“Porque amasar un pan y escribir un cuento son cosas muy parecidas. Porque repartir un pan entre todos y leer un cuento en voz alta son las más antiguas costumbres del amor”. La frase pertenece a Liliana Bodoc y es lo primero que se lee al abrir las páginas de El hilo de oro, el libro que reúne las reflexiones, los consejos y los ejercicios que la autora de La saga de los confines compartía con los alumnos de sus talleres literarios. Editado por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, el volumen póstumo nos devuelve a Bodoc en su rol más generoso y esencial: el de maestra, dispuesta a desentrañar los secretos de la creación para sus alumnos y, ahora, para todos nosotros.
Entre los manuscritos, los apuntes y los proyectos inconclusos que quedaron tras la muerte inesperada de Bodoc el 6 de febrero de 2018, a los 59 años, están los cuadernos y las grabaciones de sus clases. Ahora, ese material valioso y único llegará a las librerías de todo el país en forma de libro póstumo. El hilo de oro. Un camino hacia la escritura creativa tiene prólogo de Claudia Piñeiro e incluye un texto de Romina Bodoc, “La escuela invisible”, que fue leído por su hermano Galileo en el acto de relanzamiento de la librería y espacio cultural Liliana Bodoc, el 24 de julio de este año, en la Facultad cuyana.
Personal, creativo, genuino, el libro ofrece un mapa sensible y lúcido para quienes buscan comprender el oficio de escribir desde la experiencia y la emoción. Con la participación de los hijos de la escritora y el decano Gustavo Zonana, El hilo de oro se presenta el martes 30 a las 19 en el espacio Julio Le Parc de la Feria del Libro de Mendoza. El encuentro será, a la vez, una reunión íntima y una fiesta intelectual, con amigos, colegas y, por supuesto, alumnos de la querida Liliana.
“En el primer capítulo de su ensayo Maneras de hacer mundos, el filósofo norteamericano Nelson Goodman se pregunta ¿en qué sentido podemos decir que hay muchos mundos?, ¿qué diferencia hay entre ellos?, ¿de qué están hechos y cómo?, ¿qué papel juegan los símbolos en ese hacer mundos?, ¿cómo se relaciona su construcción con el conocimiento? En El hilo de oro, Liliana Bodoc da respuesta a cada uno de estos interrogantes con la profundidad y la dilatación de su experiencia imaginaria –dice Zonana-. El volumen recupera talleres de escritura creativa dictados en Mendoza, Buenos Aires y Mar del Plata entre 2003 y 2017; también, el discurso ‘La palabra y la honra’, que pronunció al recibir el título de Doctora Honoris Causa de la Universidad Nacional de Cuyo. Implicó la recopilación, desgrabación y edición de ese acervo celosamente guardado por los asistentes a esas clases magistrales. El armado de este primer volumen ha tratado de mantener los eventuales intercambios que se dieron entre Liliana y los asistentes: están sus voces, sus preguntas en torno a las consignas, sus risas, sus muletillas, e incluso sus rostros a través de fotos. Ofrece a los lectores una faceta docente, tal vez menos conocida pero no por ello menos genuina. Para la Facultad significa el relanzamiento de su editorial en un proyecto a largo plazo: el rescate de un valioso corpus de reflexiones y su difusión para fanáticos y nuevos lectores”.
Apuntes escritos a mano (“La única cosa que no puede faltar en un relato maravilloso es la lógica” se lee en una cursiva desprolija), notas y dibujos de lectores y alumnos de distintas edades, fotos de Bodoc en plena clase y otras posando con todo el grupo, tips anotados al margen (“Pensamos ‘cámara’ a la hora de escribir”, dice, por ejemplo, en la primera parte dedicada a “Lo cinematográfico”) son parte de los materiales con los que está construido el libro. Y hay, también, ejercicios creativos con consignas como reelaborar el inicio de un cuento tradicional como Blancanieves.
“El hilo de oro responde los interrogantes citados al repasar todas las inquietudes vinculadas con la escritura de textos narrativos. Los problemas de la fábula, la elección del narrador, la determinación del espacio y el tiempo, la construcción de los personajes. El papel de la tradición en ese proceso, el valor de la intertextualidad, la importancia de la figuración del lector en el momento de escribir, las dificultades de la escritura, los efectos de cada una de las elecciones creativas. En el volumen se subraya además el valor del boceto previo a la escritura, de las restricciones y límites impuestos como recursos que potencian la creación. Bodoc establece comparaciones de utilidad entre la narración, la lírica, el drama y el cine. Las reflexiones en torno a estos temas surgen a partir de consignas propias del formato taller. Son pautas invaluables para potenciar la creación de mundos a partir de situaciones concretas, disparadoras de la imaginación, de la visualización de la escena, de sentidos profundos – agrega el decano-. El hilo de oro aporta a los lectores al menos tres conocimientos fundamentales: el primero se refiere a la poética de la autora; el segundo se relaciona con su dominio de la técnica narrativa; por último, el conocimiento pedagógico acerca de cómo enseñar a escribir y a disfrutar de la narración. Un valor adicional se suma a estos dones conceptuales: el placer de reencontrar, con su ritmo y su entonación, la voz de una de las figuras capitales de la literatura argentina contemporánea”.
Liliana Bodoc: «Las sagas épicas proponen un modelo de mundo»
Lo que se encuentra en las páginas de El hilo de oro es mucho más que el decálogo de un género. Bodoc invita al lector a una doble inmersión: en la técnica y en el alma. Lo advierte Piñeiro cuando subraya la importancia de conservar estas lecciones para el futuro. El libro, nos dice, es una brújula que apunta hacia el “hilo de oro”, ese punto neurálgico donde el texto “palpita con mucha verdad” tras la ardua tarea de “probar, probar todo, probar el tiempo, probar el narrador”.
La escritora, dueña de una épica luminosa, revela claves que son universales:
–Lo cinematográfico como disciplina: Bodoc nos exige ser “grandes y maravillados observadores” que piensen como una cámara. ¿Qué es la prosa, sino una serie de paneos, travellings y acercamientos sobre el papel? Esta herramienta no busca el efectismo, sino la funcionalidad simbólica. En una novela, dice, “nada es ocioso”. Incluso el detalle de la descripción debe tener una intención, un “alma de objeto”, para no caer en la “naturaleza muerta”.
-La ética del desgarro: quizás el consejo más rotundo y conmovedor de la obra. Bodoc nos obliga a despojarnos de las “autoridades” literarias para invitar a “nuestros fantasmas, que estén nuestros parientes, nuestros muertos”. Solo se puede escribir con sustancia, afirma, “desde alguna clase de desgarro, porque ahí están las mejores cosas”. Es un llamado a la honestidad brutal con uno mismo.
-El silencio y la voz: aprender a “callarse a tiempo” es la primera obligación del narrador, una lección de humildad y dosificación. A la par, nos recuerda la “honra de la palabra” y la necesidad de “releerse en voz alta” para calibrar el ritmo: el latido interno de la prosa.
Hay libros que nacen de un acto de amor y otros, de una necesidad intelectual. El hilo de oro es, conmovedoramente, ambas cosas. La publicación póstuma de las clases y talleres de Bodoc es un verdadero rescate patrimonial para quienes entienden la escritura no como una técnica fría sino como un oficio sagrado. El legado de Bodoc es su método, su sensibilidad, y la certeza de que la magia del lenguaje reside en el corazón.