El poder en el escenario internacional

admin

Durante los últimos treinta años, el sistema internacional ha estado dominado por Estados Unidos. Tras la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, ese país ejerció un poder casi sin contrapesos, imponiendo sus intereses en gran parte de los asuntos globales.

Sin embargo, hoy, el panorama muestra signos de transformación: ¿ha perdido influencia EE.UU. o simplemente ya no desea ejercerla con la misma intensidad? ¿El ascenso de China amenaza su hegemonía? ¿Estamos ante un verdadero cambio en el sistema internacional?

El propósito aquí es ofrecer un marco de análisis que permita comprender los movimientos de los grandes actores y anticipar sus posibles estrategias, sin ser exhaustivo ni pretender abarcar la totalidad de las relaciones internacionales.

Variables del poder global

Para comprender la configuración actual del poder mundial debemos atender a varios factores clave:

Poder económico: capacidad de producción, innovación y comercio.

Diplomacia: habilidad de negociar e influir en foros multilaterales.

Desarrollo tecnológico: desde la inteligencia artificial hasta la biotecnología.

Poder militar: no solo el volumen, sino la disposición a usarlo.

Influencia cultural: penetración de valores, modelos de consumo y estilos de vida.

Geopolítica: control territorial, acceso a recursos y ubicación estratégica.

El peso relativo de cada variable determina el lugar de un país en el tablero internacional. Hay naciones con poder económico pero escasa influencia cultural; otras con gran aparato militar, pero reacias a comprometerse en conflictos ajenos.

Polos, potencias y satélites

Un polo de poder es un actor capaz de proyectar su influencia globalmente, imponiendo su voluntad por encima de los demás. En torno a los polos orbitan los satélites, países que alinean su política exterior con alguno de ellos, con mayor o menor autonomía.

Finalmente, las potencias regionales ejercen liderazgo en su entorno inmediato, aunque con alcance limitado a escala global. Finalmente tenemos los escenarios, que involucran zonas geopolíticas de interés para las grandes potencias y donde los países que lo integran no son relevantes per se, sino que lo son en determinado contexto de disputa internacional.

La historia muestra configuraciones diversas:

-Unipolaridad (ejemplo: Imperio Romano, EE.UU. tras 1991).

-Bipolaridad (Guerra Fría: EE.UU. vs. URSS).

-Multipolaridad (Europa antes de la Segunda Guerra Mundial).

Si bien la multipolaridad puede sonar más justa (o democrática), la experiencia histórica revela que los sistemas dominados por uno o dos polos han tendido a ser más estables, mientras que los multipolares fueron escenario más propensos a guerras globales.

El papel de Estados Unidos

Desde los años 70, Estados Unidos ha enfrentado múltiples crisis que pusieron en duda su hegemonía: el embargo petrolero de la OPEP, el Watergate, la derrota en Vietnam, la recesión de 2008.

Sin embargo, siempre logró recomponerse, en parte gracias a la capacidad de reinvención de su economía y a su superioridad tecnológica y militar. Hoy, más que un debilitamiento estructural, lo que emerge es un debate interno: sectores que promueven un rol global activo frente a otros que impulsan un giro hacia el aislacionismo.

La llegada de Donald Trump en 2017 fue un anticipo de esa tensión, hoy con su segunda presidencia podría profundizar el giro hacia un replegamiento y “aislacionismo” que podría abrir espacio a un sistema multipolar. De Nixon a Clinton, Estados Unidos han brindado todas las posibilidades a China para que llegue a ser lo que es hoy, desde su inclusión en la OMC, pasando por la diplomacia triangular de Kissinger y el envío de cientos de empresas norteamericanas e inversiones a China. Obama hizo un cambio radical, militarizando los países limítrofes y la región, de manera de contener un potencial imperialismo chino.

Rusia y China: contrapesos emergentes

-Rusia: heredera del poder militar soviético, busca consolidarse como polo global mediante el control energético, la disuasión nuclear y su influencia en Europa del Este, Medio Oriente y África. Aunque su economía es más débil, su capacidad de desestabilizar y negociar desde la fuerza lo mantiene en el centro del tablero. Y, sin dudas, su posición geopolítica es una variable que obliga a Rusia a asumir un rol activo en su región. Fuera de su zona de influencia inmediata, Rusia sabe que su futuro contendiente es China, ambos lo saben, lo que hay hoy entre estos países es más un entendimiento pro tempore que una alianza estratégica de largo plazo, hay intercambios de todo tipo pero ambos esquivan la dependencia del otro en cualquier cuestión, energética, económica, o que conlleve una sumisión futura. Recordemos que ambos son países con historia imperial.

China: su ascenso en las últimas cuatro décadas no tiene precedentes. Con un crecimiento económico sostenido, inversiones en infraestructura global (Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda), desarrollo tecnológico acelerado y una diplomacia activa, Beijing se proyecta como el principal desafiante de la hegemonía estadounidense. Con un estilo de inserción internacional caracterizado por el foco en las cuestiones económicas, comerciales, tecnológicas, commodities, energéticas y de infraestructura hasta la fecha no ha mostrado interés en cuestiones militares fuera de su territorio. Claro está que hay dos Chinas, una imperial e inflexible, que muestra su poderío militar y no deja ni un metro de tierra o mar al azar, y otra China que se viste de traje y corbata, negocia de todo con todos sin ideología ni suspicacias, la primera es la China regional, la segunda es la China en el mundo.

