El sprint final de Aldosivi tuvo premio y sigue en primera; Godoy Cruz pasó de la Sudamericana a la B en apenas… tres meses

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Hace apenas dos meses, Aldosivi (Mar del Plata) se encomendó a Guillermo Farré para que lo salvara de un descenso casi consumado. El entrenador, uno de los referentes del plantel de Belgrano que provocó el descenso de River en 2011, asumió con la certeza de dar vuelta una tendencia que parecía irreversible: el Tiburón era un equipo vencido. Que comenzaba los partidos derrotado desde lo anímico. Que olía a Primera Nacional.

Farré empezó pésimo, sin poder cortar la inercia negativa que arrastraba el equipo marplatense. Tres derrotas al hilo (ante Sarmiento, Tigre y Argentinos Juniors) dejaron al Tiburón al borde del desahucio. A poco de asumir, y cuando el Tiburón llevaba nueve partidos sin triunfos, Farré y el plantel recibieron la visita de la barra. En medio de un clima hostil, el DT los calmó: “Todos nos valemos de resultado y da bronca. Estamos trabajando para eso. Sabemos que demostrar actitud es necesario. Entendemos la exigencia de ustedes. Sabemos que ustedes están”.

Con escasísimo margen de error. Sin embargo, el DT confió en el trabajo y en el plantel heredado. En devolverle la autoestima a ese grupo de jugadores que tenía un trabajo por delante: salvarse.

Lo que siguió fue casi un milagro deportivo -el cuerpo técnico, claro, lo atribuirá al trabajo diario-: cuatro triunfos en seis partidos. El último, el de este sábado, rodeado de la épica que significa mantener la categoría ante sus hinchas, y con un éxito por 4-2 ante un rival -San Martín de San Juan- que terminó descendiendo por esa derrota. Los hinchas del Tiburón, varios de ellos que hasta hace poco insultaban a los futbolistas, no olvidarán este sprint final del equipo de Farré. El de la permanencia.

Claro que si Aldosivi llegó a la última fecha con chances de quedarse entre los 30 equipos de primera fue porque Godoy Cruz se cayó a pedazos y porque a los sanjuaninos no les alcanzó la levantada con Leandro Romagnoli como entrenador. Y porque el árbitro Luis Lobo Medina -a instancias del VAR- le dio un penal recontrapolémico y dudoso al Tiburón la semana pasada frente a Banfield. A Federico Gino, uruguayo, temperamento puro, no le importó la circunstancia y lo cambió por gol. El gol que estiraba la lucha hasta la última fecha. Hasta este sábado.

Farré será el protagonista principal de la película, un cortometraje lleno de emociones. De un plantel que apretó los dientes y se comprometió a no regalar más goles. A ser más inteligente. A jugar mejor y a atacar a sus rivales. Después de todo, nadie daba ni dos monedas por la salvación de los marplatenses. Esa inexorabilidad y las presiones de los hinchas hicieron más fuertes a los jugadores. Jorge Carranza, el capitán, es una prueba concreta de esto. Más veteranísimo que Hugo Orlando Gatti -lo superó en julio al jugar un partido de primera con 44 años y 25 días-, este sábado se equivocó feo en el gol de Barrera. Lejos de caerse, hizo cuatro atajadones que mantuvieron al Tiburón en partido. El arquero puede retirarse tranquilo -si quiere, claro-. Sus manos fueron vitales para la permanencia del equipo. Su equipo.

Santiago Moya también dio una prueba de carácter. Con el marcador 0-1, fue a buscar una segunda pelota al área de San Martín, recibió en el corazón del área y definió como si fuera un gran número nueve. Es defensor central e hizo un gol que será recordado como el que abrió el camino para la salvación. Podrá decirse que esa emoción valió por dos, porque mientras los hinchas lo celebraban, Aldosivi convirtió otro. Franco Rami, suplente habitual, también anotó un tanto inolvidable para él.

Justo Giani acaba de anotar el 3-2 de Aldosivi ante San Martín de San Juan y lo festeja con los hinchas del Tiburón

No importó el error de Moya al ir con demasiada vehemencia para evitar un gol rival, el llamado del VAR, el penal y el 2-2 de San Martín cuando quedaban dos minutos. A esa altura, Aldosivi sabía que dependía de sí mismo -Godoy Cruz empataba con Riestra y estaba por terminar-, que en su cabeza era más fuerte que San Martín y que su hinchada -fiel, numerosa- lo acompañaba en ese Minella que pronto recibirá una necesaria lavada de cara.

