Desde ayer, la celebración por la reapertura del Teatro Argentino es doble: por lo que significa un espacio escénico más en el circuito teatral capitalino y porque así se restituye a la actividad el predio que había sido propiedad desde los 60 de Alejandro Romay, hasta que unas bombas molotov –en vísperas del estreno del musical Jesucristo Superstar, en la madrugada del 2 de mayo 1973- lo destruyeron por completo.
Gracias a la iniciativa del empresario Mariano Maioli y la firma Alto Grande Desarrollos (M & M Propiedades), donde durante décadas existió un estacionamiento, ahora, en Bartolomé 1448, hay un edificio que además contempla (como la ley 14.800 lo exige) la inclusión de una sala teatral, en este caso una que remite a una historia de larga data, ya que fue inaugurada en 1892.
Ayer, a las 19, fue el acto de reapertura de lo que apunta a ser “un polo cultural multipropósito y de vanguardia en los bordes del circuito teatral”, conducido por Diego Oria y Matías Taverna, director artístico y director de producción, respectivamente, del renacido Teatro Argentino. Al cóctel asistieron numerosos integrantes de la comunidad teatral, entre ellos los actores Laura Esquivel, Diego Pérez, Edgardo Moreira, Payuca, Natalia Cociuffo, Santiago Otero Ramos, Laura Manzini, Francisco Pesqueira, Julián La Bruna, Gerardo Chendo y Belén Pasqualini, y el director José María Muscari, además de escenógrafos, vestuaristas e iluminadores.
También dijeron presente Mirta Romay, hija del citado Alejandro Romay y creadora de la plataforma Teatrix, y diversas autoridades oficiales (pero sólo del ámbito porteño). Una de las disertadoras fue la ministra de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Gabriela Ricardes, quien recalcó: “Gracias por dejarnos ser parte de este proceso, por devolver a la ciudad la que fuera casa de Florencio Parravicini y por apostar a la cultura en un momento tan difícil como este”. También fue invitado a decir unas palabras Pepe Cibrián Campoy, ungido padrino del teatro, quien, además, estrenará allí su unipersonal Pepe con voz. Compartió una aleccionante anécdota que incluía a su madre, la recordada Ana María Campoy, y a Lola Membrives, sobre la necesidad de los artistas de priorizar la dignidad ante –literalmente- el hambre.
El evento también contó con fragmentos de algunos de los espectáculos que formarán parte de la programación del teatro desde esta semana (que se pueden chequear en teatroargentino.ar). Entre discurso y discurso, por ejemplo, actuaron el percusionista cubano Choco Drums, de Habana Tropic; el actor Mariano Magnífico, quien adelantó parte de su unipersonal musical Lengua filosa; Diego Bros y Rosana Laudani, que ofrecieron un número de su premiado musical de cámara Un tango italiano, y los jóvenes intérpretes del musical Kim y el cuadro olvidado (que estrenará en 2026).
En realidad, ayer fue inaugurado el primer tramo del proyecto: el foyer del complejo, que albergará tanto exposiciones de arte como espectáculos de mediana complejidad. Recién en marzo o abril del año próximo se producirá la apertura de la Sala Norma Aleandro, con una capacidad para 700 espectadores (repartidos entre la platea y el pullman). La misma hoy se encuentra en pleno proceso de obra y demanda la participación de un centenar de personas.
Hacia el final del evento se produjo el momento más emotivo (y sorpresivo) de la noche, cuando Susan Ferrer subió al escenario montado en el foyer para cantar el tema “No sé cómo amarlo”, uno de los temas más importantes del musical Jesucristo Superstar que ella –en el rol de María Magdalena-debió haber coprotagonizado en esa sala 52 años atrás y que el accionar del grupo Movimiento Nacional Argentino se lo impidió. Luego, se le sumó el actor Carlos Wibrat, quien había sido elegido para el rol protagónico de Jesucristo, y juntos entonaron parte del leitmotiv de la obra de Andrew Lloyd Webber. Fue entonces cuando Diego Oria cerró la velada con el discurso más aplaudido de la noche. “Hoy, así, cerramos una herida, sanamos años de dolor todos juntos. Brindemos por favor para que nunca más tiren un teatro abajo”, enfatizó.
Cuando los asistentes empezaron a retirarse, y el estrés por la reapertura empezaba a diluirse, LA NACIÓN tomó contacto con Diego Oria –reconocido actor, autor y director de musicales, tanto para el público adulto como para el infanto-juvenil-. “Hoy siento un gran orgullo por lo logrado, junto con satisfacción, alegría y felicidad. Siento que estoy en medio de una gesta histórica porque, si bien el lugar aún huele a pintura, ya es una realidad para toda la comunidad teatral. Es muy emocionante saber que algo que es tan importante para nuestra cultura vuelve a la cancha, que el Teatro Argentino ha renacido de sus cenizas y existe nuevamente para todos”, aseguró el joven artista.
En cuanto a la programación que se avecina, adelantó que “lo que estamos buscando es que sea ecléctica y entretenida, también que genere pensamientos y, sobre todo, que apunte a diferentes rangos etarios”. El primer espectáculo que debutará en el foyer será Pepe con voz, este sábado 30 de agosto a las 20, “en el que Pepe hablará con el público en forma descontracturada y también le hará una entrevista a una figura famosa” (Georgina Barbarrosa será la primera del ciclo).
Para la apertura de la sala principal ya está programado el musical Kim y el cuadro olvidado, con libro y dirección de su autoría y música de Damián Mahler. De todos modos, Oria sueña con poder hacer realidad el sueño que quedó trunco en 1973 y poder estrenar allí, finalmente, y con todo, Jesucristo Superstar. “Esto sería cerrar el círculo. Lo tenemos contemplado desde el día uno, pero existe básicamente un problema de derechos. Nos contactamos con los responsables de la obra en Broadway y nos contaron que alguien tiene los derechos para representarla en la Argentina. Pero no sabemos quién es. Por eso hago el pedido efusivo ante LA NACION para que esa persona se ponga en contacto con nosotros. Montar Jesucristo Superstar en el Teatro Argentino es lo que más deseamos y ambicionamos”, concluyó esperanzado.