. La ternura de Dios se revela en su sencillez”, escribe Spadaro.

Y sostiene: “Estoy seguro de que las respuestas del Papa Francisco a estas preguntas harán bien a todos, especialmente a quienes rechazan tener la sencillez de los niños”.

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