El ‘santo favorito’ del Papa León XIV es peruano: Robert Prevost es devoto de San Martín de Porres

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La elección del cardenal estadounidense Robert Francis Prevost como nuevo pontífice ha traído consigo una inesperada conexión peruana: su profunda devoción por San Martín de Porres, el santo limeño canonizado en 1962 y venerado como patrono de la justicia social. Esta relación espiritual fue confirmada al dominical Panorama por el sacerdote Jorge Millán, párroco de la iglesia “Sagrada Familia” en Chiclayo y amigo personal del Papa León XIV.

“Fue nombrado obispo el día de San Martín, el 3 de noviembre. Tenía ya antes de venir por acá. Tenía un cariño a San Martín. Sí, es su santo, peruano, favorito, digamos”, declaró Millán, destacando que el afecto por el Santo Moreno antecede incluso a su paso por el Perú.

Aunque nacido en Chicago, Prevost estuvo en contacto con la figura de San Martín de Porres desde su infancia. Su familia católica ya manifestaba devoción por el santo peruano, al punto que su hermano mayor recibió el nombre de Louis Martin, en homenaje directo al fraile dominico limeño.

Composición: Infobae Perú

Esa cercanía cultural y espiritual se consolidaría años más tarde cuando, como misionero agustino, se trasladó al Perú en 1985. A lo largo de cuatro décadas de servicio pastoral en el país, San Martín de Porres fue una figura presente en momentos clave de su trayectoria, acompañando su vocación con el ejemplo de humildad, servicio a los pobres y entrega silenciosa que caracteriza al santo más popular del Perú.

La devoción se reflejó con claridad durante su etapa como obispo de Chiclayo, ciudad del norte peruano donde ejerció el ministerio entre 2014 y 2020. En la catedral de Chiclayo, la imagen de San Martín de Porres se encuentra situada en una cabecera lateral, junto al altar mayor. Lejos de ser una disposición fortuita, esa ubicación fue percibida como un gesto cargado de sentido pastoral por parte del entonces obispo Prevost. Su cercanía espiritual con el santo afroperuano lo llevó a integrarlo simbólicamente al corazón de su misión episcopal en una de las regiones más importantes del país.

Del norte del Perú al Vaticano: el camino de Robert Prevost hacia el papado

El paso del Papa León XIV por el Perú y Chiclayo: se trasladaba a caballo para ir hasta las zonas más alejadas del país. (Diócesis de Chiclayo)

Tras ser ordenado sacerdote en 1982, Robert Francis Prevost se incorporó a la misión agustiniana en el Perú en 1985, dando inicio a una trayectoria pastoral estrechamente vinculada con el país andino. Su primer destino fue la Prelatura Territorial de Chulucanas, en Piura, donde asumió el cargo de canciller. Luego fue enviado a Trujillo, donde permaneció más de una década ejerciendo funciones clave: prior de comunidad, director de formación, maestro de profesos y vicario judicial de la arquidiócesis. También impartió clases de Derecho Canónico en el Seminario Mayor “San Carlos y San Marcelo”.

El 3 de noviembre de 2014, en coincidencia con la festividad de San Martín de Porres, fue nombrado administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo por el papa Francisco, quien lo elevó a la dignidad episcopal y le asignó la sede titular de Sufar. Fue consagrado obispo el 12 de diciembre, día de Nuestra Señora de Guadalupe, en la catedral de esa ciudad.

Durante su mandato en Chiclayo, Prevost afianzó su compromiso con los sectores más necesitados y se integró al liderazgo de la Iglesia nacional, siendo elegido segundo vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana en 2018. En paralelo, el Vaticano continuó confiándole responsabilidades cada vez mayores, entre ellas su participación en las congregaciones para el Clero y para los Obispos.

El paso del Papa León XIV por el Perú y Chiclayo: se trasladaba a caballo para ir hasta las zonas más alejadas del país. (Diócesis de Chiclayo)

Su ascenso definitivo dentro de la Curia romana se concretó en 2023, cuando fue nombrado por el papa Francisco como prefecto del Dicasterio para los Obispos, posición desde la cual supervisó los nombramientos episcopales a nivel mundial. También presidió la Pontificia Comisión para América Latina y fue incorporado a otros seis dicasterios vaticanos, así como a la Comisión para el Gobierno del Estado de la Ciudad del Vaticano. Este conjunto de cargos anticipó el papel central que jugaría en el futuro del Vaticano.

El 8 de mayo de 2025, el cónclave lo eligió como sucesor de Francisco, convirtiéndose en el Papa León XIV. Su elección fue interpretada como una señal de continuidad en la línea social de su antecesor, especialmente por su sensibilidad hacia los pobres, los migrantes y las comunidades latinoamericanas.

¿Quién fue San Martín de Porres?

San Martín de Porres, nacido como Juan Martín de Porres Velázquez en Lima en 1579, fue el primer santo mulato reconocido por la Iglesia católica. Hijo de una mujer africana libre y de un noble español, creció en condiciones de pobreza y discriminación social, lo que no le impidió desarrollar desde muy joven un compromiso inquebrantable con la caridad y la fe. A pesar de las leyes que impedían el ingreso formal de personas no blancas a las órdenes religiosas, Martín fue admitido como “donado” en el Convento de Nuestra Señora del Rosario, perteneciente a la Orden de Santo Domingo, donde entregó su vida al servicio de los pobres, los enfermos y los marginados.

Su fama de santidad se extendió por toda la ciudad debido a su humildad y su dedicación a los trabajos más simples, como barrer y cuidar a los animales del convento, lo que le valió el apelativo de “el Santo de la Escoba”. Su vida estuvo marcada por una extraordinaria vocación de servicio, y se le atribuyeron múltiples milagros, sobre todo relacionados con la sanación. San Martín no solo ofrecía atención médica natural a quienes no podían pagarla, sino que también alimentaba con ternura a perros, gatos y hasta pericotes en su celda, en una muestra de compasión universal.

Falleció en 1639 a los 60 años, tras una vida marcada por el ayuno, la penitencia y el trabajo incansable. Fue beatificado en 1837 y canonizado en 1962 por el papa Juan XXIII, durante el Concilio Vaticano II. Desde entonces, su figura se convirtió en un símbolo mundial de humildad, justicia social y amor al prójimo. Es venerado como patrono de la paz, la salud y la armonía racial, y cada 3 de noviembre se conmemora su vida y legado en el Perú y en otras comunidades católicas del mundo.

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