En distintos y contundentes pronunciamientos, la Iglesia denunció que “grandes zonas han quedado liberadas a merced de mafias narcos”, al expresar su dolor y preocupación por las trágicas muertes de las jóvenes Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez, e insistió en que “la constante ausencia del Estado permite que esta cultura de la destrucción y la muerte crezca y avance sin freno”.
La conmoción por el triple crimen de Florencio Varela movilizó especialmente a obispos del conurbano y sacerdotes de las villas y barrios populares, que advirtieron sobre “el flagelo del narcotráfico institucionalizado”.
“Grandes zonas han quedado liberadas a merced de mafias narcos que se infiltraron y terminaron dominando la vida y la conciencia de nuestra gente, especialmente de los chicos y jóvenes, instalando una verdadera cultura de delincuencia y criminalidad”, lamentó el obispo de San Justo, monseñor Eduardo Horacio García.
Al frente de una diócesis que extiende su jurisdicción sobre el partido de La Matanza, el obispo García dijo que “la falta reiterada de políticas públicas se convierte, en la práctica, en complicidad” y sostuvo que “la constante ausencia del Estado en sus distintos niveles permite que esta cultura de la destrucción y la muerte crezca y avance sin freno.
“Ante tanto desamparo, como Iglesia en San Justo reafirmamos nuestro compromiso de seguir trabajando por nuestros niños y jóvenes desde las tres C de la vida: colegio, club y capilla, en contraposición a las tres C de la muerte: calle, cárcel y cementerio”, sintetizó el prelado. Y pidió que “se garantice la comida, la salud, la seguridad y un verdadero proyecto de vida para nuestros niños, jóvenes y familias”.
También el obispo de Quilmes, monseñor Carlos Tissera, y su auxiliar, monseñor Eduardo Redondo, condenaron el triple asesinato y lamentaron que cerca del día internacional contra la explotación sexual y el tráfico de mujeres, niñas y niños, que se recuerda todos los años el 23 de septiembre, se “tenga que despedir a estas jóvenes víctimas de muchos de estos flagelos”.
Ambos obispos se sumaron al reclamo de justicia y de acciones prontas y efectivas de cuidado y promoción de niños, niñas, adolescentes, jóvenes y personas vulnerables, en un mensaje dirigido a las autoridades nacionales, provinciales y municipales.
Y recordaron el pronunciamiento de la Conferencia Episcopal Argentina del 26 de junio último, en el que advirtieron que “si el Estado se corre, entra el narcotráfico”, al invitar a la sociedad al “compromiso de cuidar y defender la vida”.
“Despenalizado de hecho”
También alzaron su voz los curas de villas y barrios populares, al advertir que en los asentamientos vulnerables “el narcotráfico está despenalizado de hecho”, al recrear una expresión que los propios curas habían utilizado hace más de quince años. Dijeron ahora que el salvaje crimen de las tres jóvenes “no es un hecho aislado, sino que se suma a muchas otras situaciones preocupantes”
Los sacerdotes exigieron que “la Justicia actúe en consecuencia” y declararon “el estado de emergencia en lo que se refiere a acompañar la vida de los chicos, adolescentes y jóvenes de nuestras villas y barrios populares, en la línea de la prevención y la recuperación”.
Tras insistir, como lo habían expresado los obispos, en que el corrimiento del Estado deja espacio al crecimiento del narcotráfico”, transmitieron su percepción de que “el Estado le suelta la mano a la vida”.
“Necesitamos un Estado presente, inteligente y efectivo. Vemos una fuerte desconexión entre la política y la realidad de nuestra gente. Sin embargo, sabemos -porque aquí vivimos- que hace décadas que el narcotráfico se enseñoreó en nuestras comunidades y barriadas. Con gran preocupación, las clases dirigentes miran hacia un lugar muy lejano a las necesidades concretas de nuestro pueblo humilde. Nos preocupan intervenciones del Estado en las distintas jurisdicciones más pensadas para campañas políticas que conectadas con las necesidades de nuestra gente”, señaló el equipo de sacerdotes de villas y barrios populares de la Argentina.
Los curas señalaron que “la urbanización de los barrios y la apertura de oportunidades es el camino frente a este flagelo”.