En el fondo del mar en sentido figurado y literal

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Hasta el fondo del mar no se salva de caer en la grieta. Los integrantes del Conicet, invitados a sumarse a la expedición Schmidt Ocean Institute –que en estos días son una verdadera sensación con su transmisión en continuado por YouTube desde las profundidades submarinas de Mar del Plata–, han tenido que levantar entrevistas periodísticas que venían dando desde alta mar cuando se politizaron más de la cuenta.

Nada más lejos del carácter científico y riguroso de la entidad norteamericana que busca entender el ecosistema oceanográfico, conocer y descubrir la flora y fauna marítima que se encuentra en las profundidades más recónditas y alertar sobre las depredaciones humanas que llegan hasta allí arrastrando plásticos y otros desperdicios desde la superficie. Desde el 23 de julio y por una semana más trabajan cien kilómetros mar adentro de la Ciudad Feliz. Del 29 de este mes al 10 de septiembre estudiarán las profundidades del mar uruguayo y del 30 de septiembre al 29 de octubre explorarán dos cañones submarinos de la plataforma patagónica argentina. Así que el show marítimo en vivo y en directo que ha escalado hasta la tapa de los diarios tiene audiencia asegurada para los próximos meses.

Mientras los streamings agrietados –el kirchnerista Gelatina (Pedro Rosemblat) y el libertario Carajo! (Gordo Dan)– se trenzaban politizando el tema y en Futuröck (Julia Mengolini y staff K), Malena Pichot parodiaba a los participantes del Conicet en la expedición, la gente común decidió refugiarse en el rincón menos pensado de YouTube para mirar hipnotizado el lecho marino y sus desconocidos habitantes en https://www.youtube.com/watch?v=oAanpXjQpN8.

Una vez más la audiencia les dio la espalda a las máximas dirigencias políticas sin distinción de ideologías. Los números no mienten. El estratega político y creador digital Vico sintetizó el fenómeno en sus redes: mientras el presidente Javier Milei con sus amigotes de Neura (Alejandro Fantino y Tronco) tenían 32.000 viewers; el ministro Luis Caputo, en Carajo, concitaba la atención de 7000 seguidores y Máximo Kirchner, en Cenital (Iván Schargrodsky y periodistas “coreacentristas”), 6500, la transmisión del Schmidt Ocean/Conicet les pasaba el trapo a todos con 53.000 y un total de 760.000 visualizaciones.

Ayer después del mediodía –aun siendo el sábado, y a esa hora, una franja de flojo encendido en los medios audiovisuales tradicionales– seguían pegadas 55.000 personas a esta inesperada propuesta de YouTube en la que no hay cancheritos diciéndose groserías, políticos de cuarta peleándose, escándalos faranduleros ni escenas de violencia o de alto voltaje erótico. Simplemente, el plácido lecho marítimo marplatense a 3900 metros de profundidad en tiempo real, sin ediciones cliperas ni musicalizaciones histéricas, haciendo foco en las especies que encuentran, con mayoría de silencios y comentarios puntuales de los investigadores. Los más veteranos tuvimos un déjà vu de El mundo submarino de Jacques Cousteau, esa inolvidable serie documental emitida entre 1968 y 1976 en la que el célebre explorador francés, a bordo del Calypso, el barco con el que iba recorriendo los distintos océanos del mundo, mostraba algunos de sus tesoros submarinos.

Mientras en la superficie el dólar volvía a hacer de las suyas y Cristina Kirchner desde su casa/celda insistía, con modos ramplones, en dar cátedra de economía –lástima que no se notó su sapiencia al respecto durante el anterior gobierno que pergeñó y sobre el que tuvo tanta influencia–, la conversación dominante en redes giraba en torno de ese desconocido territorio acuático. Tal vez una sana manera de evadirse y, desde todo punto de vista, mucho más enriquecedora para nutrir sensibilidades e intelectos a nivel individual. Eficaz también para neutralizar la ofensiva embrutecedora y ombliguista que campea en la política y en buena parte de la comunicación masiva.

“Mar del Plata puede ser el próximo gran hallazgo energético del país”, escribió el periodista Marcelo Pasetti en el diario La Capital, de esa ciudad. Se refería a que el lunes último en una cena a la noche en una estancia cercana a esa localidad trascendió la decisión de YPF de salir a buscar un socio para la exploración de petróleo offshore en aguas profundas marplatenses. Se habla de un potencial aproximado de 250.000 barriles diarios. A eso aludía, en formato troglodita, el rebuzno del Gordo Dan, a propósito de la expedición acuática: “Muy bueno, pero lamentablemente vamos a tener que reventar todo para sacar petróleo y volvernos ricos”. Desde el otro extremo, los autopercibidos ecologistas sensibilizados con la “estrella culona” o la “batatita” –denominaciones coloquiales que el ingenio popular les va poniendo a los especímenes encontrados– se oponen a dicha explotación comercial, que no sería, por otra parte, en el lugar de la actual expedición científica.

Tanto interés masivo por el fondo del mar y sus historias también se ha dado en otro plano en las vacaciones de invierno que acaban de terminar. Hoy tendrán lugar las últimas funciones de la comedia musical La sirenita en el Gran Rex, con 198.000 entradas vendidas en ocho semanas y las cinco funciones de ayer y hoy, agotadas.

¿Estaremos en el fondo del mar y lo sublimamos poéticamente apostando por contenidos que aluden a ese lugar de una manera mucho más grata?

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