Se mira y no se toca. Así parece presentarse Ares del Maestrat desde la distancia, como una postal de piedra encaramada en lo alto de una gran formación rocosa que se alza de forma abrupta sobre el paisaje. El visitante, aún sin saberlo, está por descubrir uno de los secretos mejor guardados del interior de Castellón: un pueblo diminuto, con apenas 200 habitantes, que custodia una fortaleza suspendida entre el cielo y la tierra.
Aunque Castellón es famoso por sus playas y su clima mediterráneo, el verdadero encanto de la provincia se encuentra en su interior montañoso. Allí, pueblos llenos de historia y tradiciones auténticas ofrecen una experiencia única, donde la naturaleza y el patrimonio cultural se entrelazan para quienes buscan un turismo más pausado y genuino.
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Pero más allá de estos nombres ya conocidos, hay otros rincones que sorprenden por su singularidad. En lo alto de un peñón imposible, como si desafiara la gravedad, se encuentra un castillo que parece suspendido en el aire, custodiando un pequeño pueblo con siglos de historia a sus espaldas. Un lugar tan llamativo que incluso National Geographic lo ha destacado por su belleza y carácter único.
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Una fortaleza entre las nubes
Ares del Maestrat pertenece a la comarca de l’Alt Maestrat y está ubicado a más de 1200 metros sobre el nivel del mar. Su elemento más emblemático es el castillo —conocido también como castillo árabe de Ares— que se alza sobre la Mola del Castillo, un promontorio rocoso que domina visualmente todo el valle. La imagen es imponente: los restos de sus muros se aferran a acantilados verticales, formando una estructura que parece flotar.
Proclamado Bien de Interés Cultural en 1997, el castillo fue en su origen una fortificación andalusí, aunque guarda huellas aún más antiguas, con restos íberos y romanos. Su importancia estratégica fue tal que en 1231 fue la primera plaza conquistada por el rey Jaime I en su avance hacia la creación del Reino de Valencia. Desde entonces, ha sido escenario de múltiples enfrentamientos: desde las guerras de la Unión y de Sucesión hasta las guerras Carlistas y la Guerra Civil española, cuando su torre fue utilizada por última vez como puesto de vigilancia.
Patrimonio y naturaleza
Hoy, sus ruinas pueden recorrerse con facilidad gracias a un sendero señalizado y una escalera de acceso que permite disfrutar del recorrido sin dificultad. El visitante puede caminar entre los vestigios de torres, aljibes y murallas, y asomarse al vacío para contemplar un paisaje majestuoso de valles, bosques y peñascos.
Además, en las entrañas de la montaña se encuentra el Museo de la Cueva, un centro de interpretación instalado en una cavidad natural que conserva materiales desde la prehistoria hasta la Edad Media. Es un espacio que permite comprender la historia del lugar en profundidad, no solo desde la arquitectura defensiva, sino también desde el punto de vista arqueológico y cultural.
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Un refugio con encanto
Más allá del castillo, Ares del Maestrat conserva el espíritu de un pueblo detenido en el tiempo. Sus calles estrechas, su iglesia parroquial del siglo XVIII y su arquitectura tradicional de piedra seca conforman un conjunto que invita a la contemplación. Los alojamientos rurales, el silencio de la montaña y la cercanía con otros pueblos como Benassal o Culla lo convierten en una base perfecta para quienes buscan desconectar y sumergirse en un entorno natural y culturalmente rico.
Desde Castelló de la Plana, se puede llegar en poco más de una hora en coche, atravesando caminos de montaña que van revelando, tramo a tramo, la singularidad de esta zona. Es un viaje corto pero transformador, ideal para escapadas de fin de semana o incluso para considerar una segunda residencia en un lugar donde el tiempo parece haberse detenido.
Un futuro ligado a su identidad
Ares del Maestrat no necesita grandes desarrollos inmobiliarios para seguir creciendo. Su fortaleza está en su autenticidad. Las iniciativas locales apuntan a revitalizar el turismo sostenible, mantener vivas las tradiciones y preservar el patrimonio. Es uno de esos lugares donde la piedra habla y el silencio no incomoda, sino que revela.
En un contexto donde cada vez más personas buscan destinos alternativos, conectados con la naturaleza y la historia, Ares del Maestrat se presenta como una propuesta genuina, sin artificios. Un rincón en las alturas que no solo se visita: se recuerda.