El 28 de mayo de 1864, Maximiliano de Habsburgo llegó al puerto de Veracruz, desde el mes pasado ostentaba el título de emperador de México. Desembarca con su pareja, la emperatriz Carlota de Bélgica y cuenta con el apoyo de la facción conservadora así como de miles de soldados franceses que llevaban en el país más de dos años. Mientras tanto, Benito Juárez hacía su peregrinar hacia el norte con el peso de una república sobre sus hombros.
Maximiliano de Habsburgo llegó a la Ciudad de México en junio, vino con la intención de conciliar intereses entre todos los bandos, sin embargo, al intentar eso se ganó el desdén de los conservadores y no terminó de ganarse la simpatía de los liberales, quienes prefirieron mantenerse al lado de Benito Juárez.
De acuerdo con el libro “El grito de Independencia: historia de una pasión nacional” de Fernando Serrano Migallón, en septiembre Maximiliano de Habsburgo se trasladó al pueblo de Dolores, cuna del movimiento insurgente, para conmemorar el inicio de la Independencia comandado por Miguel Hidalgo.
El 15 de de septiembre de 1864 en Dolores, Maximiliano de Habsburgo asistió a una cena en la casa donde se hospedaba, la cual fue propiedad del insurgente Mariano Abasolo, incluso uno de los descendientes del caudillo fue al evento.
Después de la cena, el emperador fue a la casa del cura Hidalgo, desde ahí dio un discurso en el que lanzó elogios al primer líder de la insurgencia, su arenga también llamó a la unidad de los mexicanos. Al concluir, Maximiliano de Habsburgo lanzó vivas a la Independencia mientras las campanas doblaban y tiros en honor a la festividad.
Luego de los vivas a la Independencia, Maximiliano de Habsburgo dio otros gritos similares a Carlota, a Napoleón III (emperador de los franceses y el patrocinador principal del imperio del archiduque austriaco), a Leopoldo I (su suegro, rey de Bélgica) y a varios integrantes de la nobleza europea.
La mañana del 16, Maximiliano de Habsburgo fue a la parroquia de Dolores para presenciar una misa y escuchar un Te Deum. Al concluir la ceremonia religiosa, el emperador fue a la casa de Miguel Hidalgo, sentado en los muebles del Padre de la Patria, escribió en un libro para los visitantes el siguiente pensamiento:
“Un pueblo que bajo la protección y con la bendición de Dios funda su independencia sobre la libertad y la ley, y tienen una sola voluntad, es invencible, y pude elevar su frente con orgullo”. Cabe mencionar, quien depositó la libreta en la casa de Hidalgo para registrar los nombres de los que visitaran la casa del insurgente fue Benito Juárez.
En la tarden el emperador dio una comida donde asistieron viejos insurgentes que acompañaron a Miguel Hidalgo desde su arenga en Dolores, también fueron varias autoridades imperiales. Durante el evento, una comisión le obsequió a Maximiliano de Habsburgo las fes de bautismo de Miguel Hidalgo y de Ignacio Allende, los cuales donó a un Museo de la Ciudad de México.
Mientras se llevaba a cabo la comida, Maximiliano de Habsburgo levantó su copa y dijo: “Señores, brindemos por nuestra Independencia y por la memoria de sus héroes”. Al año siguiente, 1865, el emperador dio un evento en la Ciudad de México igual de suntuoso los días 15 y 16 de septiembre. En 1866 ya no tuvo la oportunidad de conmemorar las fiestas patrias, las circunstancias esa ocasión beneficiaban a Benito Juárez, en mayo de 1867 el archiduque fue capturado y, en junio, fusilado.