El pie demoledor de Sudáfrica y el plus que genera un equipo dinastía: superarse por amor al juego

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Existe una máxima en el deporte que dice que las defensas ganan campeonatos. A veces creo que la inventó un guionista de esas películas que tanto disfruto donde el protagonista, un entrenador obsesionado con el detalle, convence a sus dirigidos de que defender en grupo puede tener unas consecuencias poderosas tanto en el ataque del rival como en su mente.

Allá lejos en el tiempo, a comienzos de este siglo, la defensa empezaba a ser el tema central del rugby. Equipos enteros se convertían en infranqueables por una defensa que no tenía grietas. Podemos recordar a los Pumas en el partido de 1999 contra Irlanda en Lens, Francia como un antecedente claro. Los entrenamientos, incluso, se basaban en gran parte en torno a esta faceta o momento del juego. Recuerdo como jugador tener prácticas interminables (y bastante aburridas), pero que en el juego tenían visiblemente un resultado.

Los Springboks, un seleccionado que quiere convertirse en una dinastía: sus ansias de superación no se detienen

Inglaterra, con Clive Woodward, tenía una combinación de elementos que, juntos, se tradujeron en Martín Johnson y compañía levantando al grito de “oh yeah” el trofeo William Webb Ellis. Defensa, obtención con un pack de forwards muy áspero y además de unos wines definidores, tenían a Wilkinson que podía hacer todo: defender y atacar. En lo segundo era lo que llamamos una “Triple amenaza”. Con la pelota podía correr, pasar o patear en cualquier situación. Su uso del pie en ataque fue innovador. Wilkinson fue de los primeros en colocar patadas cruzadas y altas para que los jugadores en los extremos, generalmente sin marca y con más espacio, puedan ganar en las alturas y en el terreno para concretar tries inesperados.

Esas defensas estaban sustentadas por una preparación atlética nunca antes vista en nuestro deporte. Pareció, por un tiempo, que la defensa iba a ser lo más importante del rugby. En los comentarios se comenzaron a destacar las menciones a jugadores que llegaban a 25 y 30 tackles en un partido. Un dato sorprendente, pero no el que precisamente convoca a la gente a ver este juego.

En el primer partido con los Wallabies, Sudáfrica no usó el pie y perdió. En la revancha, sí lo hizo y se llevó la victoria

El rugby es un juego complejo e interesante porque tiene varias formas de progresar en el campo. Siempre se priorizó el avance con posesión. El uso del pie como táctica para hacerlo fue considerado como juego feo y poco vistoso. Hagamos un momento de pausa para recordar a Johnny Wilkinson cruzando un kick que termina en try para los ingleses.

Sudáfrica empieza a parecerse a esas dinastías inolvidables del deporte. No son sólo los títulos que logró en los mundiales: es el aura que rodea al equipo. Los equipos que se transforman en dinastías son pocos en la historia. Pienso en los Chicago Bulls y los Lakers, ambos entrenados por Phil Jackson quien entre ambas campañas consiguió 11 anillos en la NBA. También pienso en los All Blacks de la década pasada que tenían como mantra “Ser el equipo más dominante de la historia del deporte”. Estos Springboks tienen algo en común con esos equipos: un entrenador ingenioso y detallista que convence a su plantel de jugar por algo mucho más grande que ellos mismos. No es el dinero, ni siquiera es sólo ganar el Mundial. Es hacerlo por amor al juego. Los Boks, juegue quien juegue, están pensando en construir el juego más perfecto que puedan.

Scottie Pippen, Michael Jordan y Phil Jackson: el entrenador gestó dos dinastías, con los Bulls y con los Lakers

En el primer partido del Rugby Championship, Australia sorprendió a los Springboks en su casa ganandoles con solidez. El partido que había arrancado con dominio contundente de los locales tuvo un giro inesperado con Australia dominando el juego de contacto y así avanzando con pelotas propias y recuperadas para dar vuelta el partido. Ese día Sudáfrica no usó el pie lo suficiente para debilitar a los Wallabies. De hecho, fueron los australianos los que lo utilizaron en más ocasiones. El tema no fue cuánto sino también cómo. Incomodaron continuamente al equipo de Rassie Erasmus con distintos tipos de patadas y cuando el partido se desordenó los locales no podían hacer pie. La desesperación los hizo perder la paciencia y entregar tries de pelotas perdidas.

La semana siguiente el cambio fue rotundo. Los Springboks plantearon un partido con el pie. Un asedio permanente desde el aire para no dejar nunca a los Wallabies acomodarse. Porque no se trata sólo de patear. Tampoco es patear para ir a defender y presionar solamente. Sudáfrica patea para recuperar. Es una novedad del rugby moderno sólo posible gracias a diversidad técnica que tienen los jugadores de hoy. Antes dominar el juego terrestre podía bastar para ganar partidos. En 2025, a un equipo que no tiene presencia ý dominio aéreo mas le vale no aparecer a cantar los himnos.

Rassie Erasmus, el entrenador que lleva a Sudáfrica a jugar por mucho más que la historia

Usar el pie en un partido hoy puede pensarse de varias maneras.

La primera es economía energética. Plantear un partido de permanente contacto directo es difícil de sostener. Entonces, buscar avanzar e incomodar con el pie es una forma efectiva de ganar territorio. La regla del 50-22 lo explica por sí misma. Pero pensemos también en una defensa que sube fuerte y deja un espacio por detrás, o en las puntas, como vimos en el try de Cheslin Kolbe frente a los Pumas. Destaco algo en la ejecución de Feinberg Mngomeszulu: su patada cruzada fue de poca altura, más bien recta, llegando mucho mas rápido a destino que la antigua patada alta y cruzada (también efectiva).

Juan Cruz Mallía buscando arriba, uno de los aspectos que los Pumas mejoró. Pero los Sprinboks rompieron esa fortaleza y dominaron psicológicamente al rival

La segunda manera de pensarlo es como un juego mental. Te hago creer que te doy la pelota, pero en realidad te estoy haciendo retroceder. El principal objetivo del ataque para lograr marcar es que la defensa esté retrocediendo tanto que no consiga ordenarse en una pared. Un buen uso del pie, como el de Sudáfrica, produce eso. Y lo consigue porque generalmente gana en el aire. Los Pumas han desarrollado un juego en el aire muy dominante y lo vimos en los test matches de esta temporada. Como buen estratega que es, Erasmus atacó a los Pumas en su fortaleza y la neutralizó. De 30 patadas que hicieron en el partido recuperaron 9; un número altísimo.

La segunda parte del planteo de Sudáfrica es un buen modelo de cómo pensar un partido. Patean durante 50-60 minutos para debilitar física y mentalmente al rival y ahí lejos de pensar en conservar redoblan la apuesta, juegan vertical pero ocupando espacio a lo ancho. Los jugadores están siempre de pie y los apoyos parecen multiplicarse. En los minutos finales Sudáfrica no se cansa. Quiere más, como si atacar lo llenara de energía. El resultado ahí parece no importar. Da la impresión de qué es el juego más que el resultado lo que importa. Ciento diez puntos en dos partidos seguidos de Rugby Championship no es normal. Es lo que hace una Dinastía: conseguir cosas que parecen imposibles solamente por amor al juego.

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