Emilio Estévez abrió la caja de los recuerdos y desempolvó algunas de las peores situaciones que le tocaron vivir en un set a lo largo de su extensa carrera. El exmiembro del fatídico Brat Pack se refirió, en principio, a su experiencia durante la filmación de uno de los máximos éxitos del grupo: la película El primer año del resto de nuestras vidas.
En una entrevista emitida en el podcast Happy Sad Confused, Estévez recordó algunas anécdotas de aquella producción, pero cuando el presentador Josh Horowitz le pidió que dijera algo malo sobre el director del film, Joel Schumacher, que nunca se haya dicho, el protagonista de Los marginados se prestó gustoso al juego.
“Gritaba a todo pulmón. Pasar de John Hughes (El club de los cinco), que era una persona que te permitía colaborar y para nosotros fue un mentor en muchos sentidos, que era tranquilo y tenía el don de escuchar a Joel, fue durísimo. Schumacher era tremendamente inseguro”, disparó. Y agregó a quemarropas: “Fue una pesadilla compartir el set con él. En serio. Y era un matón. Después de trabajar con él, me juré que si alguna vez dirigía, nunca trataría así a mis actores”.
En otro tramo de la charla, el actor relató la “crisis” de su padre, Martin Sheen, en el set de la película épica de la guerra de Vietnam de 1979, Apocalypse Now. Estévez recordó que pasó “seis meses en Filipinas” cuando era adolescente viendo a Francis Ford Coppola dirigir la película.
En aquella exitosa y galardonada producción, el personaje interpretado por Sheen, el capitán Willard, sufre una crisis nerviosa por alcoholismo en una habitación de hotel en Saigón, que lo lleva a romper espejos durante la escena. Posteriormente, se reveló que aquella crisis no formaba parte del guion y que el actor estaba efectivamente borracho.
Estevez reveló que la crisis nerviosa de su padre ocurrió “al principio” del rodaje y explicó que Sheen estaba “celebrando su cumpleaños” el 3 de agosto. “Llegué allí en julio del 76. Tuvo una crisis nerviosa en el set, porque estaba celebrando su cumpleaños y había estado bebiendo… Francis lo tenía aislado en su habitación y yo estaba allí. Estuve ahí presente cuando ocurrió, y también cuando lo sacaron y él estaba despotricando, furioso y gritando”.
De todos modos, de cierta manera justificó el malestar de su padre. “Él siempre estuvo del lado de la justicia social. Estábamos filmando en un edificio en cuya planta baja funcionaba tribunal nocturno. Lo sacamos esa noche y el juicio nocturno se estaba llevando a cabo. Y bueno… Ya había visto a mi padre borracho antes. No a este nivel y, desde luego, no tan públicamente”.
Y siguió relatando: “Exigió entrar a la sala del tribunal. Le gritó a mi mamá: ‘Tengo que entrar a esa sala porque si no entro, algún pobre desgraciado irá a la cárcel por masturbarse delante de un cerdo’. Y Francis le dijo: ‘Martin, Martin, no. Vamos, Martin’. Fue divertidísimo. Lo metimos en el coche. Empezamos a conducir, quién sabe hacia dónde, hasta que pudimos calmarlo. Entonces, nos dijo que tenía que orinar. Así que nos detuvimos a un lado de la carretera, salió y corrió desnudo hacia la selva y siguió adelante. Mi mamá lo persiguió… Lo metimos de nuevo en el coche. Diez minutos después, nos dijo que tenía que orinar otra vez. Y entonces, mi mamá le respondió: ‘Martin, ya has gritado que viene el lobo demasiadas veces. Podrías orinarte encima’“.
Un actor (casi) retirado
Estévez siempre fantaseó con dirigir cine. Escribir guiones era un hobby que nunca abandonó y en 1986 estrenó su ópera prima, Marcados por el peligro, a la que le siguieron en 1990 Hombres trabajando, y en 2000 Prohibido X (esas dos últimas, protagonizadas por él junto a su hermano Charlie). Cuando su presencia como actor prácticamente se había desvanecido, decidió enfocar su energía en la dirección y apostar por nuevos proyectos. De esta forma, en 2006 estrenó Bobby, centrada en la historia del asesinato de Robert F. Kennedy. La preparación de ese guion obsesionó a Estévez, que trabajó siete años en su realización, pero que le valieron los elogios de la crítica y una ovación de siete minutos en el Festival de Venecia.
Sin embargo, pronto Estévez comenzó a mirar otros rumbos. El nuevo milenio no parecía acercarlo al cine, aunque eso tampoco le quitaba el sueño: “Desde luego que gocé de varios privilegios gracias a quién era mi padre, soy muy consciente de eso. Pero rechazo absolutamente lo que significa ser parte de la realeza de Hollywood porque nunca sentí algo así. Mi padre siempre me dijo que este era un trabajo más, que debía hacer las cosas bien y seguir avanzando”.
El año 2005 sería bisagra para el actor y el comienzo formal de su relación con el mundo de la viticultura. Prácticamente retirado de la actuación, se fue a vivir a Malibú y allí conoció a una experta enóloga llamada Sonja Magdevski. El flechazo fue inmediato. Conocerla fue un impacto tan grande, que lo comprometió aún más con eso que era una afición, pero que prometía ser un nuevo estilo de vida. Sheen y Magdevski estuvieron juntos hasta 2015.
Eventualmente, el mundo de la actuación volvió a golpear su puerta. La posibilidad de protagonizar una miniserie que continuara la trilogía fílmica de The Mighty Ducks, en 20121, le permitió volver a la industria en un proyecto pequeño, que le permitió trabajar sin presión y con libertad, algo que Estevez parece valorar mucho en esta etapa de su vida.