El Tour de Francia afronta una nueva amenaza: ¿los ciclistas usan motores diminutos?

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MUR-DE-BRETAGNE, Francia.- Después de que los mejores ciclistas del mundo ascendieran la última subida de la séptima etapa del Tour de Francia y pasaran junto a una multitud enfervorizada en la línea de llegada, un grupo de funcionarios con camisas negras se dirigió hacia sus bicicletas.

Los funcionarios colocaron brazaletes rojos en los cuadros de carbono. Su trabajo consistía en llevar a cabo un control poco conocido en uno de los deportes más salpicados de escándalos del mundo: se inspeccionaban las bicicletas en busca de motores diminutos.

Ocho bicicletas fueron llevadas a una carpa negra situada a pocos metros del podio, con la cinta del manillar aún húmeda por el sudor de los corredores. Una pertenecía al ganador de la etapa, Tadej Pogacar. Las otras bicicletas eran de corredores que los responsables del ciclismo habían señalado por actuaciones dudosas o por pistas.

El esloveno Tadej Pogacar, seguido por el danés Jonas Vingegaard, durante la 19ª etapa del Tour de France

Veinte años después de que un escándalo de doping pusiera patas arriba el deporte, el ciclismo profesional se enfrenta al doble reto de mantener la honradez de la carrera ciclística más famosa del mundo y convencer a un público escéptico de la legitimidad del Tour. Por eso Nicholas Raudenski, exinvestigador de la Seguridad Nacional de Estados Unidos, estaba junto a la línea de meta mientras los funcionarios escoltaban las bicicletas hasta una máquina de rayos X.

Raudenski fue contratado el año pasado como jefe de la unidad de la federación mundial de ciclismo contra el fraude tecnológico, una forma de hacer trampas conocida coloquialmente como “dopaje mecánico”. Si descubriera a alguien, causaría conmoción en un deporte en el que los atletas hacen habitualmente cosas sobrehumanas. ¿Y si la razón por la que los ciclistas eran capaces de deslizarse por las montañas de los Pirineos era que no pedaleaban sin ayuda?

Raudenski sabía que solo se había sorprendido a un ciclista profesional compitiendo con un motor oculto: un corredor belga en la prueba Sub-23 de los campeonatos del mundo de ciclocross de 2016. Pero la tecnología había mejorado mucho desde entonces. Si no se mantenía alerta, Raudenski creía que el Tour podría ser consumido por ciclistas propulsados por motores diminutos.

Nicholas Raudenski, exinvestigador de la Seguridad Nacional de Estados Unidos que se convirtió en el

La federación de ciclismo, conocida por su nombre en francés, Union Cycliste Internationale (UCI), también intentaba enviar un mensaje a sus aficionados. Muchos habían seguido el creciente discurso en línea que sugería que el ciclismo volvía a hacer la vista gorda con los tramposos. Los aficionados publicaron videos sobre lo fácil que se había vuelto colar motores en miniatura en los cuadros de las bicicletas; analizaron imágenes de carreras que supuestamente mostraban actuaciones sobrehumanas; citaron a antiguos ciclistas que juraban que el deporte seguía siendo corrupto.

“Si la gente está viendo el Tour en casa, o está aquí fuera desafiando el calor, tiene que estar segura de que lo que ve es legítimo, que es creíble”, dijo Raudenski. “Sin controles, se convierte en un circo… se transforma en carreras de motos”.

Relativamente pocos ciclistas profesionales de renombre han dado positivo en controles antidoping en la última década, lo que, según Banuls, es prueba de un sólido régimen de controles y de un cambio de cultura. Pero algunos seguidores a este deporte vieron en ese vacío la probabilidad de juego sucio.

Tadej Pogacar, uno de los grandes referentes del ciclismo de la actualidad

Y entonces, en medio de las sospechas convencionales de dopaje, surgieron rumores sobre pequeños motores. Las amenazas fueron lo suficientemente preocupantes como para que la fiscalía francesa se ocupara del caso. Los responsables del ciclismo vieron otra amenaza existencial para el deporte, potencialmente más corrosiva que las drogas.

A medida que las bicicletas electrónicas -con motores que proporcionan hasta 1.000 vatios de potencia- se han ido poniendo al alcance de los ciclistas recreativos, los aficionados empezaron a construir bicicletas de carretera más ligeras con motores más discretos. Algunos de ellos son de unos 50 vatios, ocultos cerca del buje trasero. En teoría, es potencia suficiente para cambiar la conclusión de una carrera.

No hay pruebas de que los ciclistas profesionales utilicen esos sistemas (la fiscalía francesa abandonó el caso), pero los rumores han surgido lo suficiente como para fomentar el escepticismo. En 2021, el periódico suizo Le Temps informó que tres ciclistas afirmaban haber oído “ruidos extraños” procedentes de las ruedas traseras de sus competidores en el Tour de Francia. Un ingeniero húngaro afirmó que ya en 1998 le habían encargado fabricar bicicletas con motores ocultos para ser utilizadas por profesionales. No se vinculó formalmente a ningún ciclista con esas acusaciones.

La unidad de Raudenski intenta cerrar las brechas que habrían permitido a los ciclistas evitar ser detectados. Durante el Tour de Francia, las bicicletas se llevan ahora directamente a analizar en lugar de devolverlas primero a los mecánicos del equipo, como se hacía antes. Las bicicletas en cuestión se pesan y luego se escanean con una máquina portátil de rayos X y se prueban con un magnetómetro. En algunos casos, las bicicletas se desmontan casi por completo.

El británico Oscar Onley, durante el 19° tramo del Tour de France; el público exige transparencia entre los competidores y equipos

La UCI anunció el año pasado que pagaría a los informadores y denunciantes que tuvieran información sobre el dóping mecánico. Raudenski no quiso revelar qué información han ofrecido esos informantes, pero dijo: “Tenemos gente que nos tiende la mano todo el tiempo”.

Tras dejar el gobierno estadounidense, Raudenski trabajó como investigador interno en la FIFA, la asociación mundial de fútbol, donde hurgó en el arreglo de partidos y la corrupción. Es consciente de que su trabajo consiste tanto en atrapar a posibles tramposos – “Me pregunto: ‘Si quisiera utilizar un motor en una carrera, ¿cómo lo haría?´- como de señalar a los aficionados al ciclismo que este deporte ha recuperado su integridad.

El día antes de la llegada a Mur-de-Bretagne, la unidad de Raudenski inspeccionó una bicicleta que pertenecía al equipo Tudor Pro. El entrenador de ese equipo, Sebastian Deckert, dijo que él también se sentía frustrado por la desconfianza que aún rodea al ciclismo. Dijo que no entendía la mecánica de insertar un motor en el cuadro de una bicicleta, pero se mostró partidario de que los funcionarios examinaran una de las bicicletas de sus corredores.

“Hay que hacer todo lo posible para evitar las trampas”, afirmó.

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