Después de haber revolucionado al planeta con nuevos aranceles que tienen al mundo en vilo, Donald Trump continúa su arremetida, esta vez con la mira en el Canal de Panamá. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, aseguró que el gobierno “no permitirá” que China “ponga en peligro” la operación del canal interoceánico.
Una de las firmas más grandes del mundo en la administración de fondos de inversión, la norteamericana BlackRock, accionista de Pfizer y de Apple, entre otras compañías, intentó darle el gusto al presidente estadounidense y quedarse con dos puertos clave en el Canal de Panamá. Se trata de Balboa y Cristóbal, a ambos lados del Canal que conecta a 170 países y 1920 puertos. Por allí transitan unos 14.000 barcos por año. Más del 40% del tráfico de contenedores de Estados Unidos, valorado en unos US$270.000 millones por año, recorre este trayecto.
Desde que asumió Trump, se encargó de incomodar al gobierno de Panamá con declaraciones sobre el canal de 80 kilómetros que une el Atlántico con el Pacífico. Una de sus manifestaciones al respecto fue durante un discurso en el Congreso de ese país, donde dijo que “para mejorar aún más nuestra seguridad nacional, mi administración va a recuperar el Canal de Panamá y ya hemos empezado a hacerlo”. Se refirió a la venta por parte de la empresa hongkonesa CK Hutchison Holdings, perteneciente al hombre más rico de Hong Kong, Li Ka-shing, del 90% de su participación en Panama Ports Company (PPC). El consorcio estadounidense Black Rock se comprometió a desembolsar US$19.000 millones.
La Argentina y BlackRock son viejos conocidos: además de su dura negociación a la hora de reestructurar bonos, tiene (o supo tener) acciones en empresas como: Pampa Energía, Banco Macro, Mercado Libre, Tenaris, Grupo Galicia, Telecom, TGN, Arcos Dorados y Adecoagro, entre las principales que se dieron a conocer en su momento.
Un juego de ajedrez
Estados Unidos está en una feroz batalla contra China en cuanto al posicionamiento geopolítico de ambos países. Aquí se mueven fichas de un juego en el que la mayoría de los países permanecen como espectadores. China, con su estrategia de expansión llamada “La Franja y la Ruta”, intenta reeditar la vieja Ruta de la Seda, una enorme red comercial que funcionó entre 130 a.C. y 1453 d.C. Tal como señala un trabajo de la Universidad de Navarra, la iniciativa de Xi Jinping se trata de “un gran plan para rediseñar el entorno estratégico de China, proyectar el poder económico de Pekín, asegurar el acceso del país comunista a los suministros de energía y minerales, e impulsar el crecimiento económico en el oeste de la República Popular”.
Se trata de una inyección de multimillonarios fondos provenientes de China para financiar proyectos de infraestructura en el mundo y se firmaron más de 200 acuerdos de cooperación con más de 150 países y 30 organizaciones internacionales. La Argentina también firmó un entendimiento durante el gobierno de Alberto Fernández.
Todo esto irrita a Trump.
Un ida y vuelta que escala la tensión
Al momento de la asunción de Donald Trump como 47° presidente de Estados Unidos, en su discurso también se refirió a sus ambiciones sobre el Canal.
“Estados Unidos —piensen en esto— gastó más dinero que nunca antes en un proyecto y perdió 38.000 vidas en la construcción del Canal de Panamá. Hemos sido tratados muy mal con este regalo insensato que nunca debió haberse hecho. Y la promesa de Panamá hacia nosotros se ha incumplido. El propósito de nuestro acuerdo y el espíritu de nuestro tratado han sido totalmente violados», aseguró el primer mandatario de Estados Unidos.
“A los buques estadounidenses se les está cobrando tarifas excesivas y no se les trata de manera justa en ningún sentido. Y eso incluye a la Armada de los Estados Unidos. Y, por encima de todo, China está operando el Canal de Panamá, y nosotros no se lo entregamos a China, se lo entregamos a Panamá. Y lo vamos a recuperar”, continuó.
Según informó Reuters, funcionarios estadounidenses afirman que el Canal de Panamá sería fundamental para el paso de buques de guerra estadounidenses durante cualquier futuro conflicto en Asia, ya que los barcos de la Armada transitarían del Atlántico al Pacífico para apoyar el esfuerzo bélico. Incluso sin bloquear el canal, China podría tener una enorme ventaja al poder vigilar los buques que lo atravesaran.