Celebraba San Martín aquel empate que les daba vida. Pero casi desde el saque del medio el que festejó fue Aldosivi. Error de Lecanda y gol de Giani, que pudo haber dicho “gracias, empleados”, como si estuviera en el Casino Central, a pasitos de la Rambla marplatense. Festejo a lo loco del 40 -que es 10-, revoleo de camiseta y una victoria que entonces ya era inamovible. Como la permanencia. El 4-2 de Preciado, de penal, quedará en anécdota.

El desahogo de los hinchas de Aldosivi tras el triunfo por 4-2 ante San Martín de San Juan que implicó la permanencia en la Liga Profesional

Los marplatenses repitieron la historia del 2024, cuando corrieron de atrás como esos caballos que largan mal y se enchufan al final de la carrera. Sus últimos partidos le permitieron ascender a la Liga Profesional. Sus últimos compromisos de este 2025 le posibilitaron mantenerse. El Tiburón, está claro, muestra los dientes cuando el tiempo apremia.

La historia de Godoy Cruz, en cambio, está en las antípodas de los marplatenses. Hace apenas tres meses jugaba los octavos de final de la Copa Sudamericana contra Atlético Mineiro. El Tomba está en la B. El equipo brasileño -ahora dirigido por Jorge Sampaoli-, en la final del torneo continental: dirimirá la corona con Lanús en Asunción del Paraguay.

Mateo Mendoza se lamenta luego del empate 1-1 de Godoy Cruz ante Riestra: el Tomba descendió y jugará en la Primera Nacional

Ni la jugada dirigencial de apostar por Omar Asad, un entrenador querido por los hinchas, salvó a Godoy Cruz del descenso. El fútbol mendocino se había malacostumbrado a las buenas: sólo en este 2025 celebró el ascenso de Gimnasia y la Copa Argentina de Independiente Rivadavia. La tierra del buen vino tendría tres equipos en la primera división… Pero pasaron cosas.

El descenso es el corolario de una desintegración futbolística que comenzó con la salida de Daniel Oldrá. El Gato, antes mánager, luego director deportivo, más tarde entrenador; siempre símbolo de Godoy Cruz, dejó el equipo hace… exactamente un año. Fue el principio del fin, porque el Tomba perdió lo principal: identidad. Pasó de ser un equipo a convertirse en un rejuntado de voluntades. Volvió Guillermo “Pol” Fernández tras un paso poco fructífero por Brasil. Y terminó siendo suplente… ante Riestra. Todo un símbolo.

La desazón de los hinchas de Godoy Cruz tras el descenso, consumado esta tarde tras el empate 1-1 con Riestra

El estadio Feliciano Gambarte, remodelado, el empuje permanente del Indio Fernández en la mitad de la cancha. O el talento de Santino Andino -¿los hinchas se quejaron porque el club lo prestó al Mundial Sub 20?- no se merecían este final. Así como la permanencia premia el carácter de Aldosivi ante la adversidad, también castiga los errores futbolísticos -muchos, demasiados- de Godoy Cruz en los últimos doce meses.

A San Martín, el tercero en discordia, no le alcanzó el envión Romagnoli. Con un plantel limitado, el hecho de haber llegado a la última fecha con chances de salvarse puede considerarse todo un logro. Que su gente se haya ilusionado con la posibilidad de permanecer en la elite también es un mérito para un equipo que sintió -como ninguno- el salto de la Primera Nacional a la Liga Profesional. Vaya paradoja: la tabla del Clausura lo ubica en el octavo puesto y ¡clasificado a los playoffs! El reglamento, sin embargo, se lo impide. Descenso mata octavos de final del Clausura. Sarmiento (Junín), el renacido Gimnasia (La Plata) y Atlético Tucumán se relamen ante una chance inesperada.

El desconsuelo de Marco Iacobellis por el descenso de San Martín de San Juan; detrás, Tomás González (27) y Sebastián Jaurena (22)

Aldosivi ganó su partido y, también, este triangular imaginario con Godoy Cruz y San Martín. El premio al vencedor no era un título local ni un pasaje a las glamorosas copas internacionales. En juego había algo más importante y cercano al orgullo. Era el estatus de equipo de primera. Permanecer. Seguir siendo. El Tiburón es de primera. Y Mar del Plata es un poquito más feliz.

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