El valor de lo irremplazable: las fronteras que la IA no debería atravesar

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“Querían poner todos mis libros, conferencias, artículos publicados en una mega base y, a partir de eso, que las personas de las empresas pudieran recurrir y preguntar para que una inteligencia artificial (IA) les responda en base a lo cargado”, cuenta aún sorprendido Alejandro Melamed, director general Humanize Consulting, experto en RRHH. La sorpresa se duplicó en una segunda instancia. “Les respondí que no, que lo mío es algo muy caso por caso, contexto por contexto. Que eso sería una despersonalización del servicio”, detalla Melamed, pero quienes hicieron la oferta aseguraron que si él no lo hacía, alguien más lo haría. Entonces, vale la pena preguntarse, ¿es lícito usar la IA en todo momento y servicio?

“Creo que sí es viable la utilización de la IA en la consultoría como un complemento, como una herramienta, como un recurso adicional. Pero pensemos que la IA muchas veces dice cosas que no tienen nada que ver, no tiene emociones ni contextos, no tiene criterios, ética, conciencia, alma ni corazón. La mirada humana no solo es indispensable, sino que es irremplazable, porque hay un montón de estas cuestiones que, al menos por el momento, solamente las tenemos los humanos”, opina Melamed.

Cuando la creatividad se sienta en la mesa de la IA

Para este experto los riesgos que implica el uso de la nueva tecnología no son menores. “La IA no tiene criterio y te puede guiar por cualquier lado. No entiende la situación específica que estás atravesando, no te puede mirar a los ojos, no te puede decir cosas difíciles con sensibilidad ni tampoco actuar con criterio. La IA reproduce órdenes y actúa de manera predictiva”, indica Melamed.

“La IA es viable y necesaria. Hoy nos ayuda a procesar información masiva, detectar patrones y ordenar datos con una precisión que sería imposible para una persona sola. Pero la consultoría no se trata solo de números: se trata de entender el contexto, de leer emociones, de conectar con lo que no se dice. Ahí es donde entra la sensibilidad humana”, detalla Enzo Mansilla, Head of Strategy & Partner en Wild Fi.

Ana Renedo (FARO):

Y añade: “El verdadero valor está en el balance: dejar que la tecnología haga el trabajo técnico, mientras las personas aportamos lo que la máquina no puede –empatía, intuición y criterio–. Por ejemplo, desde nuestra unidad de consultoría WHY?, cuando creamos una identidad de marca, parte del brandbook incluye una IA entrenada en tono y estilo, para que el cliente no solo ejecute más fácil, sino también con coherencia y consistencia en cada punto de contacto”.

“El verdadero valor de la consultoría reside en esa capacidad de interpretar lo que no está escrito: comprender el momento institucional, leer entre líneas, captar estilos y anticipar compatibilidades. En posiciones de alta dirección, el conocimiento técnico se vuelve un dato; son las cualidades humanas intangibles las que conforman el factor clave de éxito. Es allí, en la detección de esas cualidades, donde el consultor –con su ojo clínico entrenado, que integra visión estratégica con sensibilidad relacional y conocimiento transversal de industrias, empresas y perfiles– marca la diferencia”, explica Ana Renedo, socia gerente de FARO.

Riesgos y beneficios

Como toda herramienta, tiene un aporte positivo, pero también un costado que debe mirarse con cuidado. En este sentido, los expertos coinciden en que la mirada humana no debe dejarse de lado.

“Es una clara ventaja competitiva. En un informe hecho por KPMG Internacional, el 87% de los CEO considera que los beneficios de la IA superan sus riesgos, y el 79% cree que las organizaciones que adoptan IA generativa tendrán ventaja frente a sus pares”, cuenta Mauro Avendaño, socio de Tecnología de KPMG Argentina.

El principal riesgo, señala Javier Quintero, CSO GUT BA y Head de GUT Consulting, “es dejar que la decisión final esté en manos de un algoritmo. Por el momento, la IA tiende a buscar puntos intermedios y esto lleva a una estandarización, perdiendo planteos más sharp, ángulos disruptivos o diferentes”.

Alejandro Melamed:

En la otra cara de la moneda, entre los beneficios, “está la capacidad de agilizar procesos, abarcar mayor cantidad de información en menos tiempo y procesarla con más rapidez. Eso debería liberar espacio para que el pensamiento humano pueda agregar valor”, indica Quintero.

“El beneficio está en la eficiencia y en la democratización porque ayuda a que más personas y organizaciones tengan acceso a herramientas que antes eran complejas o caras. El riesgo es creer que la IA logre entender la totalidad del contexto”, opina Manuel Beaudroit, CEO y cofundador de Belo.