Otros actores relevantes

India: con una población joven y en expansión, avanza como potencia tecnológica y económica, aunque aún sin capacidad plena de ser un polo de poder. Actualmente es vista por Estados Unidos como un contrapeso a China, por razones de ubicación geográfica y cantidad de población, entre otras. Y por otro lado está Pakistán, el vecino incómodo de la India, que tiene hace años una intensa relación con China, y una muy mala relación con India que incluye constantes conflictos bélicos sobre todo por la zona de Cachemira, recreando así una guerra fría entre EEUU y China.

Brasil y México: potencias regionales con influencia limitada fuera de América Latina. Ambos llamados a ser líderes de la América que está al sur del Río Bravo, van a un ritmo de crecimiento constante y aunque no terminan de despegar, más temprano que tarde, ocuparan un lugar central en la geopolítica americana.

Unión Europea: gran poder económico y cultural, pero con debilidades en cohesión política y militar. La gran consumidora, se caracteriza por los altos niveles de vida de una población envejecida, desde la segunda guerra mundial a esta parte ha perdido paulatinamente influencia global, por ejemplo, la salida de Reino Unido (Brexit) de la Unión no fue un cataclismo pero si un dato atendible.

Japón, Israel, Sudáfrica, Emiratos Árabes: potencias intermedias, con incidencia selectiva en asuntos globales.

Argentina: Con sus potencialidades y limitaciones, debe pensar estratégicamente su lugar:

  • Recursos estratégicos: litio, gas no convencional, alimentos y agua dulce la convierten en un actor clave en la seguridad energética y alimentaria mundial.
  • Posición geopolítica: su proyección hacia el Atlántico Sur y la cercanía con la Antártida le otorgan un valor creciente en un contexto de disputa por los bienes comunes globales.
  • Diplomacia multivectorial: la clave será evitar dependencias excesivas y mantener relaciones pragmáticas con todos los polos de poder, priorizando los intereses nacionales.
  • -Integración regional: ningún país latinoamericano por sí solo puede disputar influencia global. Argentina debería impulsar mecanismos de cooperación (Mercosur, CELAC, UNASUR reconfigurada) que fortalezcan la voz latinoamericana en foros internacionales.
  • Innovación y educación: el salto cualitativo no puede darse solo desde los recursos naturales; la apuesta debe ser hacia la ciencia, la tecnología y la formación de capital humano para no quedar relegados a ser “proveedores de materias primas” en la nueva división internacional del trabajo.

Escenarios posibles según la distribución de poder internacional

El mundo atraviesa una transición en la distribución del poder, y es probable que los próximos 20 a 30 años estén marcados por la disputa entre grandes potencias y la redefinición de alianzas.

Pueden proyectarse al menos tres escenarios posibles:

  1. Reforzamiento del unipolarismo estadounidense: Si EE.UU. logra superar sus tensiones internas y consolidar su liderazgo tecnológico y militar, podría mantener una primacía relativa. América Latina, en este escenario, quedaría integrada mayormente bajo su órbita, repitiendo patrones históricos de dependencia, aunque con nuevas oportunidades ligadas a la transición energética y al comercio digital.
  2. Bipolaridad EE.UU.-China: El escenario más probable en el mediano plazo. La región se convertiría en terreno de competencia estratégica entre Washington y Beijing, quienes buscarán asegurar acceso a recursos críticos (litio, alimentos, energía). América Latina podría beneficiarse de esta puja siempre que logre negociar desde una posición de autonomía relativa, evitando caer en alineamientos rígidos.
  3. Multipolarismo difuso: Si Europa, India y otros actores logran equilibrar parcialmente a EE.UU. y China, emergería un sistema multipolar con alianzas flexibles y bloques regionales más activos. Este contexto abriría espacio para que América Latina consolide una voz propia, pero requerirá coordinación política y mayores niveles de integración regional.

El mundo transita una transición de poder incierta. Estados Unidos sigue siendo el actor central, pero ya no ejerce una hegemonía incuestionada. China y Rusia desafían esa primacía con estrategias diferenciadas, mientras que India y la Unión Europea buscan consolidar su lugar en el orden internacional.

El interrogante clave no es solo quién lidera, sino cómo se gestiona la competencia entre grandes potencias. La historia demuestra que los sistemas unipolares o bipolares han sido más estables que los multipolares. Sin embargo, en un mundo interdependiente, la cooperación internacional y el fortalecimiento de instituciones multilaterales serán esenciales para evitar que la competencia derive en conflicto.

El escenario que se abre es el de un multipolarismo inestable, en el que las alianzas serán cambiantes y el poder se fragmentará entre varios actores. La gran incógnita es si ese equilibrio dinámico podrá sostenerse sin caer en los errores del pasado: guerras abiertas por el control del sistema.

*El autor es analista internacional, licenciado en Relaciones Internacionales de la USAL

Deja un comentario

Next Post

Cae banda integrada por adolescentes que operaba en CDMX tras asalto a mujer y casa de empeño

Un operativo en la alcaldía Iztapalapa derivó en la detención de seis personas presuntamente vinculadas a un asalto a una mujer y al robo de una casa de empeño en la alcaldía Milpa Alta, según reportó la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de la Ciudad de México en su comunicado […]
Cae banda integrada por adolescentes que operaba en CDMX tras asalto a mujer y casa de empeño

NOTICIAS RELACIONADAS

error: Content is protected !!