El mayor peligro para el presidente Milei

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Resultaría paradójico que quienes más puedan beneficiarse del episodio que sacude al primer candidato a diputado nacional por el oficialismo en la provincia de Buenos Aires, José Luis Espert, en plena campaña proselitista, sean los representantes de un movimiento político como el kirchnerismo, cuyos líderes han sido artífices de la megacorrupción y del mayor crecimiento del narcotráfico en la Argentina. Tan absurdo como que Cristina Kirchner pueda liderar desde su detención domiciliaria una campaña por la falta de transparencia en el gobierno de Javier Milei.

El financiamiento de las campañas políticas ha sido tradicionalmente rodeado de sombras y sospechas. Es útil recordar que, tras la victoria electoral de Cristina Kirchner en 2007, un peritaje contable hecho por expertos de la Corte Suprema de Justicia determinó, junto a otras evidencias, que tres laboratorios aportaron fondos de dudoso origen a la postulación de la expresidenta. Uno de esos laboratorios pertenecía a la esposa de Sebastián Forza, asesinado en el triple crimen de General Rodríguez y vinculado con el negocio de la efedrina y los carteles mexicanos de la droga.

“No tenemos que darle explicaciones al kirchnerismo ni nos vamos a dejar correr por ellos”, aseguran los voceros mileístas, al tiempo que habilitan la posibilidad de que el kirchnerismo se haga un festín cada semana. El propio Milei imaginó que, por el solo hecho de señalar que el kirchnerismo no debe volver “nunca más”, no hacía falta brindar explicación alguna sobre casos como el de $LIBRA o las supuestas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad. La consecuencia fue que el Gobierno terminó comunicando tarde y mal, y olvidando que, como decía el expresidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, “gobernar es explicar”.

El mejor ejemplo de ese mismo error lo cometió el propio Espert durante la última semana, cuando en alrededor de diez oportunidades, en sendas entrevistas televisivas, se negó a responder si efectivamente había recibido 200.000 dólares de Fred Machado, amparándose en que contestar esa pregunta era entrar en el juego de su denunciante, Juan Grabois. No era a Grabois -procesado por la ocupación ilegal del Instituto Juan Domingo Perón e imputado por el manejo irregular del Fondo de Integración Social Urbano (FISU)- a quien le debía una respuesta, sino a los ciudadanos a quienes les está pidiendo el voto. Un día después, tras la divulgación por LA NACION de los comprobantes en poder de la justicia estadounidense que dan cuenta de una transferencia por ese monto a la cuenta personal de Espert en Estados Unidos en 2020, el candidato depuso su actitud inicial e intentó aclarar todo en un video.

El respaldo de Milei a Espert (Fuente: @JMilei)

Entre los muchos riesgos que enfrenta el gobierno nacional, hay uno que debería preocupar en particular a Milei y que empieza a ser advertido por algunos de sus colaboradores. Es el peligro de que muchos de quienes lo votaron en el balotaje de noviembre de 2023 dejen de creer que el Presidente pueda ser realmente distinto del común de los dirigentes a los que identificó con una casta.

Hay un temor generalizado de que pueda romperse el contrato social entre buena parte de la ciudadanía y el líder de una fuerza política que supuestamente venía a terminar con los curros de la vieja política, pero no supo explicar los dichos de Diego Spagnuolo ni fue capaz hasta ahora de apartarse de la trama que unió a Espert con Machado, supuesto facilitador de negocios del narcotráfico acusado en los Estados Unidos. El principal capital simbólico de Milei se construyó sobre la base de una narrativa contraria a la corrupción política, que fue decisiva para canalizar a su favor el fastidio ciudadano. Hoy la conservación de ese capital está amenazada.

La situación del diputado Espert ha provocado un clima de preocupación y confusión puertas adentro del Gobierno, que en el caso de ciertos ministros y candidatos a cargos electivos en los comicios que tendrán lugar dentro de tres semanas derivó en un estado de palpable angustia. “Está visto que Espert ha caído en desgracia, pero lo peor que puede pasarnos es que esa desgracia arrastre a Milei”, deja trascender un candidato mileísta que considera a Espert un “cadáver político”. Su desazón crece cuando advierte que el presidente de la Nación no lo entiende así y defiende contra viento y marea su postulación.

