En el sur de la ciudad de Buenos Aires, el clima electoral se vivió con más intensidad que en el resto del distrito.
Pero hubo una escuela donde se combinaron todos los problemas: las mesas abrieron casi dos horas tarde, no había agua, se veían goteras por todos lados, hubo cortes de luz, cambio de baterías en dos máquinas, filas mezcladas, nadie que orientara a los votantes y gente que esperaba más de 40 minutos.
Fue la Escuela Técnica N°13 “Ing. José Luis Delpini”, de Villa Lugano, la que expuso con crudeza las fallas estructurales y organizativas que atravesaron parte de la jornada. La ausencia de agua, las goteras repartidas en distintos sectores y los baldes alineados en el salón principal para contener las filtraciones fueron apenas el comienzo. Las condiciones edilicias se combinaron con demoras, cortes intermitentes de luz y una alta concurrencia que desbordó a las autoridades de mesa y fiscales.
El inicio fue aún más accidentado: las mesas comenzaron a funcionar con un retraso de casi dos horas debido a la llegada tardía del Correo y a problemas técnicos en dos máquinas, a las que debieron cambiarles las baterías. Aunque desde el Poder Judicial aseguraron que los cortes de luz no afectaron técnicamente el funcionamiento, en la práctica contribuyeron a un clima de confusión generalizado que se mantuvo durante toda la mañana.
Las filas, que al comienzo eran manejables, para el mediodía ocupaban los pasillos de punta a punta. Las esperas llegaban a superar los 40 minutos y no había personal que guiara a los votantes. “Estamos hace rato y nadie nos explica qué pasa. Se mezclan las filas, la gente no sabe a qué aula ir”, dijo a LA NACION Sonia, que había llegado una hora antes. Otro vecino expresó su malestar con ironía: “Por lo menos deberían ponernos sillas, estamos votando en la misma escuela donde los chicos estudian sin techo ni agua”.
En medio del desorden, una escena captó la atención de todos los que hacían fila: una mujer se detuvo frente a la cartelera de candidatos, la recorrió con la mirada y dijo en voz alta: “No sé a quién votar, todos son malos. Así que voto al menos feo”. La frase arrancó varias risas a su alrededor. Alguien le preguntó si al menos conocía a los candidatos, y ella, sin perder la ironía, respondió: “¿Ellos saben quiénes son ellos?”. En una jornada marcada por el malestar y la desorganización, ese comentario espontáneo condensó el desencanto de muchos votantes.
Mientras tanto, en varias aulas se observaba una constante: personas que salían confundidas tras usar la Boleta Única Electrónica, algo que no ocurrió en otras escuelas de la ciudad. Algunos se equivocaban, otros pedían ayuda, y muchos tardaban más de lo habitual. “Viene gente que no sabe cómo se usa y se traba todo. Y no hay tiempo para explicarles bien, porque se acumula la fila”, comentó un fiscal general, que hacía malabares para sostener el ritmo de votación.
El panorama, pasado el mediodía, era el de una escuela colmada. En cada pasillo, las filas serpenteaban entre paredes descascaradas y techos con caños a la vista. Algunos votantes se apoyaban contra las ventanas, otros hojeaban el padrón repetidas veces para confirmar su número de mesa. El murmullo era constante. No había gritos, pero sí un malestar silencioso que crecía con los minutos. Una escena que reflejaba con claridad cómo se vota en una zona del sur porteño donde la infraestructura, una vez más, quedó en evidencia.
La votación en zona sur
A diferencia del resto de la ciudad, donde la votación fluyó con normalidad, en muchas escuelas de la zona sur, el denominador común fue la combinación de demoras logísticas, cortes de luz y condiciones edilicias deterioradas. Aunque las máquinas de votación no reportaron fallas graves, la falta de personal en algunas mesas y la llegada tardía de materiales electorales impactaron en el desarrollo fluido de la jornada. Aun así, muchos vecinos destacaron la importancia de participar y se mostraron decididos a ejercer su derecho, más allá de las adversidades.
En la Escuela Nº3 del Distrito Escolar 21, ubicada en Larrazábal 4051, los comicios comenzaron a las 8.30, y para el mediodía ya se notaba una importante afluencia de votantes. A diferencia de otras escuelas visitadas durante la mañana, aquí el flujo era constante: la mayoría de las aulas contaba con dos o tres personas a la espera, aunque una en particular concentraba una fila de más de 20 votantes que llevaban cerca de media hora aguardando su turno. Según los presentes, el retraso se debía a la lentitud en la organización de las mesas, principalmente por demoras de los fiscales.
“Yo llegué antes y me dejaron en lista, ahora hay más gente”, comentó una mujer mientras esperaba sentada en el pasillo. Otros, en cambio, mencionaban que el proceso avanzaba con fluidez. “Vine rápido, no tuve que esperar mucho”, dijo un hombre que ya había emitido su voto. Sin embargo, en las conversaciones entre los votantes surgía una preocupación común: la falta de fiscales en algunas mesas y las demoras en el armado inicial de los comicios, situación que se repitió en varias escuelas según manifestaron a este medio. Algunos incluso recordaban que en elecciones anteriores, a esa misma hora, el porcentaje de participación era más alto.
Los representantes de mesa y fiscales consultados señalaron que el sistema de Boleta Única Electrónica funcionaba sin fallas y que no habían recibido reportes técnicos. También destacaron la presencia de fiscales de diferentes espacios políticos, entre ellos La Libertad Avanza y Evolución, aunque admitieron que el faltante de autoridades en el arranque provocó atrasos en más de un aula. “En algunas mesas tuvimos que esperar cerca de una hora hasta poder arrancar”, reconoció uno de ellos, que también señaló que la llegada del Correo con el material electoral fue más tardía de lo previsto.
Pese a esos contratiempos, el ambiente era tranquilo y los votantes, en general, se mostraban pacientes. Algunos adultos mayores solicitaron ayuda para utilizar la máquina de prueba, mientras que otros se orientaban entre ellos para agilizar el proceso. “Esta es mi tercera vez votando con máquina, pero siempre hay algo que falla al principio”, comentó una mujer que asistía con su hija. A su lado, una joven se mostraba decidida: “No importa cuánto demore, hay que votar igual”.
Entre los pasillos también se comentaba sobre la baja participación en comparación con otras elecciones. Algunos fiscales estimaban que, hacia las 11 de la mañana, había votado alrededor del 15% del padrón de esa escuela. “En otras elecciones, para esta hora ya veías muchas más aulas llenas”, indicó una autoridad. Sin embargo, esperaban que la concurrencia aumentara hacia el mediodía.