El Tren de Aragua está considerado a día de hoy la banda criminal más poderosa de Venezuela, con ramificaciones en otros puntos de América Latina y ecos incluso en Estados Unidos. Para la Administración de Donald Trump es una organización terrorista y, desde el lunes, un objetivo militar, como quedó de manifiesto en el ataque contra una supuesta embarcación con drogas que se saldó con once fallecidos.
Los orígenes de la organización se remontan dos décadas atrás, coincidiendo con la construcción del tramo del Ferrocarril de Venezuela que recorría los estados Aragua y Carabobo. La actividad extorsiva de algunos sindicalistas que participaban en las obras derivó en abusos a una escala más amplia y en una red criminal que ya tenía entidad propia cuando concluyeron los trabajos ferroviarios en el año 2011, según consta en los informes de la Policía Nacional.
Héctor Rustherford Guerrero Flores, conocido por el alias de ‘Niño Guerrero’, comenzó a dirigir los designios del grupo desde el Centro Penitenciario de Aragua, en Torocón, una suerte de ciudad sin ley desde la que no tuvo ningún impedimento para seguir controlando los designios del grupo. La política no oficial del Gobierno de dar el control de algunas prisiones a jefes criminales –los ‘pranes’– permitió que la cárcel llegase a tener un zoológico, una piscina, un parque infantil, un restaurante y un club nocturno, según Insight Crime.
El Tren de Aragua comenzó a expandirse a otras zonas de Venezuela gracias a alianza con grupos más pequeños y amplió también su lista negra de delitos, en los que figuraban ya casos de extorsión, secuestro, trata de personas, tráfico de migrantes, contrabando, minería ilegal, robo y tráfico de drogas, en un primer momento al por menor.
En 2018, aprovechó el vacío de seguridad en la frontera entre Colombia y Venezuela para intentar establecerse en un área gris entre el estado venezolano de Táchira y el departamento colombiano de Norte de Santander, a costa incluso de enfrentarse con grupos criminales del país vecino. Esta frontera siempre había sido una zona especialmente porosa en términos legales, con ‘trochas’ utilizadas de manera frecuente para el contrabando y el paso de migrantes.
El éxodo migratorio venezolano sirvió a su vez de canal para la expansión del Tren de Aragua en otros países de la región y miembros del grupo comenzaron a asentarse en Colombia, Perú o Chile.
ESTADOS UNIDOS AUMENTA LA PRESIÓN
El líder de la banda, detenido desde 2013, se fugó de la prisión de Torocón en septiembre de 2023, antes de que las autoridades lanzasen una operación para retomar el control del centro. Permanece en paradero desconocido y el Gobierno de Estados Unidos ofrece una recompensa de hasta 5 millones de dólares (4,3 millones de euros) por informaciones que faciliten su detención o condena.
Washington, de hecho, lleva ya años con el Tren de Aragua en el punto de mira. El anterior Ejecutivo, dirigido por Joe Biden, ya catalogó a este grupo como una organización criminal transnacional, pero el Gobierno actual, bajo mando de Trump, ha elevado la presión concediéndole la etiqueta de terrorista.
Trump ha señalado al Gobierno de Nicolás Maduro como responsable de las actividades del cártel y ha elevado el pulso con un ataque en aguas del Caribe contra una embarcación procedente de Venezuela y que supuestamente llevaba un cargamento de drogas. «Espero que esto sirva de aviso a cualquiera que esté considerando traer drogas a Estados Unidos», advirtió el mandatario norteamericano.