Se terminó la Copa Argentina para San Lorenzo. Esta vez, algunos detalles mínimos, pero fundamentales, lo imposibilitaron de llegar a la instancia de los penales que lo había salvado en las dos instancias anteriores. En el estadio de Morón, un error defensivo terminó con el fácil gol de Héctor Fértoli con el que Tigre consiguió el 1-0 y el pasaje a los cuartos de final: chocará con Independiente Rivadavia. Es la primera derrota del ciclo que está iniciando Damián Ayude.
Fue una jornada a puro fastidio en San Lorenzo. Incluso se pudo observar en el diálogo final entre Ayude y Yael Falcón Pérez. El DT se quejó por algunas decisiones.
Ayude: -Las “chiquitas”, los foules chiquitos.
Yael Falcón Pérez: -Es ajeno a nosotros profe eso
-Las “chiquitas” no, los foules chiquitos, los laterales
-¿Vos pensás que yo tengo la culpa? ¿Pensás que perdieron por eso, que perdieron por mi culpa?
EL REPROCHE DE AYUDE A FALCÓN PÉREZ EN DETALLE
El Matador de Victoria superó a #SanLorenzo y el entrenador del Ciclón le pidió explicaciones a Falcón Pérez, árbitro del encuentro ante Tigre por los octavos de final de la #CopaArgentinaEnTyCSports pic.twitter.com/jR2RPoAkTc
— TyC Sports (@TyCSports) August 2, 2025
El enojo en San Lorenzo fue global. Por el error defensivo, por la injusta expulsión de Cuello al finalizar el primer tiempo, porque entendieron que le cambiaron el vestuario a último momento y se tuvieron que ir sin poder ducharse porque no había agua caliente... Porque además alguien achicó las medidas del campo de juego de la cancha de Morón ¿para beneficio de Tigre? al menos medio metro de cada lado, porque Yael Falcón Pérez además les dijo antes del partido que no funcionaban los intercomunicadores…
El sábado se expuso por qué el contexto era complejo como para que el director técnico azulgrana no fuera otro que el exentrenador de la reserva: un hombre que ya estaba en la casa, entendieron, era lo necesario para esta actualidad inestable en lo institucional. Pocos se hubieran animado a semejante desafío de remar en una realidad todavía más espesa.
De cinco encuentros al mando, ya le tocaba afrontar su segundo encuentro de eliminación directa con el material limitado que ostenta a raíz de la situación ya conocida del club, en la que cada eventual baja es una herida profunda y las incorporaciones casi que no son tales: el único protagonista que llegó es Diego Herazo, recién sumado tras el préstamo en Nacional, de Uruguay, que no quiso comprarlo. Lógicamente, ni siquiera fue parte del banco de los suplentes. El que sí estuvo fue Nicolás Tripichio, sensible baja en el once inicial por un problema en la rodilla, pero entre tanto juvenil se necesita igual de un tocado experimentado, aunque no ingresó.
Ya no estaba Sportivo Las Parejas (lo eliminó con Miguel Ángel Russo en el banco) ni Quilmes, rivales previos y de menor categoría que no le pusieron las cosas fáciles, pero que tampoco lo habían asustado demasiado: por propia falta de claridad y profundidad, las sendas definiciones por penales lo habían hecho llegar hasta los octavos de final. Y enfrente, esta vez en el estadio Nuevo Francisco Urbano de Morón, estaba nada menos que Tigre. Mismo rival e instancia con el que se habían cruzado en el Torneo Apertura pasado, en un duelo parejo que ganó San Lorenzo sobre la hora (2-1) por un detalle virtuoso de Alexis Cuello.
Se trataba entonces de otra medida y, por ende, también de exigencia. Una prueba más en medio de un proceso recientemente iniciado que tanto por esta competición como en las primeras tres fechas del Clausura no conocía la derrota ni lo que significaba comenzar debajo en el resultado.
En medio de un terreno de juego demasiado desprolijo –que incluyó el desconcierto de verlo achicado en sus medidas en un encuentro neutral-, el Ciclón pareció no entender los requerimientos de un desarrollo en el que fue difícil hacer circular la pelota. Al menos, el conjunto de Victoria salió a jugar con ese espíritu aguerrido que se precisa en campos así, algo que San Lorenzo también tuvo, pero de lo que se enteró un rato más tarde. De hecho, eso fue lo que los diferenció en ese tramo: Tigre jugó atento a la primera, segunda y tercera pelota desde el primer instante, algo que lo incomodó notoriamente. A los hombres de Ayude los desconcertó el escenario completo y todo se transformó en confusión total.
El que (casi) nunca se equivoca, esta vez falló. A los 24 minutos, Jhohan Romaña retrocedió hacia su arco en busca de rechazar una pelota suelta y, en su indecisión, se topó con el cierre de su compañero Ezequiel Herrera: uno se confió del otro, la pelota siguió su recorrido sin dueño y Fértoli aprovechó para abrir el pie (y el resultado), aportando la ley del ex como en aquellos octavos de final jugados en el Nuevo Gasómetro.
De hecho, pasaron varias cosas parecidas a aquella tarde de mayo. Porque Cuello otra vez fue importante para aportar a la historia uno de los detalles clave, aunque no de la misma forma: en la última jugada del primer tiempo se fue expulsado por segunda amonestación. Una decisión polémica de Yael Falcón Pérez, el mismo árbitro de aquel encuentro en el que Elián Irala fue echado tempranamente (también discutido). En esta ocasión, la barrida del delantero no pareció ser merecedora de una segunda amarilla.
Todo se le hizo cuesta arriba al conjunto azulgrana. En un cotejo en el que la tensión se mantuvo solamente por el corto marcador y las disputas lógicas de un partido nada claro, siempre estuvo más aplomado Tigre. Sin hacer un daño más profundo que apenas exigir a Orlando Gill a una tapada extraordinaria con la pierna derecha ante la tranquila definición de Braian Martínez en el área chica, a los 23 minutos de la segunda mitad.
Lo mejor del partido
San Lorenzo tuvo reacción en el juego, pero demasiado tarde: llegó claro al arco de Felipe Zenobio recién cuando restaban ocho minutos. Un gran desborde de Elías Báez y su centro preciso no pudo ser aprovechado completamente por el ingresado Fabricio López, que metió un frentazo que ya esperaba en el centro del arco el arquero del Matador.
Alguna aproximación más, pero ni siquiera los ocho minutos de adición hicieron un nuevo milagro azulgrana. Avanzó Tigre y a San Lorenzo le queda centrarse en el Torneo Clausura, donde la cosecha de puntos comenzó bien. Eso sí: necesita de los once soldados de siempre.