En sus tiempos de candidato presidencial, Milei había sorprendido a muchos con una definición futbolera: “Soy bilardista, así que primero el resultado”. A lo largo de los últimos 50 años, Carlos Salvador Bilardo y César Luis Menotti encarnaron dos diferentes maneras de ver el fútbol. Los menottistas se jactan por su fidelidad a un estilo de juego vistoso y ofensivo, alejado de la especulación y caracterizado por la búsqueda permanente del arco rival, aunque esa actitud pudiera descompensar la labor defensiva. Los bilardistas, en cambio, anteponían la importancia del resultado final a la belleza del juego; la obsesión por no dejar detalle librado al azar, tanto dentro como fuera del terreno de juego, con tal de ganar, era su marca registrada. Dado que más de una vez se definió como “bilardista hasta la médula”, muchos hubieran esperado que Milei retirara de la cancha al cuestionado jugador; sin embargo, el líder de La Libertad Avanza cedió ante el lirismo más puro del menottismo y eligió creer en “el profe” Espert. ¿Compartirán ambos la ingenuidad?

Hay hechos llamativos. El jueves último, durante el acto que en Ezeiza encabezaron Milei y la ministra de Seguridad y candidata a senadora, Patricia Bullrich, para anunciar un proyecto tendiente a endurecer las penas del Código Penal, a Espert se lo escondió en la tercera fila entre los asistentes. En la noche del viernes, Milei tuvo una reunión con Espert, tras la cual el polémico candidato aseguró: “No me bajo”.

Milei y Patricia Bullrich, en el acto en la cárcel de Ezeiza

No son pocos los candidatos de La Libertad Avanza que creen que Milei los ha puesto entre la espada y la pared, en una campaña electoral que juzgan “inviable” con Espert al frente de la lista en el mayor distrito electoral del país, donde se renuevan nada menos que 35 bancas de diputados nacionales. Es la provincia donde más escaños debería apostar a ganar el oficialismo y donde más podría ganar o perder el kirchnerismo. ¿A qué ardides recurrirá el candidato a diputado Diego Santilli cuando quiera referirse a la inseguridad y se le pregunte por el financista de Espert acusado de tener vínculos con el narcotráfico? ¿Qué tan cómoda podrá sentirse Patricia Bullrich hablando de la lucha contra los narcos si al mismo tiempo se ve forzada a dar explicaciones por los 36 vuelos de Espert en los aviones de alguien imputado por favorecer al narcotráfico? En las últimas horas, este problema comenzó a hacerse evidente: no pocos postulantes de La Libertad Avanza a cargos electivos, convocados a entrevistas en medios audiovisuales, solo fueron interrogados acerca del affaire Espert, sin siquiera tener tiempo para hablar de sus propias propuestas legislativas.

Junto a la caída del índice de confianza en el Gobierno, que miden mensualmente la Universidad Torcuato Di Tella y la consultora Poliarquía, y a la disminución de la imagen positiva de Milei que registran en las últimas semanas distintas encuestas, se ha advertido otro fenómeno. Se trata de la creciente incapacidad del Gobierno para imponer los temas de la agenda pública. Ya no se habla en las redes sociales y en los principales medios de comunicación de lo que el Gobierno quisiera, como sí ocurría durante el primer año de gestión presidencial de Milei.

La primera medición sobre la intención de voto en la provincia de Buenos Aires hecha por CB Consultora casi inmediatamente después de la elección provincial del 7 de septiembre -en la que el kirchnerismo se impuso en promedio por casi 14 puntos sobre La Libertad Avanza- daba cuenta de un achicamiento de la diferencia favorable al peronismo. El escenario arrojaba una tendencia alentadora para los libertarios en términos de un acortamiento de esa brecha hasta cerca de 5 puntos. Sin embargo, según Cristian Buttié, responsable del relevamiento, tras el episodio protagonizado por Espert, esa tendencia se frenó. Hoy la lista de Fuerza Patria, encabezada por Jorge Taiana, sigue arriba con una ventaja inferior a la de septiembre, pero la proyección indica que no se contraería más por la presencia de un segmento del voto blando del electorado que, a pesar de percibir la vuelta al poder del kirchnerismo como el mal mayor, encuentra un límite a la hora de votar a alguien que pueda aparecer vinculado al narcotráfico.

