Con solo dos años y 182 días, Joseph Harris-Birtill se convirtió en el miembro más joven de Mensa, una prestigiosa organización internacional destinada a personas con un coeficiente intelectual excepcional.
Esta organización, conocida por su “extrema exclusividad”, solo admite a aquellos con una puntuación en pruebas estandarizadas de inteligencia alcanza 98, lo que equivale a un coeficiente intelectual de al menos 132.
El desarrollo de Joseph ha sido avanzado desde muy temprana edad. “Rápidamente, se hizo evidente que era un ser excepcional: se dio la vuelta él solo a las cinco semanas, pronunció su primera palabra a los siete meses y leyó su primer libro en voz alta de cabo a rabo al año y nueve meses”, relató su madre, Rose Harris-Birtill, al medio Fran Page.
Para poner esto en contexto, conviene saber que los bebés son capaces de dar vueltas en la cama solos entre los tres y seis primeros meses de vida, suelen decir su primera palabra cerca del año y leen frases sencillas entre los cuatro y cinco años.
Ingreso a Mensa y habilidades excepcionales
Joseph superó con éxito el test de inteligencia Stanford-Binet, una evaluación que mide la cognición, el razonamiento lógico, la memoria y la velocidad de pensamiento. Este test le permitió ingresar en Mensa, una organización que solo acepta al 1% de la población en torno a su edad.
A los dos años y tres meses de vida, Joseph ya leía con fluidez durante 10 minutos seguidos y podía contar hasta diez en cinco idiomas diferentes. Su habilidad para aprender rápidamente se extiende al alfabeto griego, y actualmente estudia el código Morse y la tabla periódica de los elementos.
A pesar de su notable inteligencia, Joseph continúa ajeno a sus diferencias con los demás niños, lo que favorece su bienestar emocional y evita el aislamiento social.
“No se ha dado cuenta de que posee este nivel de inteligencia significativamente superior, porque esto podría promover de alguna manera el aislamiento”, señalaron sus padres. “Sus intereses son innumerables, entre ellos, los idiomas, las matemáticas y la cocina”, añadieron. Además, está aprendiendo a tocar el piano.
Los desafíos de la superdotación
Aunque el desarrollo intelectual de Joseph es motivo de admiración, la superdotación puede traer consigo desafíos en términos de integración social y emocional. Los niños con habilidades excepcionales pueden enfrentar dificultades para relacionarse con otros niños de su edad, lo que puede generar sentimientos de aislamiento.
Es por ello que sus padres decidieron recurrir a Mensa, que ofrece un entrono protegido donde los niños con capacidades excepcionales pueden relacionarse y desarrollarse den una comunidad con intereses similares.
Mensa, fundada en 1946, ha brindado un espacio para el intercambio intelectual, la investigación y el apoyo a personas con talentos extraordinarios.
Un futuro prometedor
Ahora, con aproximadamente tres años y medio de vida, Joseph continúa su desarrollo y, aunque aún disfruta de actividades propias de su edad, como jugar con juguetes o compartir el tiempo con amigos, su historia resalta la importancia de detectar y nutrir el talento desde una edad temprana.
“Es positivo que aún no se haya dado cuanta de que tiene una inteligencia significativamente superior”, insistió su madre.