Lo primero que quiero compartirles es que vengo del futuro o, mejor dicho, del sudeste de la provincia de Buenos Aires donde en 2014 empezaron a aparecer los problemas con raigrás resistente y nabolza (nabo con el gen de resistencia de la colza rr, Brassica rapa). La nabolza comenzó a diseminarse en la zona en ese mismo año y en 2015 ya teníamos el 1% de los lotes afectados. Para 2016 ese porcentaje subió al 8%; en 2017 al 18%; en 2018 al 27%; en 2019 alcanzó el 53%; en 2020, el 80% y, en 2025, el 90%. De estos, el 5% está solo en cabeceras, un 70% en lotes aislados o manchones, y un 15% con alta densidad de maleza.
Esto demuestra lo importante que es manejar bien la maleza desde el momento en que ingresa a nuestro lote. En los primeros cuatro años la presencia pasó del 1% al 50%, y un año después ya estaba en el 80%.
En el sudeste de Buenos Aires siempre tuvimos nabon (Raphanus sativus) y mostacilla (Rapistrum rugosum). En 2012 ya vimos a campo que el nabón tenía fallas de control con herbicidas ALS, como el metsulfurón y las imidazolinonas, lo cual sucedió por repetir estos herbicidas en cultivos de fina y en girasol e ir seleccionando los biotipos que mejor los toleraban.
De ese entonces para acá, empezamos a ver a todas las crucíferas con resistencia a ALS. Como comentaba más arriba, en 2014 se empezó a diseminar por la zona la nabolza y a partir del 2020 el nabillo (Hirschfeldia incana) viene avanzando en presencia en los lotes. Pero, así cómo les contaba lo que pasó con los herbicidas ALS, va pasando con todo, y ya hay en la zona nabolza resistente a 2,4D y a flurocloridona. Esto nos va a pasar con cualquier método de control que utilicemos repetidamente en el tiempo, sea un herbicida, un mismo modo de acción, una labranza, arrancar malezas a mano, utilizar un destructor de semilla, hacer monocultivo, etc.
Como ejemplo, podemos hablar de las malezas “resistentes” a labranza que teníamos en 2000, como sorgo de Alepo, gramón, cebollín, entre otras, que al ser el método de control de malezas más utilizado había ido facilitando la evolución de los individuos que mejor toleraban ese método de control, y en aquel entonces ponían en jaque a la producción agrícola. Con lo cual lo principal es poner sobre la mesa todas las herramientas que tenemos disponibles, y las nuevas que podamos idear o importar, y empezar a ver cómo y cuándo utilizamos cada una, y jugar con las escalas temporales, presentar una planificación de corto, mediano y largo plazo.
Ahora bien, ¿cómo podemos empezar? Realizando un diagnóstico inicial de situación de cada lote o ambiente y un seguimiento a lo largo del tiempo para poder ir evaluando cómo vamos y qué es necesario seguir mejorando. Esto se llama monitoreo y es la labor destinada a estimar y registrar la abundancia y distribución de las plagas y sus enemigos naturales a través de muestreos periódicos. El monitoreo debe tener un sentido para detectar la presencia y abundancia de malezas, reunir información que permita una mejor toma de decisiones, proveer de datos para construir la “historia” del lote sobre las cuales se podrán diseñar acciones de largo plazo, detectar el ingreso de especies invasoras y proveer de bases para la agricultura de precisión y el manejo sitio específico de controles. Con un buen diagnóstico y objetivos para cada plano temporal (corto, mediano y largo) podemos empezar a tomar decisiones y planificar.
Esto se llama manejo integrado de malezas e implica la combinación de un montón de herramientas de procesos e insumos, como, por ejemplo:
- Prevención: uso de semillas limpias, desinfección de equipos
- Manejo cultural: rotación de cultivos, rotaciones mixtas y pastoreo, fecha de siembra, densidad, sentido de siembra, distancia entre surcos, etc., cultivos de cobertura, manejo mecánico, labranza ocasional (no lo que se ve hoy que al final se hace una labranza cada dos o tres años y tenemos el 30% de la superficie en labranza convencional), arrancado manual.
- Manejo químico: utilizar más de un modo de acción efectivo, tamaño de maleza, rotar modos de acción, condiciones de crecimiento de la maleza, calidad de aplicación.
- Manejo biológico: insectos y patógenos controladores de las malezas, competencia natural.
- Nuevas tecnologías: control sitio específico (aplicaciones selectivas, aplicación sectorizada por prescripción), control a la cosecha (destructores de semilla, etc.).
