El papel de Emiratos en Sudán acrecienta la polémica que rodea su política exterior

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El Cairo, 8 may (EFE).- Dos años después del estallido de la guerra en Sudán, Emiratos Árabes Unidos (EAU) está en el centro de la polémica más que nunca por su presunto apoyo al grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), una formación armada con la que mantiene relación desde hace años para servir sus objetivos en política exterior.

Emiratos, un pequeño país ubicado en el noreste de la península Arábiga, ha estado tratando durante años diversificar su economía fuertemente dependiente de los hidrocarburos y de expandir su influencia política en Oriente Medio, aunque su empresa se ha centrado particularmente en el continente africano.

Su intervención en conflictos como el de Sudán ha provocado que el Gobierno de ese país cortara relaciones recientemente con Emiratos e incluso interpusiera una demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por su apoyo a las FAR en el «genocidio» de Darfur, entre otras denuncias al Consejo de Seguridad de la ONU.

La colaboración entre los paramilitares de Sudán y Emiratos se remonta a hace más de dos décadas, ya que las milicias ‘Yanyawid’ -como se denominaban a las FAR- mantenían el control de las minas de oro, y las empresas que gestionaban la extracción y comercialización de este preciado recurso.

Centros de investigación como el Atlantic Council apuntan que antes del estallido del conflicto en 2023, «Dubái ya era un destino clave para el contrabando de oro de las FAR» y, a cambio, proporcionaba «sustento financiero» a esta milicia, además de armas «encubiertas» en forma de ayuda humanitaria.

Según un informe de la organización Swissaid, en 2022 alrededor del 66,5 % de las importaciones emiratíes de oro procedentes de África se obtuvieron mediante contrabando y, entre 2012 y 2022, unas 2.569 toneladas de este recurso entraron a EAU sin declarar para su exportación por un valor de 115.300 millones de dólares.

Un análisis del centro de política internacional SWP Berlín publicado en 2020 apuntó que los socios «preferidos» por EAU en política regional son «gobernantes autoritarios críticos con el islam político y que combaten a los Hermanos Musulmanes», una organización declarada terrorista por Emiratos.

Abu Dabi ve al Ejército de Sudán como el heredero del régimen del depuesto dictador Omar al Bashir, derrocado en 2019, una de las figuras más influyentes en el islamismo político y que incluso acogió en territorio sudanés a Osama bin Laden en la década de 1990.

«EAU consideran a los Hermanos Musulmanes como una seria amenaza a la estabilidad del régimen en su país y están combatiendo a la organización y sus grupos afiliados en todo el mundo árabe», de acuerdo con el SWP.

Otro de los objetivos no declarados de Emiratos, según varios centros de estudio, es el control de las rutas marítimas del mar Rojo, que no baña las orillas emiratíes pero sí las de Sudán y las del Yemen, país donde Abu Dabi interviene militarmente y proporciona mercenarios de las FAR y de Libia desde 2015.

En el Yemen, Emiratos ha actuado en gran parte por su cuenta en favor de sus intereses, lo que le ha generado tensiones con Arabia Saudí y el propio Gobierno internacionalmente reconocido del Yemen, que han visto como su aliado ha apoyado a los separatistas sureños del Yemen para afianzar su control de esa zona del mar Rojo.

Desde 2015, EAU controla varios puertos e islas del Yemen, y ha establecido bases en Assab, en Eritrea, y también en Berbera, en Somalilandia, lo que les permite dominar amplias zonas entre el golfo de Omán y el mar Rojo.

En el norte de África, Emiratos también tiene tensiones. La última ha sido con Argelia, después de que el pasado 28 de abril el profesor universitario Mohamed Lamine Belghit hiciera una entrevista en el canal emiratí Sky News Arabia en la que afirmó que «la lengua ‘amazigh’ es un proyecto ideológico de creación franco-sionista».

Ese clip se hizo viral y provocó la respuesta de la televisión oficial argelina, que acusó a Emiratos de llevar a cabo «un grave atentado contra los principios ancestrales del pueblo argelino, al intentar sembrar dudas sobre sus orígenes y su profunda historia».

Pero estas tensiones no son nuevas entre los dos países. En 2024 el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, aseguró en una entrevista a un canal de Argelia que «donde hay conflicto, el dinero de este estado está presente, como en Mali, Libia y Sudán», sin mencionar explícitamente a Abu Dabi.

Emiratos también se ha posicionado a favor de Marruecos -el gran rival de Argelia-, y ambos países han normalizado relaciones con Israel en 2021.

En Libia, Emiratos junto a Egipto apoyaron en 2019 al mariscal Jalifa Haftar y sus fuerzas el lanzamiento de una ofensiva para intentar capturar Trípoli, aunque su campaña fracasó por la intervención de Turquía en apoyo al Gobierno apoyado por la ONU.

Expertos de la ONU indicaron en 2022 que las actividades de mercenarios sudaneses en Libia «fueron la principal fuente de financiación (en 2021) para la mayoría de los movimientos en Darfur», el bastión de las FAR en Sudán, según un informe anual, que culpó a EAU de alimentar el conflicto, un extremo que Abu Dabi negó. EFE

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