Ante esto, el presidente panameño, José Raúl Mulino, dijo que el Canal de Panamá es y seguirá siendo del país centroamericano, que además seguirá administrándolo. Acto seguido, se produjo el intento de la venta por parte de los capitales chinos a BlackRock.
Sin embargo, esto no terminó. Tal como informó la agencia AFP, “el conglomerado hongkonés CK Hutchison se encuentra bajo renovada presión por parte de Pekín tras la venta de sus puertos del Canal de Panamá. Las autoridades chinas publicaron críticas sobre el acuerdo“. Es tal la presión, que la Oficina de Trabajo de Hong Kong y Macao, una autoridad con sede en Pekín, republicó un editorial titulado “Los grandes empresarios siempre han sido patriotas excepcionales”.
El artículo dice que muchos chinos se preguntan “cómo es posible que tantos puertos importantes sean entregados tan fácilmente a fuerzas estadounidenses malintencionadas”. “Si (los empresarios) no ven la verdadera naturaleza de los políticos estadounidenses… y deciden pactar con ellos, tal vez puedan cerrar un mega acuerdo y enriquecerse por un tiempo, pero al final no tendrán futuro y serán ridiculizados por la historia”, criticaba el artículo.
Para el experto en negocios internacionales, Marcelo Elizondo, “Trump y otros líderes están incorporando la geopolítica de los negocios con mucha energía en su agenda. Creo que es un cambio de época. En el mundo lamentablemente la institucionalidad ha dejado de ser relevante y lo que importa es el poder, la geopolítica y el control de los espacios geoeconómicos más importantes», opina.
Una historia llena de altibajos
En 1534, Carlos V de España ordenó el primer estudio para realizar un canal a través del Istmo de Panamá. En 1903, Panamá y Estados Unidos firmaron un tratado mediante el cual Estados Unidos emprendió la construcción de un canal interoceánico para barcos a través del Istmo de Panamá. El año siguiente, Estados Unidos compró a la Compañía Francesa del Canal de Panamá sus derechos y propiedades por $40 millones y comenzó la construcción. Este monumental proyecto fue terminado en 10 años a un costo aproximado de US$387 millones. Desde 1903, Estados Unidos ha invertido cerca de $3 mil millones en la operadora del Canal, de los cuales aproximadamente dos tercios fueron recuperados.
Después de años de una administración en conjunto, la República de Panamá asumió la responsabilidad total por la administración, operación y mantenimiento del Canal de Panamá el 31 de diciembre de 1999. Hoy, Donald Trump quiere volver el tiempo atrás, y habrá que ver si lo logra.
Un año malo para el negocio y nuevos aires
Alejandro Arroyo Welbers, director de los posgrados de comercio internacional de la Universidad Austral explica que el Canal opera buques de más de 12.000 Teus (contenedores) pero tuvo graves problemas en la operación durante 2023 y 2024 por una bajante histórica. “La escasez de lluvias hizo que el Canal operara a 44 pies, unos cuantos menos de lo normal, que es 51 pies. Cada barco podía llevar 2450 contenedores menos, que se descargaron en Cristóbal y después fueron hasta Balboa o viceversa, en un ferrocarril. Todo esto generó costos extra para el comercio exterior”, cuenta.
El Canal de Panamá anunció hace unos días que analiza construir y operar un gasoducto a través de los 80 kilómetros de istmo. El administrador del canal, Ricaurte Vásquez, indicó que el “movimiento de gas licuado de petróleo” es un segmento de mercado “altamente relevante para el canal”, pues su demanda “va a duplicarse en los próximos 10 años”. Como es imposible duplicar el tránsito de buques gaseros por el canal en ese lapso, el gasoducto se presenta como una alternativa rentable, indicó.
Antes de que existiera el Canal de Panamá, abierto en 1914, las mercaderías pasaban por el Cabo de Hornos (que por sus complejidades era llamado el “cementerio de barcos”). Era una época en que floreció el extremo sur de la Argentina y de Chile. Hoy, navegar desde la costa este de EE. UU. hasta Asia a través del Canal de Panamá lleva aproximadamente 26 días, en comparación con 43 días a través del Cabo de Hornos.
Como si fuera una novela, este paso estratégico sigue generando noticias. Habrá que ver como sigue la puja entre Estados Unidos, Panamá y China, y cuáles serán sus consecuencias para el intercambio de mercancías en el mundo.