El rey Carlos III es un hombre con muchas aficiones y habilidades: pinta y dibuja, escribe poesía y cuentos infantiles, cría vacas y ovejas y es mago amateur. También es apicultor, toca el piano, el violoncelo y la trompeta, se atrevió a actuar un par de veces, como en el cameo que hizo en la exitosa novela inglesa Coronation Street, y produce su propia marca de whisky (un escocés orgánico de pura malta Highgrove) y de una exquisita ginebra rosa hecha con las frambuesas cultivadas en el castillo de Windsor.
Y todo eso sumado a las actividades y los compromisos propios de un monarca, que son muchos. Sin embargo, el rey de Inglaterra siempre tiene en mente algún objetivo nuevo, y su último proyecto está muy alineado con el amor por los animales que heredó de su madre, Isabel II: acaba de presentar una línea de galletitas para perros producidas con ingredientes naturales (harina integral, huevo y caldo de pollo), preparadas nada menos que en la cocina del castillo de Balmoral, en Escocia. Las bolsas de 75 gramos de Royal Dog Treats se venden a 5 libras (unos 6,75 dólares) y se promocionan en el sitio oficial del castillo con un ingenioso eslogan: “Hechos con cariño en pequeñas cantidades para tu príncipe o princesa de cuatro patas”. Además de las galletitas, la familia real tiene una colección de abrigos de tweed para perros, que están disponibles en otra de las residencias reales, la finca de Sandringham, con la marca Happy Hound.