La sesión de control al Gobierno en el Senado de hoy ha sido escenario de un tenso rifirrafe entre el Partido Popular y el Ejecutivo, que ha alcanzado un nuevo nivel al incorporar al tenista Carlos Alcaraz en el debate político. El senador del PP, Juan Manuel Ávila, reprochó duramente al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, su supuesta “falta de patriotismo” y el escaso apoyo a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, utilizando la figura del deportista murciano para ilustrar su crítica. Este episodio subraya una estrategia del principal partido de la oposición de emplear iconos nacionales para atacar al Gobierno, lo que ha sido calificado por el ministro como una “instrumentalización” inaceptable.
El intercambio se produjo en un momento de creciente polarización política, donde cada comparecencia parlamentaria se convierte en una oportunidad para la confrontación directa. La intervención de Ávila comenzó con una crítica general a la gestión de Grande-Marlaska al frente de Interior, centrándose en las demandas y necesidades de la Policía Nacional y la Guardia Civil. El senador popular argumentó que el Gobierno no está ofreciendo el respaldo adecuado a estos colectivos, una queja recurrente del Partido Popular, que acusa al Ejecutivo de desatender a quienes velan por la seguridad ciudadana.
Sin embargo, el punto álgido de su intervención llegó cuando Ávila, en un giro inesperado, introdujo la imagen de Carlos Alcaraz. “Lo vi el otro día disfrutando de un magnífico partido de tenis, de un español, de un murciano”, espetó el senador, refiriéndose a la reciente aparición pública del ministro en la final de Roland Garros en París. La alusión al joven tenista, uno de los deportistas más admirados y queridos en España, buscaba establecer un contraste simbólico entre los valores que, según Ávila, encarna Alcaraz, y la actuación del ministro.
El senador del PP continuó su reproche con vehemencia: “Y yo creo que debería de aprender de esos valores, talento, patriotismo, alma, corazón y reaños, muchos reaños que le hacen a usted falta para afrontar las necesidades de cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado”. Con estas palabras, Ávila no solo acusaba a Marlaska de carecer de las cualidades necesarias para su cargo, sino que también intentaba vincular el éxito deportivo de Alcaraz con una noción de patriotismo que, a su juicio, el ministro no poseía.
La respuesta de Fernando Grande-Marlaska no se hizo esperar, y reflejó la indignación del Gobierno ante lo que consideró un intento de manipular la imagen de un deportista para fines políticos. El ministro, con un tono firme y visiblemente molesto, replicó a Ávila de manera contundente: “Señor Ávila, no les vale con instrumentalizar a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, ya instrumentalizan a nuestros grandes deportistas. Déjenles tranquilos, déjense que disfruten de su triunfo consecuencia de un esfuerzo absolutamente personal y de su equipo, déjenles, déjenles en paz”.
Marlaska, al acusar al PP de “instrumentalizar” tanto a las fuerzas de seguridad como a los deportistas, puso de manifiesto la percepción del Gobierno de que la oposición estaba utilizando estos elementos como meras herramientas en su estrategia de desgaste. La defensa del ministro de la autonomía de los deportistas y su derecho a disfrutar de sus logros sin ser arrastrados al barro de la política fue un intento de deslegitimar la línea argumental del Partido Popular, que buscaba generar un impacto emocional en la opinión pública.
