Tres penales sancionó Leandro Rey Hilfer, uno evidente; otro porque lo llamaron del VAR y un tercero más que polémico, y desde los doce pasos Vélez venció 2-1 a un Independiente en cuarto menguante que lleva cinco derrotas en los últimos seis partidos (empató el restante) y además de no encontrar el fútbol parece perder sus argumentos más sólidos.
Durante todo el semestre pasado, el nombre de Kevin Lomónaco fue creciendo hasta ganarse con total justicia el puesto de mejor jugador del torneo Apertura. Sus actuaciones fueron un dechado de firmeza defensiva, control absoluto de la situación, eficacia en los duelos y los cruces por detrás de sus compañeros. Pero también un despliegue asombroso de cualidades con la pelota, para salir jugando, gambetear o realizar cambios de frente con notable exactitud. Nadie discutió el merecimiento de su convocatoria a la selección nacional, y todos esperaron un alud de ofertas millonarias desde Europa.
Pero el receso se fue de largo, el cierre de la ventana de fichajes del otro lado del océano está próximo y no hubo tal avalancha. En realidad, ni siquiera ofertas concretas. Sea este o cualquier otro el motivo, algo parece haber hecho un clic en la cabeza del central de Independiente, porque el retorno a la actividad devolvió un futbolista diferente. Menos seguro, menos preciso, pero sobre todo, exageradamente confiado en sí mismo, tal como si en su interior, quizás de manera inconsciente, sintiera que este fútbol de categoría muy limitada se le hubiera quedado chico. Y dejó de ser (casi) infalible.
Julio Vaccari no tenía planificado incluir a Lomónaco entre los titulares en el Amalfitani. Era uno más de los destinados a descansar para llegar entero a la revancha del miércoles ante Universidad de Chile por Copa Sudamericana. La lesión de Nicolás Freire y la prolongada inactividad de Sebastián Valdez y Franco Paredes le hicieron cambiar de idea. Y Lomónaco confirmó que atraviesa un bache complicado. Mostró cierto fastidio desde el arranque, se enojó con un par de compañeros y comenzó a equivocarse con la pelota. Primero perdió un balón peligroso mandándose al ataque, más tarde comprometió a Rodrigo Rey con un pase atrás muy justito, y a los 31 minutos completó su noche olvidable. Situado como último hombre en la puerta de su área quiso girar ante la presión de Tomás Galván, se resbaló, cayó y frenó con el brazo la pierna de su rival. Penal y tarjeta roja indiscutibles.
El zurdazo fuerte y bien ubicado del pibe Dilan Godoy (19 años, segundo partido entre los grandes, primero como titular) que puso el 1-0 desequilibró un partido en el que pasaba poco y nada. Es verdad que ambos tenían coartada para brindar desempeños grises, pero el desarrollo del juego expuso como pocas veces la mediocridad en la que se encuentra inmerso el juego en los campeonatos de puertas adentro.
Al contrario de lo que es moneda corriente en nuestras canchas, en Liniers no hubo exceso de fricciones, de cortes de juego o discusiones; tampoco uno de los dos equipos que se encerrase alrededor de su área teniendo como prioridad impedir el progreso ofensivo del rival. El resultado fue un partido ágil, dinámico, lo cual de ningún modo fue sinónimo de bueno. Los errores no forzados les ganaron por goleada a los aciertos y hasta la chapa final fue consecuencia de los mismos. Empató el Rojo gracias a un resbalón de Aarón Quirós que acabó en un discutible penal a Pablo Galdames y convirtió Felipe Loyola. Desniveló el Fortín con un tercer penal por agarrón de Jonathan De Irastorza a Braian Romero (uno de los 200 que se ven por partido y quedan sin sanción).
Lo mejor de la victoria de Vélez sobre Independiente
Vélez sumó tres puntos importantísimos para la tabla anual, pero solo jugó un ratito cuando ingresó Maher Carrizo. Independiente tuvo solo la noticia positiva de marcar un gol tras más de 400 minutos, pero su tendencia sigue cuesta abajo: siete partidos sin triunfos, sexto en el que se va perdiendo al descanso, último en la tabla y la sensación de que cada vez tiene menos elementos en los que confiar. Ni siquiera en Lomónaco, ese jugador que hace apenas tres meses parecía infalible.