Emigró desde El Salvador y creó un imperio que contrata a migrantes en Virginia: así vive a la sombra del ICE

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Carlos Castro es un ciudadano de El Salvador que fundó hace 35 años su propio negocio en Estados Unidos. Más precisamente, se trata de Todos Supermarket, un supermercado en Virginia que factura millones de dólares anuales y que emplea a casi 200 personas, en su gran mayoría migrantes como él. Tras años de estabilidad, ahora duda del futuro de su negocio ante las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).

De la miseria en El Salvador al éxito en EE.UU.: la historia de Carlos Castro

Carlos Castro, de 70 años, nació y se crio en el suburbio de Mejicanos, en la capital de El Salvador. Hijo de un constructor y una madre analfabeta, creció en una familia pobre y numerosa, con diez hermanos.

Carlos Castro junto a empleadas de su empresa

El dinero no alcanzaba para sostener a todos, por lo que desde los 12 años acompañó a su padre a trabajar, mientras estudiaba de noche. Según contó a BBC, cuando cumplió 25 años decidió emigrar a Estados Unidos en busca de un futuro mejor.

En 1979, desde México, cruzó la frontera con un coyote y fue arrestado por la Patrulla Fronteriza en Texas. Tras pasar 45 días en un centro de detención en El Paso, fue deportado a El Salvador. “El retorno lo viví con mucha vergüenza”, contó.

Sin embargo, esa experiencia no lo desanimó. Meses después volvió a intentar su “sueño americano”. Esta vez pudo cruzar la frontera sin problemas. “Me ayudó mucha gente», le dijo a CNN. Primero se instaló en California, mientras que luego un amigo de la infancia lo recibió en Washington D.C. Allí consiguió empleo en un restaurante y luego en la construcción.

Su esposa, que había conocido a los 22 años, emigró a EE.UU. dos años después y comenzó a trabajar como niñera. Gracias a ella, los dos obtuvieron la visa y en 1986, tras el nacimiento de su hija, obtuvieron la residencia legal.

Todos Supermarket, una empresa de origen migrante en Virginia

Castro inauguró su primer local en 1990, en Virginia. La idea de su negocio era sencilla: ofrecer productos para la comunidad latina. En un principio, invirtió 160 mil dólares e hipotecó su casa dos veces.

Con el tiempo, el supermercado que comenzó con el nombre “La Cuzcatleca” se transformó en “Todos”. Es que ya no solo comercializaba artículos y alimentos salvadoreños, sino también de otros países de América Latina.

Entonces, el negocio se expandió: abrió una segunda sucursal en Woodbridge y empleó a cientos de trabajadores migrantes.

Castro abrió Todos Supermarket en 1990, en Woodbridge, Virginia

Casi todo el personal que trabaja en sus tiendas es de origen latino. “He intentado reclutar a estadounidenses, pero he encontrado que no les atrae una empresa latina, a menos que sea en negocios o tecnología”, explicó Castro a BBC.

El impacto de las políticas del gobierno de Trump y las redadas del ICE en su negocio

La expansión de su negocio permitió a Castro convertirse en un referente local. Sin embargo, su tranquilidad se vio alterada con el endurecimiento de las políticas migratorias del gobierno de Donald Trump.

El anuncio de la eliminación del parole humanitario, que otorgaba permisos temporales de trabajo a migrantes de Cuba, Venezuela, Haití y Nicaragua, golpeó a su empresa: perdió panaderos y carniceros, y no logró reemplazarlos. “Son oficios que requieren un entrenamiento específico y que pocos quieren hacer”, explicó.

Otro desafío que enfrenta su negocio es la volatilidad en los precios. La política arancelaria del gobierno obliga a cambiar etiquetas varias veces por semana. Eso implica más horas de trabajo y costos inesperados en insumos como adhesivos. “Tenemos que invertir casi US$300 mil para poner esto de manera electrónica”, explicó. Sin embargo, la inversión podría tardar entre seis y siete años en recuperarse.

Castro teme por el futuro de su negocio

A pesar del esfuerzo por mantenerse, la incertidumbre crece. Según dijo, los clientes, en su mayoría latinos, temen a las redadas del ICE y compran menos. Esta situación lo hace dudar del futuro de su compañía.

Si bien remarcó que siente “orgulloso de ser empresario, de producir empleo y riqueza” no sabe si podrá continuar en el medio del endurecimiento de las políticas migratorias. “Siento que estar en el negocio… como que a lo mejor ya no es lo mejor”, concluyó.

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