Autor: Éric Assous. Director: Manuel González Gil. Elenco: Gerardo Romano, Ana María Picchio, Rodrigo Noya y Gabriela Sari. Escenografía: Lula Rojo. Vestuario: Romina Giangreco. Iluminación: Matías Sendón. Sala: Multitabaris (Av. Corrientes 831). Funciones: miércoles, jueves y viernes a las 20, sábados a las 19:30 y 21:30 y domingos a las 19:30. Duración: 70 minutos. Nuestra opinión: muy buena.
En una plaza abarrotada de comedias intrascendentes (salvo honrosas excepciones) es un placer presenciar el estreno de un ejemplo del género con contenido y excelentes actuaciones, como es el caso de El secreto. La obra del francés Éric Assous, en torno a infidelidades y cuestiones de identidad, consigue con recursos valiosos provocar la risa generalizada y convocar a la reflexión. Asimismo, depara más de una sorpresa.
La historia gira en torno a una pareja con muchos años de matrimonio que vive cómodamente en un elegante departamento capitalino. Gaspar (Gerardo Romano) y Claudia (Ana María Picchio), aunque lucen muy jóvenes y vitales, están jubilados. Él participa activamente en reuniones de consorcio y ella lo espera, solícita, con la comida servida en la mesa. La vida marital transcurre tranquila, excepto por algunas discusiones triviales, hasta que un secreto inesperado del pasado sale a la luz y trastoca la dinámica hogareña cual tsunami. Y ni su hijo, Lucas (Rodrigo Noya), ni su nuera Mariana (Gabriela Sari), quedarán inmunes de la hecatombe. Es más, formarán parte del epicentro.
Adelantar más de la trama –que implica a terceros- sería spoilear. Digamos, en todo caso, que parte de aquellas “mentiras piadosas” que las parejas suelen admitir para mantener en pie una relación a lo largo de las décadas, y que en algunos casos, como este, se desmadran. Es entonces cuando se suceden una serie de situaciones inesperadas, de discusiones desopilantes y de revelaciones impensadas que desnudan la vida familiar y ponen de manifiesto los ocultamientos y la fragilidad de los vínculos.
El texto de Assous (de quien ya se había conocido en Argentina, en 2016, Nuestras mujeres, con Guillermo Francella, Arturo Puig y Jorge Marrale) está muy bien construido y en él se percibe todo el oficio que, antes de convertirse en dramaturgo teatral, guionista y director de cine, el artista ganó como autor de radionovelas para la emisora pública France Inter. Lo suyo, evidentemente, son los diálogos cortos y picantes, las retóricas y contra retóricas. A diferencia de otras comedias francesas más bien de situaciones, aquí lo importante es lo que se dice y cómo se dice. En ese sentido, la traducción local al castellano le hace honor, manteniendo el nivel de estilo y agudeza originales. Y además mantiene ecuánimemente las críticas de la obra al machismo y a la “vaginocracia”.
A tono con lo recién expuesto, uno de los puntos más interesantes del espectáculo –mérito del director Manuel González Gil– es el ritmo sostenido de principio a fin alcanzado por la puesta, y la astuta inclusión de unas pausas (logradas simplemente con la disminución en la intensidad de las luces) que ayudan, entre escena y escena, a asimilar lo que vendrá. El otro gran puntal de El secreto son las actuaciones. Gerardo Romano y Ana María Picchio dan cátedra de cómo hacer comedia en serio, sin buscar la fácil complicidad del público. Y en medio de la catarata de risas que generan también se permiten emocionar. Potencian su duelo dialéctico al máximo y conforman una de las mejores duplas de la escena teatral actual. El compromiso de Romano con su trabajo va más allá, al incorporar su admitida condición de salud actual (registra signos de Parkinson) a las características de su personaje. ¡Chapeau! Por su parte, Rodrigo Noya suma puntos en su sostenida carrera teatral y Gabriela Sari, en un rol con menos aristas, acompaña muy bien. Los cuatro conforman un elenco muy afiatado que se merece la ovación final que le dispensa el público.