El nuevo golpe de Trump al mercado inmobiliario: más impuestos a la madera y los muebles importados

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El presidente Donald Trump introdujo este martes aranceles nuevos sobre las importaciones de muebles, armarios de cocina y madera, con lo que añadió una nueva ronda de gravámenes mientras amenazaba una vez más con ampliar su guerra comercial con China.

Los aranceles, que oscilan entre el 10% y el 50%, sobre productos de madera y muebles extranjeros entraron en vigor justo después de medianoche. Los aranceles pretenden fomentar una mayor producción nacional de madera y muebles. Pero los críticos afirman que los gravámenes elevarán los precios para los consumidores estadounidenses y podrían frenar industrias como la construcción de viviendas, que dependen de materiales procedentes del extranjero.

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Los aranceles se suman a los impuestos a la importación que el presidente Trump ya impuso a los automóviles, el acero y otros bienes. Y entran en vigor en un momento en el que Trump está enzarzado en un juego de ver quién se acobarda primero con China, uno de los mayores socios comerciales de Estados Unidos, que podría acabar desbaratando el comercio y ralentizando la economía estadounidense.

El viernes pasado, el presidente dijo que podría añadir un gravamen adicional del 100% a todos los productos procedentes de China a partir del 1 de noviembre. Pekín impuso la semana pasada restricciones a sus exportaciones de minerales de tierras raras, lo que podría paralizar a los fabricantes estadounidenses y europeos de semiconductores, vehículos eléctricos y otros productos.

El índice S&P 500 terminó el viernes con una caída de más del 2% su caída más pronunciada en un día desde hace seis meses. Pero las acciones repuntaron con fuerza el lunes tras una publicación en las redes sociales de Trump en la que decía: “No se preocupen por China, ¡todo estará bien!”.

“El muy respetado el presidente Xi simplemente tuvo un mal momento”, escribió el presidente la madrugada del domingo. “No quiere la Depresión para su país, y yo tampoco. ¡EE. UU. quiere ayudar a China, no perjudicarla!!”.

El domingo, el presidente pareció retractarse de algunas de sus amenazas anteriores. Dijo que “ahora mismo” el plan era imponer aranceles a China el 1 de noviembre, pero también añadió: “Veamos qué ocurre. Para el 1 de noviembre falta una eternidad”.

Los aranceles oscilan entre el 10% y el 50%

El martes, Jamieson Greer, representante comercial estadounidense, dijo en CNBC que funcionarios estadounidenses y chinos habían discutido la cuestión de las tierras raras el mismo lunes, y que el hecho de que Estados Unidos decidiera imponer aranceles a los productos chinos dependería de los próximos movimientos de Pekín.

“No podemos permitir que los chinos mantengan este régimen en el que quieren tener poder de veto sobre las cadenas de suministro de alta tecnología del mundo”, dijo Greer.

El martes, el gobierno de Trump también empezó a imponer tasas a los barcos de propiedad china que atracan en puertos estadounidenses, para intentar revitalizar la construcción naval estadounidense. El Ministerio de Transporte chino amenazó el viernes con tomar represalias, y afirmó que planeaba imponer tasas a los buques estadounidenses que atracaran en China. El martes, el gobierno chino sancionó a cinco filiales de Hanwha, empresa coreana que ayuda a Estados Unidos a construir barcos.

El Presidente se enfrenta a un desafío legal en la Corte Suprema que podría declarar ilegales sus aranceles a China, así como a otros países. El proceso judicial no afecta a los aranceles del presidente sobre los muebles y la madera, que se emitieron en virtud de otra ley comercial relacionada con la seguridad nacional, la Sección 232 de la Ley de Expansión del Comercio de 1962.

Algunos críticos han calificado de exagerada la imposición de aranceles a los muebles y la madera en virtud de la ley relacionada con la seguridad nacional. Una proclama emitida por el gobierno de Trump a finales de septiembre decía que los productos de madera se “utilizaban en funciones críticas del Departamento de Guerra”, como la construcción de infraestructuras para el personal y para el transporte de municiones, y por tanto merecían protección.