“Si Espert sigue siendo candidato a diputado, es la garantía de la derrota de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires. Si fuera bajado de la lista, la tendencia podría ir hacia una diferencia para el kirchnerismo no mayor a los 5 puntos, tal como lo marcaba la tendencia original”, sintetizó Buttié.

La conclusión de analistas de opinión pública y de dirigentes libertarios es que la presencia de Espert a la cabeza de la lista, al menos hoy, no suma y le brinda argumentos a la oposición para limitar el crecimiento del oficialismo hasta el 26 de octubre.

Jorge Taiana, primer candidato del kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires

Pero la posibilidad de excluir a Espert de la lista encuentra, además, un problema técnico. Aun cuando su candidatura fuese anulada, su foto continuará estando en la boleta electoral. Como en todo el país se empleará el nuevo sistema de Boleta Única en Papel, las papeletas ya están en buena medida impresas y reimprimirlas en el distrito bonaerense, para hacer lugar a un pedido de la fuerza libertaria, implicaría un costo enorme para el Estado, que se estima en torno del equivalente a 13 millones de dólares.

Fuera de la pelea electoral, Milei afronta otra batalla: aquella por garantizarse la gobernabilidad. El hecho de haber mantenido dos reuniones en seis días con Mauricio Macri, tras alrededor de un año sin verse, tuvo dos objetivos centrales para el Gobierno. El primero fue enviar una señal a Washington, después de que el gobierno de Donald Trump, como contrapartida de la ayuda financiera anunciada por el Tesoro norteamericano, sugiriera que necesitaría certezas de que el país será gobernable después de los próximos comicios. Va en ese sentido el tuit posterior a su último encuentro con el líder de Pro, donde el Presidente subrayó que ambos acordaron “trabajar en conjunto, a partir del 27 de octubre, para construir los consensos necesarios que nos permitan avanzar en las reformas estructurales que necesita nuestro país”.

El segundo propósito del encuentro con Macri guarda relación con la necesidad de hacer ostensible el apoyo del expresidente a los candidatos de la alianza oficialista, junto a la posibilidad de incorporar figuras de Pro al gabinete ministerial después de las elecciones. En tal sentido, trascendió que el diputado Cristian Ritondo podría ocupar el Ministerio de Seguridad, que dejaría Patricia Bullrich si llega al Senado, y que Guillermo Montenegro, actual intendente de General Pueryrredón, desembarcaría en el Ministerio de Justicia.

Se busca transmitir desde el Gobierno que Macri podría pasar a convertirse en una figura de relevancia como sostén de la administración de Milei ante la segura embestida de sectores kirchneristas. Mucho antes, en la próxima semana, los diputados de Pro deberán demostrar qué grado de fidelidad conservan hacia el Gobierno cuando, por impulso de la oposición liderada por el kirchnerismo, la Cámara baja trate el proyecto modificatorio de la reglamentación de los decretos de necesidad y urgencia, ya sancionado por el Senado, y la propuesta de la oposición para destituir a Espert de la presidencia de la Comisión de Presupuesto.

En este contexto, el Gobierno entrará en la etapa final de un proceso electoral sobre el que, hacia principios de año, tenía la ilusión de que la libertad arrasara en las urnas, con un piso del 45% de los votos y un techo cercano al porcentaje cosechado en el balotaje presidencial de 2023 (55,6%). Pero ya hacia mediados de año el objetivo se fue moderando y pasó a ser de entre el 40% y el 45%. Hoy, hay quienes en el oficialismo se conforman con el 35% en el orden nacional.

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