
El regreso del tren turístico al departamento de Boyacá ha transformado la experiencia de viaje en la región, al combinar vagones de lujo, tecnología moderna y tarifas asequibles.
La ruta, bautizada como Tren de la Vida y la Esperanza, conecta diariamente los municipios de Nobsa, Sogamoso, Duitama y Paipa, y se ha consolidado como un nuevo motor para el turismo y el desarrollo económico local, según información publicada por la Presidencia de la República.
Después de más de cincuenta años sin servicio de pasajeros, el sistema ferroviario de Boyacá ha sido revitalizado gracias a una iniciativa conjunta del Ministerio de Transporte de Colombia y la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI).
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El proyecto, que forma parte de una estrategia nacional para reactivar el transporte férreo, contempla seis corredores prioritarios y una inversión superior a 90 billones de pesos. La ministra de Transporte, María Fernanda Rojas, encabezó la inauguración de la ruta, destacando el papel del tren en la reactivación ferroviaria del país.
Los vagones restaurados del Tren de la Vida y la Esperanza presentan acabados de madera, techos originales recuperados e iluminación cálida, a lo que se suman comodidades contemporáneas como aire acondicionado y baños modernos.
La ministra de Transporte calificó la experiencia como “de primera clase”. Cada formación tiene capacidad para 156 pasajeros, aunque algunas versiones mencionan una cifra superior.

Uno de los principales atractivos de este servicio es su política de precios. Los boletos pueden adquirirse desde $15.000, una tarifa considerablemente inferior a la del tradicional Tren de la Sabana, lo que amplía el acceso a un público más diverso. Las entradas están disponibles a través de Ticket Shop, facilitando la compra anticipada para los viajeros interesados.
El recorrido diario entre Nobsa, Sogamoso, Duitama y Paipa incluye paradas en cada municipio, donde los pasajeros pueden disfrutar de actividades culturales, artesanales y gastronómicas. Esta oferta complementaria busca fortalecer la identidad regional y brindar a visitantes nacionales e internacionales una perspectiva diferente del territorio boyacense.
El impacto del Tren de la Vida y la Esperanza va más allá del turismo. Según Vanguardia, la iniciativa ha generado empleo, dinamizado la economía local y contribuido a la valorización del patrimonio cultural ferroviario.

Habitantes de la región han señalado que el regreso del tren de pasajeros, junto con la mejora de las vías férreas y la modernización de los vagones, representa una oportunidad para mejorar la conectividad del departamento y consolidar su atractivo turístico. La apuesta por el transporte férreo en Boyacá se inscribe en una visión más amplia de desarrollo regional, en la que la tradición ferroviaria se fusiona con la innovación y la sostenibilidad.
Operación férrea en Colombia
La limitada operación ferroviaria en Colombia, donde solo funciona el 31 por ciento de los 3.533 kilómetros de vías férreas, sustenta las metas del actual proceso de resurgimiento ferroviario. De acuerdo con datos del Banco Mundial, la reactivación de la red contribuiría a aliviar la congestión vial, recortar emisiones contaminantes y mejorar la eficiencia en la cadena logística nacional.

Frente a un panorama en que la mayoría de los trayectos permanecen inactivos —algunos reservados únicamente para el tráfico pesado como el carbono—, el desafío apunta no solo a rehabilitar infraestructura sino también a redefinir el transporte de carga y pasajeros en el país.
En este escenario, la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) ha dado máxima prioridad a seis corredores estratégicos, más allá del denominado ‘Tren de la Vida y la Esperanza’. Se incluyen el corredor interoceánico del Pacífico, la conexión Bogotá-Región, el corredor Palmira–Buenaventura dentro del eje Pacífico, el trayecto Bogotá–Belencito, y la ruta Villavicencio–Puerto Gaitán entre los proyectos fundamentales.
El reporte resalta que las inversiones públicas previstas por el Gobierno superan los 94 billones de pesos, con el objetivo de elevar la competitividad logística, reducir los costos de transporte y conectar zonas productivas directamente con los puertos de exportación e importación clave.