Scott Lincicome, vicepresidente de economía general del Instituto Cato, un laboratorio de ideas libertario, escribió en un blog esta semana que la idea era “absurda”.

“Si mañana estallara la guerra, no habría ninguna preocupación por la ‘dependencia’ estadounidense de la madera o los muebles extranjeros, y las fuentes nacionales se adquirirían rápida y fácilmente”, dijo.

Los muebles de cocina importados están alcanzados por los nuevos impuestos de Trump

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Los aranceles que entraron en vigor el martes incluyen:

  • 10% sobre la madera importada, gran parte de la cual Estados Unidos importa de Canadá.
  • 25% sobre los muebles tapizados importados, incluidos sofás y sillas, que aumentará al 30% el 1 de enero.
  • 25% sobre los armarios de cocina y los lavamanos empotrados, que aumentará al 50% el 1 de enero.

Algunos fabricantes estadounidenses presionaron a favor de los aranceles, alegando que necesitan protección frente a una avalancha de productos extranjeros a bajo precio que amenazan con dejarlos fuera del negocio. Pero los aranceles supondrán un reto para muchos minoristas que importan productos de todo el mundo.

Farooq Kathwari, director ejecutivo de Ethan Allen, una tienda minorista de muebles, dijo que su empresa tenía una mejor situación que la mayoría porque fabricaba casi la mitad de sus productos en Estados Unidos. Gran parte del resto se fabrica en México y Honduras.

Los aranceles nos afectan menos, pero sin duda afectarán a nuestra industria”, dijo.

Es probable que parte de la fabricación regrese a Estados Unidos debido a los aranceles, dijo Kathwari, pero tomará tiempo. Añadió que el elevado costo de la mano de obra es uno de los retos que han dificultado fabricar muebles en Estados Unidos para Ethan Allen, que tiene fábricas en Vermont y Carolina del Norte. En particular, los elevados costos médicos estaban haciendo a Estados Unidos “muy poco competitivo”, dijo.

“Empezar a fabricar en Estados Unidos no es fácil”, continuó Kathwari. “Tenemos todos estos obstáculos”.

Arin Schultz, director de crecimiento de Naturepedic, fabricante de colchones y muebles orgánicos, dijo que estaba subiendo los precios y considerando la posibilidad de cambiar de proveedores para hacer frente a los aranceles.

La empresa fabrica sus colchones en su fábrica de Chagrin Falls, Ohio, pero importa muebles y materiales, incluidos textiles, de Sri Lanka, Vietnam y Pakistán. Naturepedic también tenía planeado para finales de este año o principios del próximo empezar a vender una cabecera orgánica tapizada fabricada en India, que estaría sujeta a los aranceles de Trump sobre los muebles tapizados de madera.

Incluso antes de los aranceles más recientes sobre los productos de madera, la empresa tenía previsto subir los precios de sus productos entre un 5% y un 10% en promedio a partir de noviembre, ahora que ha agotado las existencias de materias primas que compró antes de que entraran en vigor los aranceles.

No pretendemos trasladar por completo el costo a nuestros consumidores”, dijo Schultz. “Todavía vamos a absorber una buena cantidad”.

El sector considera que estas medidas podrán bajar la cantidad de casas en construcción

Algunos economistas prevén que el aumento de los precios de la madera, junto con el de los muebles, ralentizará el ritmo de construcción de viviendas en Estados Unidos. Eso podría hacer retroceder los objetivos del gobierno de Trump de mejorar un mercado inmobiliario débil.

“Va en contra de los objetivos de hacer la vivienda más asequible”, dijo Daryl Fairweather, economista jefe de Redfin, una agencia inmobiliaria. “Al final, solo conseguirás que se construyan menos casas”.

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Anirban Basu, economista jefe de Associated Builders and Contractors, una asociación comercial, dijo que los aranceles podrían beneficiar a algunos productores nacionales, como los tapiceros a medida, los ebanistas nacionales y los carpinteros. Pero muchas de estas industrias requieren mucha mano de obra, lo que dificulta la fabricación en un país como Estados Unidos, donde los costos laborales son elevados.

“Lo que eso significa es que las perspectivas de que esas formas de producción se trasladen a Estados Unidos son más bien escasas”, dijo Basu.

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