La presidenta del Louvre admitió que el sistema de videovigilancia exterior del espacio cultural más famoso del mundo es “muy insuficiente”, tres días después del espectacular robo de ocho joyas, un incidente que reavivó la cuestión sobre la seguridad en los museos de Francia.
Laurence des Cars compareció ante una comisión del Senado francés para intentar explicar cómo fue posible este robo, en apenas ocho minutos y por una valor de más de 100 millones de dólares, en el museo más visitado del mundo. Des Cars, en sus primeras declaraciones públicas desde el domingo, aseguró que las alarmas del museo funcionaron durante el incidente, pero admitió que las cámaras de vigilancia en el exterior, “están obsoletas”.
“El parque [de cámaras exteriores] es muy insuficiente, no cubre claramente todas las fachadas del Louvre”, dijo. “Desgraciadamente, en el lado de la galería de Apolo, la única cámara instalada está orientada hacia el oeste” y, por lo tanto, no cubría el balcón afectado por el hurto.
La responsable, que en 2021 se convirtió en la primera mujer en dirigir la pinacoteca, también pidió que se instalara “una comisaría de policía” dentro del establecimiento y sugirió otras medidas “a corto plazo” como “la seguridad de las inmediaciones del Louvre, especialmente en la vereda”. Para eso sugirió instalar barreras para evitar que los vehículos se estacionen directamente junto a los edificios del museo
″Hoy estamos experimentando un terrible fracaso en el Louvre, del cual asumo mi parte de responsabilidad″, afirmó Des Cars. Los ladrones entraron y salieron, llevándose ocho piezas de las Joyas de la Corona de Francia, una herida cultural que algunos compararon con el incendio de la Catedral de Notre-Dame en 2019. Este robo es “una inmensa herida que nos han infligido”, dijo la funcionaria, admitiendo que presentó su dimisión al gobierno, pero que fue rechazada.
El asalto del domingo ha puesto al asediado presidente Emmanuel Macron, a la ministra de Cultura Rachida Dati, a Des Cars y a otros, bajo un nuevo escrutinio. Ocurre apenas unos meses después de que los empleados se declararan en huelga, advirtiendo sobre la falta crónica de personal y de recursos para la protección, con muy pocos ojos para vigilar demasiadas salas.
“Una supuesta mudanza”
La investigación “avanza”, aseguró a los medios franceses CNews y Europe 1 el ministro del Interior, Laurent Nuñez, quien precisó que “más de un centenar de investigadores” están movilizados.
Los detalles del espectacular robo van trascendiendo con el avance de las pesquisas. Los delincuentes obtuvieron el vehículo montacargas a través de “un seudoalquiler para una supuesta mudanza”, según la fiscal de París, Laure Beccuau. La fiscal también informó que el servicio de conservación del Louvre estimó los daños en 88 millones de euros (102 millones de dólares), una suma “extremadamente espectacular” pero que “no es en absoluto paralela ni comparable a los daños históricos”, lamentó. Los ladrones “no ganarán” ese monto “si tienen la pésima idea de fundir esas joyas”, advirtió.
Preguntas sobre la seguridad del Louvre
El incidente relanza el debate sobre las medidas de seguridad de este museo, que el año pasado recibió nueve millones de visitantes, 80% de los cuales extranjeros. El presidente francés Emmanuel Macron ordenó “acelerar” el refuerzo de la seguridad en el establecimiento, que reabrió sus puertas al público tras permanecer cerrado desde el domingo.
A su vez, todo esto ocurre después de que Macron anunciara en enero nuevas medidas para el Louvre, que incluyen un nuevo puesto de mando y una red ampliada de cámaras que, según el ministerio de Cultura, se está implementando. También plantea preguntas difíciles, entre ellas si la brecha del domingo está relacionada con los niveles de personal y cuán uniformemente se están aplicando las mejoras en la renovación.
La protección de las obras más emblemáticas es hermética: la Mona Lisa está detrás de un vidrio a prueba de balas en una vitrina con control climático; sin embargo, el allanamiento expuso fisuras en otras partes de un laberinto de 33.000 objetos. Para muchos franceses, el contraste es una vergüenza pública. Toca una fibra sensible: el problema de las multitudes crecientes y el personal sobrecargado.
En junio, una huelga del personal por el exceso de visitantes y la falta crónica de empleados retrasó la apertura. Los sindicatos sostienen que el turismo masivo deja muy pocos ojos para vigilar demasiadas salas y crea puntos de presión donde se cruzan zonas de obras, accesos de carga y flujos de visitantes.
Este miércoles, las otras grandes atracciones del Louvre —desde la Venus de Milo hasta la Victoria de Samotracia— estaban abiertas de nuevo. Pero las vitrinas acordonadas en la Sala Apolo, vigiladas y vacías, contaban otra historia: la de una brecha medida no solo en minutos y euros, sino en la fragilidad del patrimonio de una nación.
Con información de: AP y AFP