Los gatos atigrados son los más frecuentes entre los felinos domésticos. Muchas personas desconocen que todos los gatos domésticos llevan el gen responsable del patrón atigrado. Incluso aquellos que no muestran claramente rayas, manchas o remolinos visibles se consideran “atigrados diluidos”, de acuerdo con Cats, un sitio digital que ofrece contenido respaldado por profesionales veterinarios. Sin embargo, muchos se preguntan por qué ambos felinos tienen la letra “M” ubicada en la frente.
Un gato se considera atigrado cuando posee remolinos, manchas, rayas o pelos moteados. Y, como cualquier otra característica física, estas marcas están controladas por los genes. Según información proporcionada por la agencia Europa Press, un grupo de investigadores del Instituto de Biotecnología HudsonAlpha y la Universidad de Stanford reveló importantes hallazgos sobre los patrones de rayas y manchas en felinos. Estos descubrimientos vinculan directamente estas características distintivas con la genética de los animales.
Se reveló que los patrones de pelaje en los gatos están directamente relacionados con un gen específico conocido como transmembrana aminopeptidasa Q (Taqpep). Los gatos que portan una versión del gen Taqpep exhiben rayas oscuras y estrechas en su pelaje, mientras que aquellos con una versión mutante del gen desarrollan grandes espirales de pelaje oscuro.
En este sentido, de acuerdo con el estudio Genética del desarrollo en la formación de los patrones de color en los gatos publicada en la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, los patrones del pelaje, como rayas y curvas, se forman desde etapas tempranas del desarrollo embrionario. Esto se debe a la acción de genes como Taqpep y Dkk4, que organizan la pigmentación en zonas claras y oscuras.
La “M” que se ve en la frente de muchos gatos atigrados no es una marca genética aparte, sino una parte natural de ese diseño, especialmente visible en los patrones mackerel y clásico, donde las líneas oscuras se alinean de manera que forman esa figura reconocible en la cabeza.
Desde el punto de vista biológico, no se le atribuye una función específica a la letra “M”, más allá de ser parte del patrón de camuflaje y una consecuencia de la expresión genética. Sin embargo, muchas culturas y leyendas atribuyeron significados simbólicos a esta marca.
Una de las leyendas más conocidas es del catolicismo y está relacionada con el nacimiento de Jesús. Se dice que, en el pesebre, el niño recién nacido pasaba frío. María, su madre, intentó reconfortarlo como pudo. Sin embargo, el bebé lloraba y temblaba. En ese momento, un gato atigrado apareció, se acurrucó junto al niño y, con el calor de su cuerpo, logró calmarlo hasta que se quedó dormido. En señal de agradecimiento, María habría acariciado al animal en la frente y dejó su inicial como símbolo de gratitud.
La otra proviene del Islam. En esta historia, el profeta Mahoma, fundador de esta religión, tenía un gato llamado Muezza. Un día, el gato lo salvó de una serpiente que se había escondido en la manga de su túnica. Tras este acto heroico, el profeta quiso agradecerle de manera especial. Primero, otorgó a los gatos la habilidad de caer siempre de pie. Y luego, acarició la frente de Muezza y dejó una marca que simbolizaba el amor y respeto que él y el Islam sentían por los gatos atigrados.
Por último, la tercera menciona al Antiguo Egipto. Según la leyenda, los gatos tenían una marca en la frente que simbolizaba su alto estatus y su relación con la luna.