El poema de César Vallejo que fue despreciado por el director de una revista: lo tildó de “adefesio” y “mamarracho”

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(Composición Infobae: Alexis León / Difusión)

César Vallejo hizo que la poesía hablara desde lo más hondo del ser humano. Con cada verso, expuso la fragilidad, la injusticia y la esperanza a través de una voz que brota directamente de la herida. Su obra desbordó los márgenes del Perú y del idioma, y dejó una impronta en la literatura universal.

Entre sus libros más importantes figuran ‘Trilce’, con su lenguaje experimental y audaz; ‘Poemas humanos’, cargado de compromiso y desgarro; y ‘España, aparta de mí este cáliz’, escrito en medio de la Guerra Civil española. También resalta ‘Los heraldos negros’, su primer poemario, en el que aborda temas como el terruño, la familia, la religión y otros aspectos centrales de la vida.

Precisamente en este poemario figura un poema de tono sentimental que, algunos años antes de su publicación en un libro, fue rechazado por el director de una reconocida revista peruana. El director no quedó convencido por su contenido, sin sospechar que más adelante formaría parte de ‘Los heraldos negros’, la obra que dio inicio a la trayectoria literaria de Vallejo.

(Composición Infobae: Andina / UNMSM)

En su primer período, influenciado por el modernismo, Vallejo muestra su estilo en ‘Los heraldos negros’. Con ‘Trilce’, se hace evidente la huella del vanguardismo en su poesía, donde la experimentación con el lenguaje y la forma predomina. En sus trabajos posteriores, como ‘Poemas humanos’ y ‘España, aparta de mí este cáliz’, su obra adquiere un carácter más social y político, dejando atrás las influencias estéticas.

El poema de César Vallejo que no logró convencer al director de una revista

En ‘Los heraldos negros’, publicado en 1919, César Vallejo incluyó un poema amoroso dirigido a la persona amada. El tono íntimo y sentimental contrastaba con la oscuridad que atraviesa gran parte del libro, lo que le otorgaba una dimensión distinta dentro del conjunto.

Antes de que el poemario viera la luz, el vate envió esos versos al director de la revista Variedades, Clemente Palma, hijo del célebre escritor Ricardo Palma. Sin embargo, la reacción fue tajante: el director calificó el texto como un “adefesio” y un “mamarracho” en una carta.

(Andina)

Es importante señalar que el joven nacido en Santiago de Chuco envió sus poemas a Palma en 1917, con la intención de explorar la posibilidad de su publicación. A continuación, se presenta el contenido de la carta del director de la revista Variedades.

“Señor C.A.V. -Trujillo.- También es usted de los que vienen con la tonada de que aquí estimulamos a todos los que tocan de afición la gaita lírica, o sea a los jóvenes a quienes los da el naipe por escribir tonteras poéticas más o menos desafinadas o cursis. Y la tal tonada le da margen para no poner en duda que hemos de publicar su adefesio. Nos remite usted un soneto titulado El poeta a su amada, que en verdad lo acredita a usted para el acordeón o la ocarina más que para la poesía.

Amada: en esta noche tú te has sacrificado

sobre los maderos curvados de mis besos

Amada: y tú me has dicho que Jesús ha llorado

y que hay un viernes santo más dulce que mis besos.

¿A qué diablos llama usted los maderos curvados de sus besos? ¿Cómo hay que entender eso de la crucifixión? ¿Qué tiene que hacer Jesús en estas burradas más o menos infectas?… Hasta el momento de largar al canasto su mamarracho, no tenemos de usted otra idea de deshonra de la colectividad trujillana, y de que si se descubriera su nombre, el vecindario lo echaría lazo y lo amarraría en calidad de durmiente en la línea ferrocarril de Malabrigo”.

Este es el poema íntegro, que fue calificado como “adefesio” y “mamarracho”

Amada, en esta noche tú te has crucificado

sobre los dos maderos curvados de mi beso;

y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,

y que hay un Viernes Santo más dulce que ese beso.

En esta noche clara que tanto me has mirado,

la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su

hueso.

En esta noche de setiembre se ha oficiado

mi segunda caída y el más humano beso.

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;

se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura

Y ya no habrán reproches en tus ojos benditos;

ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura

los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.

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