
“Un error en los tiempos puede arruinar toda una operación”, afirma Yamila. En esta conversación, comparte su experiencia como agente de la cadena de suministro, donde cada operación exige sincronización, criterio y respuestas rápidas para que el producto llegue en tiempo y forma.
¿Qué fue lo que más te atrajo del mundo del comercio exterior y qué desafíos encontraste en tu recorrido?
Me atrajo la posibilidad de vincular culturas y mercados a través de los productos que se comercializan. Esa conexión global me resulta fascinante. En cuanto a los desafíos, sin duda lo normativo. La parte aduanera y bancaria cambia constantemente. Eso exige que todo el equipo y los involucrados en la cadena logística internacional trabajen en perfecta coordinación para que la operación funcione.
¿Qué particularidades encontrás en la industria alimenticia frente a otros sectores?
El tiempo es el recurso más crítico porque trabajamos con productos perecederos. Cada segundo cuenta. Además, hay exigencias específicas de otros mercados: sanitarias, de etiquetado, trazabilidad. No es solo cuestión de costo, sino de garantizar que el producto llegue bien, porque eso define la percepción del consumidor.
Si una importación falla, por ejemplo, y el producto no llega a tiempo o pierde parte de su vida útil, ya no sirve para fabricar. La vida útil es clave. Un error en los tiempos puede arruinar toda una operación.
En esta industria, las partes más críticas de la operación son el flete internacional y los derechos aduaneros. Son los factores que más peso tienen en el costeo y en la efectividad de toda la operación.
Hoy en día, con la apertura de mercado, desde comercio exterior se trabaja constantemente para que esos factores no impacten demasiado en la operación. Hoy hay muchos operadores logísticos, lo que permite negociar y conseguir condiciones más competitivas. Buscar alternativas mejora el costeo general. Es un trabajo que requiere estar muy activos.
¿Cómo se prepara un equipo para adaptarse a contextos normativos cambiantes?
Para mí hay tres pilares: capacitación constante, actualización diaria y flexibilidad en los procesos. Las reglas cambian seguido y muchas veces sin aviso. Además, es clave contar con buenos aliados: despachantes, agentes de carga, asesores. Ellos aportan información y soporte para tomar decisiones rápidas y correctas.
¿Qué habilidades son clave para desarrollarse en comercio exterior de alimentos?
Perfiles ágiles, con visión integral de la cadena logística. Saber de normativas aduaneras, bancarias y acuerdos internacionales es básico. Pero también hay que ser crítico, flexible y creativo para resolver problemas logísticos sin margen de error.

¿Qué implica ser jefa de comercio exterior en alimentos y qué es lo que te motiva a seguir trabajando en el rubro?
Ser jefa de comex implica asegurar importaciones al menor costo posible y que las exportaciones lleguen al punto de venta a tiempo, en condiciones. Siempre cuidando la logística y la vida útil de los productos. Todo eso requiere planificación y reacción rápida.
Creo que lo que más me motiva es la mejora continua. Me gusta asegurar la calidad, buscar eficiencia. Es una profesión muy dinámica, que te mantiene en constante movimiento. Siempre estás aprendiendo algo nuevo. No hay rutina.
Para lograr todo eso es fundamental trabajar en equipo, compartir la información y estar actualizado permanentemente. La transparencia también es fundamental. Si hay algún desvío, hay que comunicarlo rápido para evitar que se agrave el problema.
¿Cómo ves la evolución del comercio exterior en estos años?
Lo veo como una montaña rusa. Cada cambio de gobierno trae nuevas reglas, y eso afecta mucho, sobre todo a las importaciones. Hay que estar actualizados y responder casi en tiempo real para que la operación no se frene. Eso define la diferencia entre cumplir y fallar.