Debemos tener en cuenta la necesidad de sumar y combinar diferentes métodos de control a lo largo del tiempo para poder enlentecer el avance de las malezas resistentes, mareando un poco su proceso de evolución al cambiarles el sentido de avance reiteradamente, debemos gambetear a las malezas, aunque a veces nos peguen un patadón o la gambeta no nos salga.
En la Argentina tenemos nueve modos de acción para controlar nabolza y otras crucíferas, pero los herbicidas más utilizados en barbecho son glifosato, 2,4D, PPO de contacto, paraquat, glufosinato de amonio, como residuales atrazina, flumioxazin, trifludimoxazin; en preemergencia de cultivos flurocloridona, diflufenican, atrazina, metribuzin, biciclopirona y, en post de los cultivos, en trigo y cebada 2,4d, metribuzin, flurocloridona, mcpa, bromoxinil, en maíz hppd; en soja fomesafen o en sojas enlist 2,4d y glufosinato de amonio. Acá vemos que la rotación de cultivos, además de competirles en diferentes momentos y formato a las malezas, nos permite el uso de diferentes modos de acción de herbicidas.
De las nuevas herramientas la más adoptada hasta ahora son las aplicaciones selectivas, tecnologías que se instalan en pulverizadores terrestres en base a sensores o a cámaras, las cuales en tiempo real van viendo el lote, detectando donde hay malezas y decidiendo aplicar el herbicida donde está la maleza y en una pequeña superficie alrededor. Estas baldosas o márgenes de aplicación dependen de la tecnología, pero en las marcas que ya están trabajando en la Argentina cada vez que deciden aplicar lo hacen en una superficie de 30 cm x 30 cm a 60 cm x 60 cm dependiendo del equipo y la configuración.
Desde Viento Sur venimos estudiando el tema de aplicaciones selectivas desde 2015, avanzando fuerte desde 2017 y con los primeros equipos en el sudeste a partir de 2019. En ese entonces con tecnologías en base a sensores como Weed It y Weed Seeker, que principalmente trabajan en barbecho, con alguna ventana de aplicación en post emergencia de los cultivos cuando los cultivos están muy chicos y las malezas muy grandes o muy densas.
En el caso de malezas grandes en post emergencia también tenemos que ver si los herbicidas que tenemos disponibles pueden lograr un control adecuado o no. Actualmente ya tenemos disponibles tecnologías en base a cámaras como SprAI, One Smart Spray, Savefarm, See and Spray, OWL y llegan Symphony, Ocu Weed, entre otras, los cuales tienen diferentes configuraciones y trabajan en verde sobre verde en algunos cultivos. Para tomar una decisión al respecto, hay que ver cómo funciona cada uno de estos en nuestras realidades productivas.
Con estas tecnologías estamos logrando en promedio un ahorro del 70% de herbicidas en las aplicaciones donde usamos la tecnología en barbechos con Weed It, un 50% en las aplicaciones que se están haciendo en post de soja y maíz con SprAI y casi un 50% de ahorro del uso anual de herbicidas: sí, la mitad de herbicidas. Este menor costo, nos permite controlar mejor las malezas, al entrar antes a aplicar los lotes, con un tamaño de malezas más adecuado, mezclando modos de acción, usando productos que antes no podíamos por el costo y con mucho menos impacto ambiental.
Las otras tecnologías que vienen llegando son las aplicaciones sectorizadas en base a una prescripción generada con un mapeo con dron, las cuales se están difundiendo rápidamente, y con las cuales en general se detectan malezas de uno quince centímetros de tamaño y más grandes, y con las cuales el ahorro suele ser menor que con aplicaciones selectivas porque depende de la tecnología de los pulverizadores (corte por sección, corte pico a pico, válvulas pwm pico a pico, banderillero satelital, entre otras). Y los destructores de semilla que ya se ofrecen en el país.
Para poder tomar mejores decisiones tenemos que pensar en el qué, el cómo y el para qué. Pensando en el manejo de malezas sería monitoreo, plan de manejo en el corto, mediano y largo plazo con combinación de diferentes herramientas, seguir evolucionando y generando más conocimiento en red.
El momento de empezar es ahora si recién empieza el problema para lograr que no aumente de forma exponencial, si ya tengo un problema más importante para empezar a achatar la curva. Hay que tener presente que en malezas resistentes lo que se haga (o no haga) hoy va a tener un impacto muy alto en los años siguientes.
El autor es asesor de Agroestudio Viento Sur SRL