Muchas veces los relatos de pueblos son fascinantes por lo que logró su población o por la riqueza cultural de esa tierra. Sin embargo, un poblado del Reino Unido se hizo conocido mundialmente por estar deshabitado desde hace más de 80 años y su recorrido intrigante llamó la atención de los amantes de la historia.
Se trata del pequeño pueblo de Tyneham, conocido como el “pueblo que murió por Inglaterra”, después de que los últimos 225 residentes fueran evacuados en 1943. En diciembre de ese año, los habitantes fueron obligados a abandonar sus hogares en un plazo de 28 días por orden del ejército británico durante la Segunda Guerra Mundial.
El ejército ocupó el pequeño pueblo junto con unas 7.500 hectáreas de tierras agrícolas en los alrededores. En aquel entonces, los residentes pensaron que sería algo temporal y dejaron un aviso en la puerta de la iglesia.
“Por favor, traten la iglesia y las casas con cuidado; entregamos nuestros hogares, donde muchos vivimos durante generaciones, para ayudar en la guerra y mantener a los hombres libres. Algún día volveremos y les agradecemos por tratar con amabilidad al pueblo”, aseguraba la misiva, que se transformó en un ícono de la historia inglesa del siglo XX.
El gobierno inglés de aquel entonces decidió tomar esa tierra porque el ejército británico quería la zona para entrenamientos militares durante la Segunda Guerra Mundial, como preparación para el desembarco en territorio francés, en busca de derrocar a Adolf Hitler en Alemania.
Se dice que las autoridades les prometieron a los residentes de que podrían regresar algún día, pero eso nunca ocurrió. “La toma iba a ser temporal, pero en 1948 fue retenida para entrenamiento militar”, escribió Rob Crossan, quien visitó Tyneham en 2024 para CN Traveller.
“En el censo de 2001, la población era cero. Hoy en día, con el pueblo y sus praderas, bosques, calas, bahías y acantilados aún bajo el control del Ministerio de Defensa, Tyneham fue abandonada a la decadencia”, aseguró el periodista.
Actualmente, el pueblo puede visitarse, pero hay que consultar el calendario con las autoridades del ejército para asegurarse de que los caminos y el pueblo no estén cerrados por maniobras militares. Aún se pueden ver varios de los edificios originales y tanto la iglesia como la escuela fueron restauradas y albergan exposiciones sobre el pueblo y sus antiguos residentes.
También se restauraron algunos edificios auxiliares y hay un área para hacer picnic donde los visitantes pueden relajarse y disfrutar del entorno. “Estoy junto a la cabina telefónica de los años 30 y miro por las ventanas empañadas. Desde aquí, puedo imaginar los lejanos estruendos y explosiones de los ejercicios militares que aún ocurren cuando Tyneham se cierra al mundo exterior”, aseguró Rob en su crónica.
“Siento un escalofrío recorrerme. En cualquier momento, espero sentir una mano suave en mi hombro, tal vez de uno de los antiguos aldeanos que ahora, sospecho, rondan lo que queda de sus hogares”, sostuvo el periodista para referirse a los “fantasmas” del pueblo abandonado.