Este domingo, la provincia de Buenos Aires —el distrito más poblado y decisivo del país, con cerca del 40% del padrón electoral— volverá a ser escenario de una elección clave. Esta vez se renovará el poder legislativo provincial, pero el resultado de la votación se leerá como un termómetro político para el Gobierno y la gestión bonaerense, que plebiscitará el rumbo económico.
La provincia llega con realidades dispares. En el conurbano, donde se concentra gran parte del voto, la situación social está marcada por el freno de la actividad industrial, la caída de la construcción y un empleo formal que no logra recomponerse.
En contraste, el interior productivo vinculado al agro muestra una dinámica más favorable, aunque sin alcanzar un despegue claro. Esta heterogeneidad, que combina sectores aún golpeados con otros que lograron sostenerse o recuperarse, condiciona la percepción de los votantes.
Si bien varios indicadores macro muestran una mejora respecto de la turbulenta etapa de 2023 —inflación más baja, mercado cambiario ordenado y superávit fiscal—, la microeconomía sigue tensa. El consumo masivo está estancado, el crédito se frenó por la suba de las tasas de interés y el poder adquisitivo todavía no recupera los niveles previos a la fuerte caída del cierre del año pasado.
En este escenario, la pregunta es cómo llega la economía al día de la elección y qué señales transmite a los bonaerenses. Para responderlo, distintos economistas coinciden en que la situación es mejor que en 2023, aunque marcan riesgos y desafíos.
“Los salarios llegan mucho mejor desde la dinámica, con una actividad que se recuperó, aunque ahora se amesetó y cayó, y con una inflación que fue a la baja, no al alza”, dice Gabriel Caamaño, economista de Outlier.
También destaca a nivel nacional un mercado cambiario más ordenado, con menor brecha y un cepo casi eliminado. Sin embargo, advierte que el poder adquisitivo no se recuperó del todo, especialmente en los sectores medios. Además, los últimos meses mostraron un deterioro de la actividad y un aumento de la tensión financiera, lo que erosiona la expectativa de mejora.
“El Gobierno había logrado, durante todo este tiempo, mantener a la sociedad convencida de que lo que venía era mejor. Pero ahora la gente ya no está tan segura cuando escucha que hay cierto consenso en que después de las elecciones habrá un nuevo ajuste del esquema monetario cambiario. Esa expectativa de un futuro mejor, por decirlo de alguna manera, se aleja de nuevo. Y eso empieza a generar desgaste”, agregó Caamaño.
El economista Fernando Marull, de FMyA, plantea igualmente que la macro llega “bastante bien” a la elección, con superávit fiscal, tipo de cambio más robusto y déficit externo acotado. “Si fuese por la economía, no debería hacer una mala elección el Gobierno, aun en provincia de Buenos Aires”, dice. No obstante, señala fisuras en la micro: mientras crece el consumo de bienes durables, el comercio y el consumo masivo —con fuerte peso en el conurbano— muestran debilidad.
En este aspecto coincide Lorenzo Sigaut Gravina, economista de Equilibra, quien dice que los últimos meses marcaron un giro recesivo. Con inflación en torno al 2% mensual y salarios apenas empatando, la suba de tasas enfrió el crédito y debilitó la demanda. “El consumo masivo está estancado y el durable se desacelera”, explica. También resalta la heterogeneidad provincial: el conurbano sufre más por la caída de la construcción y de la industria, mientras que el interior agropecuario está mejor.
Desde el Banco Provincia, el economista Matías Rajnerman subraya que la estructura productiva bonaerense quedó más expuesta a la debilidad industrial. “La industria muestra una caída de dos dígitos, lo que impacta en el primer cordón del conurbano”, explica. Según relevamientos del banco, la economía provincial mostró caídas en julio (-0,3%) y agosto (-1,4%), acelerando un retroceso que había comenzado en el primer semestre.
Fausto Spotorno, de OJF, observa que la mayoría de las variables claves llegan en buen estado, salvo el empleo. “Se deterioró en los últimos meses, sobre todo en construcción e industria, con fuerte peso en la provincia”, aclara. Destaca, de todos modos, que el empleo no registrado actúa como colchón, lo que amortigua el impacto. Según sus modelos, la economía “sigue dando bien” para el Gobierno en términos electorales, aunque la fragilidad del empleo formal podría restar apoyo en zonas específicas.
En síntesis, la economía llega mejor que en 2023 en varios frentes, pero con dificultades que pesan en la provincia de Buenos Aires. El humor social, más escéptico que a comienzos de año, se convierte en el principal desafío político de un oficialismo que busca revalidar su apoyo en el distrito más grande del país.