El rey más rico del mundo no lleva corona británica ni firma decretos en los palacios de Europa. Se llama Vajiralongkorn, aunque es más conocido como Rama X, y es el actual monarca de Tailandia. Acumula una fortuna personal estimada en más de 43.000 millones de euros, una cifra que lo coloca por encima de cualquier otra casa real en el planeta. Su estilo de vida, marcado por el exceso, las decisiones insólitas y una estructura de poder concentrada, lo convierte en una figura tan polémica como fascinante.
Desde que subió al trono en 2016, tras la muerte de su padre, el reverenciado Bhumibol Adulyadej, Vajiralongkorn ha protagonizado una transformación en la imagen pública de la monarquía tailandesa. Mientras su padre representaba la estabilidad, la tradición y el respeto institucional, su heredero ha optado por un perfil mucho más excéntrico y personalista. A diferencia de otras monarquías que separan los bienes del Estado de los personales, el rey tailandés asumió el control directo de todos los activos de la Oficina de la Propiedad de la Corona, la entidad que gestiona propiedades, terrenos e inversiones de la casa real. Con este movimiento, consolidó una de las fortunas personales más grandes del mundo.
Entre sus propiedades destacan vastas extensiones de terreno en Bangkok, decenas de palacios, 17.000 propiedades inmobiliarias, una colección de joyas históricas y una flota de más de 30 aviones y helicópteros, algunos de ellos modificados con lujos propios de un hotel cinco estrellas. También se han documentado cerca de 300 vehículos de alta gama, colecciones privadas y residencias en el extranjero.
Durante largas temporadas ha residido en Alemania, donde su presencia no ha pasado desapercibida. Alojado en hoteles de lujo, ha sido fotografiado en situaciones informales, vestido de forma poco convencional para un jefe de Estado y acompañado por un séquito reducido pero muy cercano. Estos detalles han contribuido a forjar una imagen alejada del protocolo tradicional, generando sorpresa tanto dentro como fuera de Tailandia.
En el plano personal, su vida sentimental ha estado marcada por varias bodas, divorcios y una estructura poco común dentro de una monarquía. Conviven actualmente su esposa oficial y su consorte, ambas con tratamiento y visibilidad pública, algo que ha despertado todo tipo de comentarios. Sin embargo, en Tailandia, la ley de lesa majestad impide cualquier crítica o burla hacia la figura del rey, lo que hace que muchos de estos temas solo circulen fuera del país.
A pesar de su posición y poder económico, la figura del monarca no goza del mismo nivel de devoción popular que su padre. En los últimos años, se han producido manifestaciones en las que miles de jóvenes han reclamado reformas institucionales, mayor transparencia y límites a los privilegios reales. Estos movimientos han chocado frontalmente con la estructura legal y cultural que protege la monarquía como símbolo sagrado de la nación.
A día de hoy, Vajiralongkorn mantiene un férreo control sobre su imagen, su patrimonio y su entorno. En un mundo donde muchas monarquías buscan modernizarse y ganar cercanía con la ciudadanía, el rey tailandés continúa cultivando un estilo propio, caracterizado por la ostentación, el secretismo y una forma de ejercer el poder que sigue desconcertando a la comunidad internacional. Mientras tanto, su fortuna sigue creciendo, y su figura, envuelta en una mezcla de poder absoluto y teatralidad, continúa captando la atención del mundo entero.