Por ejemplo, este especialista, sostiene que “en finanzas personales y profesionales siempre hay matices, inflación, regulaciones y hábitos culturales que requieren criterio humano y pensamiento crítico para interpretar la foto completa. Esto nos lleva a trabajar día a día en nuestros canales para mantener a nuestros usuarios, trabajadores remotos, emprendedores y freelancers al tanto de todas las novedades”.

Ariana Stolarz: “La próxima frontera es una IA más sabia que pondrá las marcas a prueba”

“Se habla de la IA como coequiper, ¿dónde no debería reemplazarnos? En la toma de decisiones estratégicas, en la construcción de narrativas de marca, en la capitalización de insights culturales y en todo lo que implique leer subjetividades humanas más profundas. Todavía, por suerte, ningún algoritmo entiende el orgullo, la ironía, el deseo o la contradicción como lo hace un antropólogo o un consultor con sensibilidad cultural”, indica Ximena Díaz Alarcón, cofundadora & CEO de Trend LAB de Youniversal.+

Ximena Díaz Alarcón:

Para Avendaño “no es recomendable su uso para definición y automatización de definiciones estratégicas o críticas de negocio, donde es necesario nuestro entendimiento de mercado, contexto y objetivos. Hoy estas soluciones de IA son un complemento experto capaz de favorecer muchas de nuestras actividades, pero donde el control estratégico permanece en el pensamiento crítico y creativo de las personas”.

Campos de aplicación

Así como la consultoría puede aprovechar las bondades de la IA, siempre con cuidados, en la industria de la salud esta herramienta puede ser muy eficiente si se la ejecuta con el debido cuidado. “El ecosistema de salud está naturalmente fragmentado. Médicos, hospitales, obras sociales, laboratorios y pacientes manejan información desconectada, y esta fragmentación no solo afecta el acceso a historias clínicas, sino que hace todo el sistema ineficiente. Mientras la medicina avanza hacia diagnósticos de precisión molecular y terapias dirigidas a mutaciones genéticas específicas, los sistemas de información siguen funcionando como si estuviéramos en el siglo pasado”, describe Gastón Valverde, CEO de Intramed.

Ahora bien, la IA puede transformar la medicina conectando conocimiento disperso. “Imaginemos plataformas que permitan a médicos de diferentes especialidades colaborar en casos complejos, compartiendo experiencias y actualizaciones científicas en tiempo real. La inteligencia artificial puede analizar patrones en grandes volúmenes de literatura médica y sugerir tratamientos personalizados basados en la experiencia colectiva de miles de profesionales. También puede facilitar el acceso a educación médica continua, adaptándose al perfil y necesidades específicas de cada profesional”, cuenta Valverde.

Javier Quintero (GUT):

“En investigación clínica, la IA puede acelerar el desarrollo de nuevos tratamientos conectando datos de múltiples centros, identificando pacientes elegibles para estudios clínicos y prediciendo qué terapias tendrán mejor respuesta según el perfil de cada persona. Sin embargo, hay límites claros donde la tecnología no debe avanzar. Las decisiones éticas de final de vida, la comunicación de diagnósticos terminales, y situaciones que requieren consentimiento informado complejo necesitan la irreemplazable dimensión humana de la medicina”, advierte este médico pediatra.

Control o autocontrol

No son pocos los expertos que levantan la voz para pedir que exista un protocolo de control en el uso de la IA, así como delimitar el empleo ético de la herramienta. Otros, en cambio, aseguran que el autocontrol será suficiente. ¿Qué postura está en lo cierto?

Carlos Arana, profesor de Ucema y consultor, sostiene que es necesario un control sobre el uso de la IA, y no como algo opcional, sino como requisito ético y estratégico. “Se necesitan marcos de human-in-command, en los que el humano mantenga la autoridad total sobre el sistema”, define.

“Esto implica puntos de control obligatorios, rutas claras de escalamiento a consultores senior y auditorías periódicas para detectar sesgos o errores. Además, la formación interna es clave: los equipos deben comprender las limitaciones de la tecnología y tener capacidad real para evaluar críticamente sus recomendaciones”, dice Arana.

“Necesitamos protocolos y estrategias de control. No para excluir a la IA de la mesa, sino para marcar límites claros. Que sea asistente, no decisor. Que sume perspectivas, pero no determine la dirección final. Que potencie la creatividad y el pensamiento crítico, pero nunca sustituya la ética, la sensibilidad ni la responsabilidad que implica asesorar a marcas que impactan en la vida cotidiana de millones de personas”, dice Díaz Alarcón.

Encontrar el equilibrio para emplear esta tecnología, sin dejar de tener el aspecto humano como protagonista parece ser la clave para avanzar dentro del plano de los beneficios, sin caer en los riesgos.

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